Capítulo 34.

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Diego.

Su cuerpo rodea el mío a la vez que mis brazos empiezan a deslizarse por el suyo, entrelazando mis manos cuando la tengo abrazada. Tiene la cabeza apoyada en mi pecho mientras todo esto sucede y no paro de mirar su cabellera rubia.

Hace menos de media hora que hemos vuelto a hacerlo y ha caído rendida nada más acabar, durmiéndose en el mismo lugar en el que está ahora mientras yo la contemplo y no puedo creer aún que todo esto sea real.

Está aquí, conmigo.

Me paso horas y horas en la cama mirándola la gran mayoría del tiempo, contemplando su rostro dormido y acariciando cada parte de su cuerpo que aún no he tocado. Y cuando despierta y me mira con aquellos ojos tan grandes, noto mi corazón palpitar fuertemente contra mi pecho.

–Me siento observada —se acerca, me besa y vuelve a su misma posición inicial—. ¿Cómo estás?

Mientras me pregunta eso, vuelve a acercar su rostro al mío y besarme pausadamente, acariciándome la mejilla con una dulzura que me hace sentir de todo.

Lentamente, rodeo su cintura y acaba encima mío, besándonos de manera pasional mientras mueve sus caderas de manera incontrolable.

Volvemos a hacerlo, y justo cuando va a pasar de nuevo, me paro y la miro fijamente al estar yo encima. Sus ojos, confusos, me miran pero yo no puedo decir nada porque me he quedado estancado en la manera en cómo me contempla poco después, comprendiendo lo que hago.

–Te quiero.

Su aliento recae sobre mi boca, alzando Esther un poco la cabeza para capturar mis labios de nuevo y rendirnos finalmente a todo. Mientras sucede, no puedo parar de quitarle las manos de encima y acariciar cada parte, queriéndole brindar todo el placer que pueda.

Sus gemidos recaen sobre mi oído y me colman por completo, transportándome a otra dimensión donde el placer es inmenso y más cuando está ella junto a mí. Acaricia mi pecho reiteradas veces durante todo ese momento, creando que hormigueos me recorran por todo.

Y cuando acabamos, no puedo aún separarme de ella, así que la abrazo. Noto el calor corporal que emana su cuerpo calentar el mío y no puedo sentirme más a gusto, porque estoy en casa.

***

5 días después...

Querido diario,

al final he conseguido estar con la chica.

La felicidad que me produce todo esto es tan indescriptible que no sabría por dónde empezar ni cómo explicarlo, ya que no hay adjetivos suficientes para eso. Me hace feliz. Después de tanto tiempo queriéndola, estoy con ella.

No puedo aún concebir la idea de cómo me pude resistir a estar junto a ella, porque puedo asegurar que es lo mejor que me ha pasado en la vida. Me consume su amor de tal manera que siento que estoy borracho de ello todo el día.

Y si algún día cupiese la posibilidad de perderla, o de que me dejase, no sabría qué haría. Llegar a pensar en eso, a día de hoy, me pone enfermo. Creo que nunca podría llegar a superarlo del todo, pero no quiero precipitarme.

Voy a vivir la vida junto a ella, eso lo tengo claro.

Me pongo el jersey color gris encima de una camiseta y tomo mi bandolera después de haberme puesto una chaqueta negra. Bajo hacia mi coche, me siento y lo pongo en marcha para ir a buscar a Esther a su trabajo.

Pasamos todo lo que queda de día juntos, y cuando son las nueve, decido acercarla a casa. Acabo de aparcar y no para de mirarme sin ningún disimulo, sonriendo.

Lo último que recuerdes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora