Parte 1:

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¿Recuerdas cuando dijiste que todo iría bien? Te equivocaste, papá. El mundo no es como creí que era, he tenido que cargar con una decepción tras otra mientras tu te encuentras demasiado lejos como para decirme que todo estará bien. Pero no te culpo, tu lo único que tenias que hacer era protegerme. Se que estas esperando que te cuente como me siento, pero prefiero guardármelo para mi pero eso ya no te molesta. Siempre he sido un chico bastante resignado y consiente del mal que las personas pueden llegar a hacer. Pero eso ya lo sabes, eres el único que entiende que no me gustan los abrazos porque al parecer, según tu, no puedo ser abrazado sabiendo que puedo ser traicionado. Es una buena teoría, pero no puedo afirmar que es real porque para mi solo es mi empatía.
Quizás suene como reclamo o como reproche, pero realmente me gustaría poder tenerte aquí conmigo y no tan lejos. Me gustaría llamarte, pero aun mi habitación la cual han hecho para mi no tiene un teléfono y mi celular ya no sirve. Pero bueno, mi ultima opción era esta.
Espero que mamá este bien, que no me extrañe tanto. Dile que la extraño, que extraño sus comidas y abrazos forzados. Aquí, en el castillo, suelo comer platillos que ni si quiera se pronunciar. Aunque lo he intentado, pero termino siendo el hazme reír del reino. Lo he dejado de intentar a los cuatro días que llegue aquí, me rendí porque creo imposible que mi boca pueda decir correctamente el nombre de esas comidas.
Casi me olvido de contarte, he conocido a mi hermana menor. No la he conocido mucho porque al parecer va a un internado, al cual también seré enviado. Es increíble que apenas me hayan alejado de casa, y ahora quieren arrastrarme aún más lejos.  Me voy en la mañana. Me hubiera gustado contar más de lo que he estado pasando estas semanas pero no tengo demasiado tiempo, pronto tendré que cenar y seré enviado a la cama. Odio el protocolo que existe en este reino. No estoy seguro de cuanto tarde en llegar esta carta a tus manos y tampoco cuando tiempo tendré que esperar para obtener una respuesta, pero espero que lo antes posible. 
Cuida a mamá, sigue trabajando como siempre has hecho, y por favor, no te olvides de mi.

Atentamente, Ventino.

Doble el papel en cuatro, de forma que entrara dentro del sobre que había conseguido. Lo selle y pegue la estampilla que le había rogado a uno de los empleados del castillo que me consiguiera. Me levante de la silla del escritorio que tenia en mi cuarto y camine hacia la puerta, camine por los pasillos intentando hacer el menos ruido posible. Si era descubierto posiblemente me quitarían la carta, los sujetos se creen mis dueños por solo ser mis padres biológicos. Es un poco molesto, porque apenas tengo la libertad de salir de mi habitación cuando ellos no están. En todo el castillo, no había una persona que fuera capaz de mantener una conversación amistosa conmigo y eso me hace sentir tan solo pero de todas formas siempre he sido muy solitario. Llegue a la cocina y busque entre el personal al sujeto que me había conseguido la estampilla para la carta, este al verme se acerco. Me quito la carta de las manos mientras miraba hacia su alrededor, al parecer tenia miedo de que sus compañeros le dijeran a los reyes esto. Luego sin poder si quiera agradecer me empujo hasta que estuviera fuera de la cocina, cerro la puerta detrás de el dejándome con las palabras en la boca. 
Me escogí de hombros y camine de regreso hacia mi habitación, en el camino pensaba en que posiblemente mi vida en adelante solo me tendría a mi y a nadie más.

Pasaron un par de horas hasta que me escoltaron hasta el comedor, me senté en la mesa la cual estaba completamente vacía. Creí que tendría que esperar a los demás pero apareció un sirviente para servirme la comida, le estaba por preguntar donde estaban los demás pero se me adelanto.

-Hoy, tu cena tendrás que pasarla solo, tus padres están en una reunión muy importante. Provecho-Asentí con mi cabeza mientras tomaba los cubiertos, mire mi comida la cual nuevamente se ve extraña. Comí sin pensarlo dos veces, tenia bastante hambre ya que había salteado la merienda. O como la llaman aquí, la hora del té. Luego de cenar nuevamente me llevaron a mi habitación, me había dado una ducha antes de la cena así que solo tenia que lavarme los dientes e irme a dormir. Finalmente me acosté, no tenia demasiado sueño pero sabia que en un par de horas ya estaría arriba de un avión. Paso una hora y todavía no había podido pegar un ojo, lo cual ya se me hacia una molestia. Lo peor es que había intentando todo, había recorrido todas las posiciones que se puede dormir en una cama pero ninguna se me había hecho lo suficiente relajante para dormirme. Y entonces recordé lo que hacia mi madre cuando no podía dormir, inventar historias. Pense en las millones de posibilidades de historias que se me venían a la cabeza hasta que se me ocurrió inventar una a lo que me gustaría que suceda. Comencé a imaginar a personas, pero no personas simples. Sino amigos, amigos con los cuales reír y pasar el rato. Una chica, una chica con un pelo...anaranjado. Totalmente único y hermoso, con la capacidad de volverte loco hasta que llegas a amarla, imposible de evitar. Un chico con una melena dorada capaz de alumbrar toda una habitación amante de las estrellas y las playas. Un castaño, algo distinto a los demás. Capaz de crear muros hacia su alrededor en un instante, imposibles de escalar. Una rubia, algo típica pero diferente a la vez. Una buena compañera para esos momentos malos en las que necesitas a alguien que te entienda.

Sin darme cuenta, mis ojos ya estaban cerrados y en menos de un minuto caí en un profundo sueño aun con la cabeza imaginándose a personas que quizás no existen ni existirán.























Todo sea por la corona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora