Parte 11:

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-¡Finalmente llegue! Espero y me hayas extrañado tanto como yo a...-Deje de hablar en el momento que note que nadie se encontraba en la habitación, ¿Donde podría estar a las tres de la mañana? Bueno hay diversas posibles razones las cuales sabré la próxima vez que lo vuelva a ver. Deje mi valija a un lado de mi cama y me lance sobre el colchón, estaba agotado y me dolía el cuerpo entero.

Lamentablemente no pude dejar de pensar en donde se encontraba Grayson, no es el simple hecho que no estuviera si no que no he sabido de el desde que me fui ya que todos los mensajes que le envíe no obtuvieron respuesta. Me gire hacia su cama, estaba perfectamente hecha claramente se utilizó magia.

¿Y si le sucedió algo?

No Ventino, no empieces con tus trastornos.

Me gire intentando despejar mi mente, cerré mis ojos y en menos de cinco minutos caí rendido.

***

Había terminado mis primeras dos clases del lunes, aproveche el tiempo libre para ir a la zona donde Grayson transcurría sus clases, tenia que encontrarlo o por lo menos saber de su bienestar. En el momento que entre en aquella zona todos fijaron su vista en mi, era claro que yo no era uno de ellos por mi vestimenta. Automáticamente una muchacha se acercó con ciertos aires de grandeza.

-¿Qué haces aquí principito? ¿Te perdiste?-rápidamente negue con mi cabeza.

-Venía por Grayson, mi compañero de cuarto-Automáticamente comenzó a reír lo cual me confundió demasiado-¿Por qué te ríes?

-Porque estas buscando a alguien que ya no esta aquí, se fue de aquí hace unos días. ¿Como hace tres días? Si, tres. ¿Recién ahora vienes a preguntar por el?

-Llegue ayer en la noche, creí que solo había salido. No me ha dicho nada sobre irse-Ahora entiendo porque no quiso venir conmigo-¿Cuanto tiempo crees que tarde en regresar?

-No lo sé, todo es muy relativo. Pueden ser semanas, meses, incluso años. Hasta existen casos que es para siempre. Lo siento príncipe pero debes buscarte otro esclavo o esperar que asignen uno nuevo-Grayson no era mi esclavo, pero no pienso discutir eso con ella. Me gire sin decir nada más y salí de allí. Mientras caminaba a la cafetería intentaba en caer la cuenta la noticia que recibo, ¿Como es que se había podido marchar sin decirme? Por un momento creí que eramos buenos amigos. Genial, ahora tendré que soportar una despedida más.

-¿Venti?-Me gire encontrándome con el rubio, venia con una sonrisa la cual se transformó en preocupación al verme fijamente-¿Qué sucedió?

Negué con mi cabeza y intente sonreír de forma convincente.

-¿Seguro?

-Segurisimo-Se supone que las idas y vueltas de personas en la vida de los príncipes son normales, sabia que nunca me iba a acostumbrar pero simularlo no le haría daño a nadie.

-Entonces me quedo tranquilo, ¿Vamos por unas galletas? Mi cuerpazo necesita comida-Solté una carcajada y asentí mientras comenzaba a caminar junto a el. 

El día transcurrió normal, demasiado aburrido a decir verdad. Luego de que las clases terminaran fui a la biblioteca con la esperanza de no encontrar a aquel sujeto desagradable nuevamente pero para mi mala suerte ahí se encontraba. Aquel lugar estaba desértico, al parecer a nadie le interesaba pasar tiempo allí excepto por aquel extraño chico. Sin soltar palabra ni mirarle camine entre los estantes, subí las escaleras que daban al segundo piso de aquel lugar y me dirigí a la sección de historia pero en el momento que tome un libro una explosión de hoyo retumbando por toda la habitación, a la vez un leve temblor movía el suelo. Rápidamente me sujete a las barandas y mire hacia abajo, el chico estaba sujetándose a una de las columnas. Luego de unos segundos el silencio invadió todo lo que nos rodeaba, no sabia que había hecho eso pero en el momento que me distraje el chico desapareció lo cual fue todavía más extraño. Baje las escaleras lo más rápido posible y corrí hacia la salida más aproximada pero en el momento que intente abrirlas estas estaban selladas, intente abrir una por una pero ninguna parecía abrir. Entre la desesperación y el terror que sentía comencé a golpear una intentando derribarla pero ni siquiera se movía.

Todo sea por la corona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora