Parte 5:

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Corrí y corrí, ni siquiera sabía que estaba haciendo o a donde tenía que ir pero sabía que a donde fuera todo seria exactamente igual. Porque bueno, los bosques solo tienen árboles uno tras otro demasiado similares. Finalmente mis pies se agotaron, me detuve mientras miraba hacia todos lados con desesperación. No tenía a donde ir, y entonces recordé aquella frase "Todo lo que sube tiene que bajar" y por alguna extraña razón terminé acercándome a un árbol relativamente alto. Mire hacia arriba, era bastante alto. Posiblemente si cayera dejaría a Francia sin un príncipe. En un acto de locura y poca cordura comencé a sujetarme de las ramas e intente subir mis pies de forma coordinada rama por rama hasta finalmente llegar a una altura donde quizás pueda triunfar o, como ya dije, dejar a Francia sin un príncipe. En el primer intento la rama que sostenía mi pie apenas se movió lo cual me dio algo de seguridad, pero en el momento que comencé a treparme en las otras estas comenzaron a quebrarse y en un acto de desesperación comencé a subir quebrando cada rama que me ayudaba en el impulso. Pero como todo árbol, las ramas comienzan a tener más distancia entre ellas haciéndose cada vez más imposibles de escalar. Me abrace al tronco con piernas y brazos, como tal garrapata. Mire hacia abajo para ver la altura en la que me encontraba, gran error. Todo comenzó a moverse y a ser borroso, rápidamente cerré los ojos intentando mantener la calma.

-¿Qué estas haciendo humano?-Inmediatamente al escuchar aquella voz mis piernas fallaron provocando que me resbalara por el tronco. Sentí un dolor punzante en mis manos en el momento que mis piernas impidieran que siguiera cayendo. Me mire las manos horrorizado. Estaban rojas y llena de raspones, incluso en algunos de ellos comenzaba a salir sangre-Necesitas desinfectar eso, se ve horrible.

Había olvidado aquella voz, pero por suerte esta vez no caí. Mire hacia abajo para ver el dueño de aquella voz, que si mi oído no me falla era de una chica. Pero no había absolutamente nadie.

-¿Se te cayó algo? Puedo traértelo-Me gire cuidadosamente y entonces la vi, una pequeña, demasiado, chica con alas. En el impacto de ver aquello mis piernas y brazos fallaron provocando que nuevamente cayera pero esta vez termine en el piso. Del dolor que sentía por los raspones ahora se había convertido en el dolor que sientes cuando estas apunto de morir. Aunque nunca me morí, ni estuve apunto de morir así que no tengo idea como se siente pero vamos a decir que se siente así.

Abrí mis ojos y pude ver como aquella mini mujer, estaba acostada en una roca a unos pocos metros de mi.

-Creó que te caíste-Comentó mientras yo intentaba levantarme pero en los intentos todos mis huesos parecían haberse roto.

-¿Eso crees?-Pregunte con cierta molestia y claramente un poco de sarcasmo.

-Claro, a menos que te hayas querido suicidar por ser un fracaso en la vida-Que molestia de perso...ser vivo-Te aviso ya de ante mano, fracasaste. Pero bueno, los fracasados fracasan.

-¿Te han dicho que eres desagradable?-Comenzó a reírse, esa risa era realmente un dolor de cabeza.

-La verdad es que no, lo que si me han dicho es que soy muy hermosa-Rodee mis ojos mientras impulsaba mi cuerpo hacia adelante logrando sentarme, finalmente.

-¿Y tu les crees?-Frote mi ropa la cual estaba sucia y tenía un par de hojas colgadas.

-Por supuesto, porque es la verdad-Me escogí de hombros mientras me giraba hacia ella, seguía recostada en aquella roca mirando hacia arriba con los brazos cruzados con sus manos detrás de su cabeza.

-¿Qué se supone que eres? ¿Tinkerbell?

-No, claro que no.

-Tienes razón, Tinkerbell no es negra-Ella al escuchar eso se levanto y voló tan rápido hacia mi que apenas la pude ver.

Todo sea por la corona ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora