Elizabeth se envaró.
—Claro que lo sé. A ti te van los ménages (tríos), te gusta compartir a las mujeres.
¿Cómo diablos se había enterado de eso? Era sorprendente. Perturbador. Condenadamente excitante.
Pero ella había dicho «ménage» como si la mera palabra la asustara de muerte. Luke se rió largo y tendido a costa de Elizabeth.
—Gatita, estás metiéndote en camisa de once varas.
—Por favor, no me trates como a una niña. Puede que no sea la mujer más experimentada del mundo, pero ¿qué más da? Todos partimos de cero. Estoy tratando de aprender. No te pido un compromiso ni que me dediques mucho tiempo. Hablo de una tarde o dos, ¿dónde está el problema?
Así que la gatita aún tenía garras. La encontraba salvajemente excitante. Se imaginó tumbándola sobre esa misma mesa, separándole las piernas para observar su sexo abierto para él mientras ella se retorcía y jadeaba en pleno orgasmo.
Él se aclaró la garganta y se obligó a centrarse.
—Olvídate por un segundo de que no tienes más que una vaga idea sobre el tema.
Centrémonos en la gran pregunta: ¿por qué? ¿Por qué quieres experimentar en tus propias carnes qué se siente al ser compartida?
Elizabeth cruzó las manos delante de ella y vaciló. Estaba intentando decidir qué contarle, pensando qué descartar y qué no. Luke le dio un minuto para que aclarara sus ideas; podía esperar. No pensaba ir a ningún sitio hasta descubrir de qué iba todo ese asunto.
—No sé si te acordarás, pero poco antes de que vinieras a trabajar con mi padre, éste había estado protegiendo a Harry Styles.
—Sí. — Luke se encogió de hombros.
—Harry y yo… nos hicimos muy amigos ese verano. Compartimos un vínculo especial. Se podría decir que nuestro amor floreció. Hemos salido con otras personas, pero no es lo mismo. Y nuestra relación sólo se ha hecho más fuerte con los años. Nos hemos mantenido en contacto por teléfono y por e-mail. Compartimos nuestras esperanzas, deseos y sueños. Llevo muchos años pensando en él, en nosotros y creo que a él le pasa lo mismo.
Que alguien le diera una bolsa para el mareo. ¿De veras Elizabeth se tragaba todo eso? ¿Que mientras Harry se iba tirando a toda cuanta mujer se le ponía por delante, la amistad con Elizabeth tenía un significado especial para él? Imaginó que sería posible… después de que el infierno se congelara.
—Ya veo —dijo rascandose la barbilla frustrado—. ¿Y eso qué tiene que ver?
—Bueno, hace unos seis meses, hablamos largamente de nuestra relación. Le dije que nunca podría sentir por nadie lo que sentía por él —se mordisqueó los labios, titubeando—. Harry me dijo que yo le importaba mucho, pero que su estilo de vida me escandalizaría.
No había más que leer la prensa amarilla.
—Sí, lo haría.
—He visto montones de fotos de él con diferentes mujeres. He oído rumores sobre lo mucho que le gusta compartir a las mujeres. Sé lo que tengo que hacer para tener un futuro con él. Pero él dice que no quiere corromperme; piensa que yo no podría soportarlo. Tengo que demostrarle que puedo ser lo que él necesita.
Santo cielo. ¿Acaso había perdido completamente el juicio? Pretendía que le enseñara a darle placer a ese niño bonito que presumía de ser cantante melódico y a algún idio*ta desconocido a la vez. ¿Seria Elizabeth una mujer inmadura para su edad, de ésas que perdían el uso de razon por las celebridades y gritaban como locas cada vez que oían su nombre? Se le encogió el estómago.
—¿Así que crees que yo te enseñaré cómo conquistarlo, y luego viviran felices y comeran perdices?
Elizabeth se envaró.
—Creo que lo más inteligente sería ir a Harry preparada para complacerlo y de esa manera probarle que puedo ser alguien especial para él.
—¿Y a qué viene tanta prisa?
—Ha vivido en Europa durante los últimos años. Lo he extrañado mucho. Pero por fin vuelve a Estados Unidos. Vuelve a Texas durante unos meses. Hemos hecho planes para vernos y averiguar si nuestra relación tiene algún futuro. Es mi oportunidad para demostrarle que aún nos une ese vínculo especial.
«¿Vínculo especial?» ¿Qué demonios se suponía que quería decir con eso?
—En primer lugar, ese tipo es una estrella del pop. Ha tenido tres álbumes en el número uno en los dos últimos años. Las mujeres caen rendidas a sus pies, y lo sabes.
Ella alzó la barbilla, altiva. Tenía su genio. Otra cosa que lo ponía tan duro como una roca.
—Precisamente por eso, no puedo permitirme el lujo de no estar preparada. Sé que tendré que competir por su tiempo y atención. Soy consciente de que no soy tan mundana como las groupies que lo persiguen. Pero existe una conexión entre nosotros. Quiero ver si nos lleva a algún lado y creo que él también está dispuesto a averiguarlo, aunque tiene miedo de hacerme daño.
—Y supongo que en segundo lugar, tú eres demasiado inocente para esto.
—Por eso te pido tu ayuda. Me niego a ir a verlo y correr el riesgo de que me considere una cría. ¿A qué vienen tantas preguntas? ¿Acaso es tan difícil hacerlo?
—Estoy dispuesta a que me lo expliques, y quizá también me haga falta una demostración. Depende.
«Jodidamente increíble».
—Una explicación no te serviría de nada, gatita, y no te prepararía para lo que realmente necesitas. En cuanto a una demostración, lo más probable es que salieras huyendo espantada.
Ella frunció el ceño. La frustración de Elizabeth aumentaba a la par que su deseo por ella.
—De ser así, tengo que saberlo ahora, antes de comprometerme con Harry. Si lo compruebo por mí misma…
—Saldrías de aquí gritando y corriendo tan rápido que baterías todos los records. No podrías soportarlo.
—¿Por qué? ¿Acaso estamos hablando también sobre el bondage o la dominación?
Harry agrandó los ojos sorprendido. ¿Cómo sabía ella de esas cosas?
—No parezcas tan sorprendido. No soy precisamente una niña.
—Puede que no. Pero eres virgen todavía. Apostaría mi vida en ello.
—Sí. ¿Y qué? Me estoy reservando para Harry. —Se apartó un brillante rizo castaño de la cara, actuando como si anunciar que una mujer de veintitantos años era virgen fuera la cosa más natural del mundo—. Luke, sé que no me debes nada, pero te estoy pidiendo lo más amablemente posible que me ayudes.
—Pues joder con tu petición. No me importa cómo lo expongas. Es una condenada estupidez.
—Si lo que te preocupa es que mi padre se enfade…
—Demonios, sí, por supuesto que se enfadará. Pero no es por esa razón por la que no estoy dispuesto a ayudarte. Elizabeth, éste no es el tipo de sexo que le vaya a una virgen.
Ella hizo una pausa, reflexionando sobre ello. Luego se puso en pie.
—Esta bien, lo entiendo. Al parecer no te atraigo para nada. Genial. Ya encontraré otra manera de aprender.
Luke debería dejar que creyera eso y dejar que se marchara, pero no podía. Tenía que hacerle saber que sí que lo atraía…. y que por ese mismo motivo estaba jugando con fuego. Luke se levantó y se interpuso en su camino.
—¿Así que piensas que no me atraes? —bajó la mirada al miembro grueso y duro que tensaba la bragueta de los vaqueros. Al instante, ella siguió la dirección de su mirada. El suave jadeo que emitió sólo lo puso más duro—. Gatita, no puedes imaginarte lo que se me ha pasado por la cabeza desde que me has formulado esa petición con esa boca tan deseable que tienes. Pero dudo que quieras saberlo.
Un ardiente rubor inundó las mejillas de Elizabeth mientras miraba de nuevo la entrepierna de Luke. Se mordisqueó los labios. Siempre hacía eso cuando estaba nerviosa o pensativa.
—Sí que quiero. Quiero saberlo todo sobre las relaciones sexuales que te gustan. Las que le gustan a Harry.
Luke se sintió molesto, y se prometió a sí mismo que si alguna vez tocaba a Elizabeth, ella dejaría de pensar en aquella afeminada estrella del pop. Estaría demasiado ocupada con él.
Sólo el pensar en decirle que no, le hacía sentir como si le aplastaran las pelotas. Mier*da, se le estaba ofreciendo en bandeja para que saciara su lujuria por ella. Lujuria que él llevaba más de cinco años conteniendo. Lujuria que le ponía el miembro increíblemente duro y que le hacía sentir un deseo que le retorcía las entrañas.
«Es inocente. Virgen. ¡¡Peligro!!»
Había llegado el momento de poner fin a aquello. ¿De verdad creía Elizabeth que era lo suficientemente madura para ser compartida? Sí, tenía que hacer que saliera huyendo en cuestión de segundos. Sería lo mejor antes de cometer alguna locura como agarrarla, tocarla, excitarla y penetrarla hasta el fondo.
—El sexo que me gusta no es ni dulce ni romántico, gatita. Es crudo, y en ocasiones doloroso para una mujer. Puede requerir una espalda de acero y mucho aguante.
Elizabeth se puso tensa y tragó saliva. Estaba nerviosa…, pero intrigada. La curiosidad se arremolinaba en aquellos preciosos ojos color avellana. Al fin, ella asintió con la cabeza.
—Continúa.
Luke se acercó más. No podía contenerse. Ahora también captaba su aroma. Desprendía un olor a perfume fino para mujer y lo que era peor... a deseo femenino. ¿Acaso estarían calentándola sus palabras? ¿O sería saber que lo excitaba lo que la hacía humedecer?
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Fantasía Prohibida - Luke Hemmings y Ashton Irwin
Fanfiction¿Cómo puede una chica inocente atraer a un famoso y atractivo cantante al que la prensa sensacionalista atribuye prácticas sexuales para las que ella no esta preparada? Elizabeth Jones esta decidida a hacer cualquier cosa para convencer al hombre de...