Capitulo Dieciséis

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Luke estaba cubierto por una película de sudor cuando rodó en la cama. La luz grisácea del amanecer se colaba por debajo de las persianas, burlándose de él. Esa noche apenas había dormido. La había pasado a solas, sabiendo que al otro lado del pasillo, Ashton y _______ compartían el calor de sus cuerpos —y probablemente mucho más— sin él.

Algo punzante y ardiente surgió en su interior, retorciéndole las entrañas. Luke no quería darle nombre. Pero tampoco lo necesitaba. Los celos eran condenadamente imposibles de confundir.

Salió de la cama y recorrió el pasillo hacia la habitación de Ashton . Qué estupidez. Qué manera de torturarse. Pero tenía que verlo con sus propios ojos. Tenía que saber…

Y lo supo. «Maldición». Hizo una mueca ante la imagen de _______ acurrucada de lado con la espalda pegada al pecho de Ashton , y sus piernas entrelazadas. Los dos estaban enredados entre las sábanas blancas y la mano laxa por el sueño que Ashton se había posado sobre uno de los pechos de _______.

Parecían tranquilos. Cómodos. Satisfechos.

Tres cosas que no iban con él. Que no se merecía. Él había destruido a Felicity, una chica inocente…

Interrumpiendo sus pensamientos con una maldición, Luke regresó por el pasillo a su habitación. Tenía que concentrarse en el ejercicio. Ese día era como cualquier otro, a pesar de la presencia de _______ en la casa y de su sombrío estado de ánimo.

Primero haría flexiones. Se echó en el suelo y comenzó la primera serie de cincuenta. El sudor lo cubrió de nuevo mientras las contaba, luego se tumbó de espaldas para hacer cien abdominales, y durante todo ese tiempo pudo escuchar cada crujido de las sábanas al otro lado del pasillo, cada murmullo de buenos días, cada desperezo de _______ y Ashton. Cada prohibida intimidad en la que Luke no se atrevía a participar.

«No te quejes. Lo hecho, hecho está», se dijo a sí mismo.

Cierto, pero… Ashton siempre se despertaba excitado, así que Luke  sabía lo que vendría a continuación. ¿Por qué demonios no se había comprado un iPod o una radio para no tener que oírlos?

Luke agarró las pesas y se dedicó a hacer trabajar sus bíceps, tríceps y pectorales, recordándose a sí mismo que Ashton merecía cualquier felicidad que pudiera encontrar con una mujer. Su primo siempre veía lo bueno en las personas, siempre intentaba ayudar, se reía con facilidad, entregaba su corazón una y otra vez. Y Luke … bueno, él sabía mejor que nadie cómo era.

De repente, oyó la risa de _______. El sonido cantarín flotó por el pasillo mientras Luke se tumbaba en el suelo para otra tanda de abdominales. Hizo rechinar los dientes. Luego sólo pudo oír los suspiros de _______. Primero uno, luego otro más largo y profundo… uno que descendió directamente a su miembro y le hizo sentir una puñalada en el vientre.

La negra oleada de celos lo acuchilló de nuevo, algo que no sirvió para mejorar su estado de ánimo y sí para multiplicar su deseo de golpear algo y hacer daño.

«Concéntrate». Dobló las rodillas para alternar con los abdominales. Eran los ejercicios de siempre. Pero concentrarse en la rutina era prácticamente imposible cuando se imaginaba las manos de Ashton acariciando las elegantes líneas del torso de _______ hasta llegar a aquellos pezones sonrosados, mientras inspiraba la dulce fragancia a melocotón de su piel y esperaba con su habitual paciencia y susurraba algunas palabras adecuadas que la harían humedecerse. Luego, lamería los duros brotes de los pechos, donde trazaría un círculo tras otro con la lengua, mientras bajaba las manos al vientre de _______, insitándola a separar aquellos dulces muslos para él, y, por fin, deslizaría los dedos en el resbaladizo refugio del sexo femenino y sentiría cómo las tensas paredes de la vagina de _______ se cerraban en torno a ellos.

El vientre de Luke se contrajo. Hacer abdominales con el miembro duro como una piedra no era nada fácil.

En especial cuando los suspiros de _______ se convirtieron de repente en gritos.

«Maldición». Se quitó las ropas empapadas en sudor y fue a darse una ducha fría.

Tras diez minutos bajo el agua helada en la ducha de estilo italiano, frotándose con el jabón perfumado de Ashton , estaba todavía más molesto.

Gruñendo, salió del cubículo, rezando para que ya se hubiera producido el orgasmo matutino. Aún no se había terminado de secar con la toalla la humedad que le perlaba el pecho, cuando oyó a _______ lanzar un desgarrador grito sensual y lujurioso. Suplicante. «Demonios. Adiós a los beneficios de la ducha fría».

Luke terminó de secarse por completo, concentrándose en el diseño de la pared de yeso veneciana. Pero no pudo dejar de oír los sonidos sexuales que provocaba el placer que Ashton le proporcionaba a _______.

La puerta entre el cuarto de baño y el dormitorio contiguo al de Ashton, estaba entreabierta, y los gemidos implorantes de _______ flotaban en el aire. Primero jadeos, luego grititos. Estaba cada vez más cerca.

—Por favor, Ashton.

«mier*da».

Y eso era exactamente lo que quería hacerle a _______, acomodarse entre aquellos dulces muslos y ser el primero en hundirse profundamente en su interior. Pero eso no iba a ocurrir. Ella no quería y él no podía consentirlo.
«Pero tú podrías estar disfrutando con ellos».

Y ma*ldito fuera si no se sentía muy tentado. Estaba en su derecho. Lo compartían todo por igual; era lo que Ashton y él habían acordado hacía ya una década, y jamás se habían arrepentido.

¿Por qué envidiaba tanto el placer que se estaban dando Ashton y _______? Nunca le había importado antes. ¿Y por qué no participar en lo que se estaba desarrollando esa mañana?

_______ era demasiado tentadora, demasiado dulce y demasiado receptiva. Demasiado inocente y vulnerable. Y demasiado peligrosa para su tranquilidad de espíritu. Se parecía demasiado a todo lo que él llevaba años buscando. Si se dirigía a la habitación de Ashton, desnudo y excitado, sería absorbido por el atractivo de aquella mujer y se ahogaría por completo.

La noche anterior, el deseo de abrirle las piernas, acomodarse entre ellas y reclamarla, lo había golpeado de manera implacable. Y lo peor de todo era que aquel deseo había crecido como las malas hierbas en un jardín perfectamente cuidado. Tenía que recobrar el control antes de perderlo por completo. Antes de tocarla de nuevo y hacer algo alocado e irrevocable. Con fatales consecuencias.

Gruñendo, agarró unos pantalones cortos y una camiseta, luego se embutió los pantalones sobre su implacable erección matutina. Café. Era lo que necesitaba ahora mismo.

Empezó a recorrer el pasillo, vaciló al pasar delante de la habitación de Ashton. Al verlos sintió como si le pegaran un punzazo en el estómago. Ashton tenía la cabeza oscura inclinada sobre el cuello de _______, el pelo largo caía sobre los pechos y hombros pálidos como porcelana. Los elegantes dedos de su primo jugueteaban entre los muslos abiertos de ella. Desde donde él estaba, el deseo de _______ era evidente, sus pliegues estaban resbaladizos, rojos e hinchados.

—Me muero por hacerte gritar —murmuró Ashton—. Porque estés tan excitada que me implores.

—Ashton, ahora. Por favor —gimió ella, aferrándose a su pelo—. ¡Por favor!

—Pronto, cariño. Deja que el deseo aumente. Ella movió la cabeza de un lado a otro.

—No puedo soportarlo más.

La súplica de _______ se clavó en las entrañas de Luke.

—Puedes. Sólo un poco más.

Ashton sacó los dedos del anegado e hinchado sexo de _______ para acariciarle los muslos, el abdomen… ignorando sus caderas cuando ella las alzó hacia él. Luke no podía ignorarlo. Y no iba a hacerlo.

Entró en la habitación, bajándose los pantalones cortos por las caderas con un ansia salvaje.

«Follala». Necesitaba follarla… tenía que meterse en ella profundamente. Tenía que ser el primero.
Ya.

—Ashton… tócame.

El grito gutural de _______ atravesó a Luke, sacándolo del estupor sensual. Le había pedido a su primo que la tocara, no que la follara. «Santo cielo». ¿En qué estaba pensando?

En nada que debiera pensar.

De hecho, no debería estar allí, deseando estar dentro de ella. Reclamándola. Y lo que era peor, pensando en arrebatarle aquello que ella quería reservar para otro hombre. Nada bueno podría salir de eso. Él ya había tomado a una virgen antes y sabía a ciencia cierta lo que venía a continuación.

Luke se subió bruscamente los pantalones, se dio la vuelta y regresó al pasillo, conteniendo una imprecación. _______ iba a estar allí dos semanas. ¿Cómo iba a conseguir no tirársela, no sin destruirla?

El suelo de pizarra de la cocina le enfrió los pies desnudos cuando entró en aquella estancia y agarró el café de la despensa. Miró el paquete. Trufa de caramelo con chocolate. Ma*ldito café aromático. ¿Por qué demonios nunca había café normal allí? Cerró la despensa de golpe. Lanzando el paquete sobre el mostrador al lado de la cafetera, Luke se quedó paralizado.

—¡Ashton!

Otra súplica de _______. «Maldición». Cerró los ojos con fuerza y soltó un fuerte suspiro.

Un momento después, abrió de golpe la tapa de la cafetera que crujió con un sonido que no auguraba nada bueno. Luego aquella Mal*dita cosa cayó al suelo. Maldiciendo otra vez, Luke se agarró al borde de la encimera. Tenía tensos todos los músculos del cuerpo, desde el ceño fruncido y los ojos entrecerrados hasta los dedos de los pies, encogidos sobre el suelo de pizarra italiano.

«Esto es lo que te mereces», se castigó a sí mismo mientras recogía la tapa del suelo y la ponía en su sitio. Llenó la cafetera de agua, echó el café molido en el filtro y apretó el interruptor con decisión.

Al parecer, Ashton también apretó el interruptor de _______ en ese mismo momento.

—¡Oh, Ashton! —gritó ella antes de lanzar un gemido largo y torturado.

Así que _______ se había corrido por fin… bajo las manos de Ashton, bajo las caricias de Ashton.

¿Por qué demonios hacía eso que Luke quisiera golpear algo? ¿O a alguien?

Mejor no averiguar la respuesta.

¿Les digo un secreto? La estoy leyendo también, así que si me tardo un poquito, es por que estoy leyendo eeeeeeeeh, me mueeeeeeero por que sepan por que harreh no se quiere echar a la rayis por que es virgeeeeeeen owowowow, aun falta <3 Vamonos por otro!

Fantasía Prohibida - Luke Hemmings y Ashton IrwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora