II

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Estaba en el tumulto de hombres postulantes para el harem de la princesa. Quizá podía entender la euforia y emoción ya que la persona en cuestión tenía peso político muy grande, aunque a mi en realidad no me causaba nada

Tenía una mirada fija en el ondear de las banderas que hasta ese momento me parecían más interesantes que el borlote ocasionado por la gente. Podría decir que estaba indiferente al asunto del harem

No era mi deseo encerrarme en una habitación donde no sólo estaría yo, sería una rotunda despedida a mi libertad y privacidad, además la idea de contraer a una mujer que debía compartir tampoco a era muy atrayente que digamos. Sin embargo, algo cambio en cuestión de segundos

Escuché un suspiro a lado mio, de un tipo flacucho y pálido, lo observé mientras su mirada se dirigía arriba, volví mi vista a la caseta donde sus majestades estaban y la vi...

Con su piel pálida y blanquecina, esa sonrisa de aparentementes suaves y apetecibles labios rosados, como los pétalos de un cerezo, su cabello largo de color negro azulado ondeando con la ligera brisa, y sus ojos. Esos ojos grandes de color almendra penetraron hondo en mi alma, con tan solo verlos desde lejos fui capaz de crear un futuro donde las retinas de la princesa eran mi espejo eterno

Sentí mi vista agudizarse y mi corazón latir más rápido, a prisa. Sin ser consciente abrí la boca sintiendo mis mejillas cálidas. Ella, la persona que saludaba amable al resto de la gente, la persona que posiblemente ascendería al trono, la persona que estaba cautivandome sin yo darme cuenta, la princesa

Mi princesa

Porque secretamente ahora era mía, en mi razocinio su esencia me pertenecía ya, su intenso mirar se dirigía a mi, a pesar de solo cruzar la mirada un segundo, lo sabía. Sabía que era preciosa y la quería para la eternidad

Lo primero que se llevaba a cabo era el banquete, los mercaderes de comida servían majares para la realeza, panes al vapor, onigiris con rellenos exóticos, dulces y otras comidas tradicionales

La mesa principal estaba llena de deliciosos platillos cocinados con devoción para la emperatriz. Akane observaba a todos degustar la comida de los puestos, muy sonrientes

Algunos jóvenes no dejaban de mirarla poniendola nerviosa, agachó la mirada sonriendo con timidez. Era extraño recibir tanta atención, aunque sabía que muchos de ellos lo hacían por su peso político no pudo evitar sentirse incómoda y extraña con la situación

Al mismo tiempo, los pobladores llevaban acabo danzas como entretenimiento,

-S-Señorita A-Akane- escuchó la chica a su costado derecho -D-Digo su majestad- un joven de camisa amarilla y pañoleta tenía un presente en sus manos con las mejillas sonrosadas

-Dime- le invito a continuar mientras sonreía

-Esto es para usted, ojala le guste- le tendió el objeto envuelto en seda. Guiada por su curiosidad la princesa desenvolvió el regalo encontrándose con un collar de lo que podía presumir, eran rubíes

-Vaya, que detalle- dijo ella titubeante, sus ojos denotaban sorpresa, no es que sea la primera vez que viera un rubí, sin embargo, recibirlo por parte de alguien del pueblo era inusual

Regresó la vista al muchacho mirando peculiaridades en su vestimenta. La tela de su ropa se veía costosa y fina, además cargaba con un emblema, entonces supo que el joven pertenecía a una familia rica

Sabía que en el poblado había gente adinerada, más sin embargo nadie pasaba pobreza en realidad. Lo que hacía distintos unos a otros era la posesión de tierras y relaciones exteriores en el mercado

-¿L-Le ha gustado?- cuestionó el muchacho chocando la punta de sus índices en un gesto tímido sin mirarla a los ojos directamente

-Si, muchas gracias- Akane volvió a sonreír con dulzura sonrosado al joven aún más -Es un grandioso detalle, lo usaré en alguna ocasión

-Me, alegro- hizo una pequeña reverencia orgulloso de su logro -Con su permiso majestad- retrocedió sonriendo tontamente

-Hija ¿Quién era el muchacho que platicaba contigo?- Naoko bebía té elegantemente

-Es alguien que se acercó a darme esto- Le mostró el collar

-Esos son rubíes traídos desde china- catalogó Naoko

-Si, lo sé. El chico que me lo obsequió tenía un emblema de cerdos- le contó sobre aquel símbolo de importancia

-¿Cerdos?- meditó su madre -Seguramente era de los mercaderes Hibiki, son muy conocidos en esta región, pronto sabrás del estado. En unos años habrás de pelear por el trono hija mía y debes conocerlo todo para entonces

Akane asintió, ser la menor de la familia que gobernaba era realmente una bendición, pero al mismo tiempo una maldición, muchos esperaban demasiadas cosas de tu parte, eras la esperanza de que el legado siguiera en el gobierno y si perdías en las batallas eras una completa deshonra

Dio su presente a un guardia para que lo guardase mientras la fiesta continuaba, siguió observando los locales y la gente pasear mientras le sonreían y la reverenciaban

Saludo a cuantos aldeanos podía, niños, mujeres, hombres, todo tipo de personas hasta la hora de la selección. El gong resonó en toda la plaza alertando a los aldeanos. Cada postulante se acercó a su lugar poniéndose con una rodilla en el suelo y la otra pierna flexionada, con la cabeza baja en señal de respeto

-¡Atención! ¡La princesa Akane hará la selección del harem!

Ranma se puso ansioso, sus nervios comenzaron a roerle poniendo su paranoia ante todo. Su corazón latió más rápido ¿Y si no lo elegían? ¿Quién disfrutaría la dulzura de esos labios tan anhelados? ¿Quién tendría la fortuna de ser el primer hombre en saborear su piel satinada? Y si no era él ¿Sería capaz de soportarlo?

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora