XVII

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Sangre y dolor, era lo que las retinas de Ranma miraban no importaba la dirección a la que se dirigiera su visita

La guerra era un lugar caótico parecido al infierno, había tenido combates ardientes que quemaban desde el interior por el cansancio pero ninguno se comparaba con la real y cruda guerra. Iba trás Akane en un caballo -¡Soldados! ¡Presten atención!- Sasuke dirigía la campaña junto la princesa -A partir de aquí estamos en terreno enemigo, no bajen la guardia, su Majestad y yo iremos al frente- informó alertando al azabache

-Pero señor...- Ryoga estaba por protestar cuando fue acallado

-No es momento para peros, soldado Ryoga. Si le preocupa el bienestar de su Majestad entonces vele por ella y no baje la guardia- Sasuke podía parecer despreocupado en el Palacio, su semblante siempre relajado y con una sonrisa ligera daban a entender que no era muy apegado a las obligaciones que le correspondían

Pero en el campo de batalla, en la guerra real todo cambiaba, sus ojos se volvían voraces, hábiles para detectar peligros a kilómetros de manera muy precisa y hasta terrorífica no se separaba de Akane más de lo necesario, era hábil más que su propio padre a quien no admiraba mucho de por sí

Atento de incluso su respirar, el crujir de las ramas y las pisotadas de los caballos resultaban distintas. La vereda que conducía a la aldea más cercana estaba obstruida, un insignificante obstáculo se interponía en su camino. Cuando todos los soldados lograron sobrepasar y llegar a la población próxima sus ojos se toparon con la desgracia, el infierno mismo

Cadáveres y destrucción se alzaban ante ellos, las chozas quemadas y los cuerpos degollados eran una escena grotesca para observar por mucho tiempo. Los soldados agacharon la cabeza con solemnidad orando por las almas que habían partido al más allá, lamentando tristemente no haber salvado sus vidas

-Akane- Naoko llegaba por el flanco poniente a la aldea arrasada, con una niña entre sus brazos -Uno de tus hombres ha de llevar a esta sobreviviente al campamento más cercano- el semblante de la mujer se veía desmejorado. Todos creían erróneamente que se trataba del impacto que causó la desgarradora realidad agolpada en sus ojos como cientos de flechas pero distintas eran las cosas

Ranma fue el encargado de llevarse a esa pequeña, Akane no quería exponerlo a una sangrienta batalla, sus hermosos ojos azules debían mantener su pureza el tiempo que más pudiera, no quería mancharlos de sangre. Todavía

El muchacho quiso protestar, si había alguien que iba a cuidar de Akane ese era él. No permitiría que algo llegara a pasarle a su princesa en esta sangrienta guerra que olía a muerte fuera por donde fuera, sin embargo Naoko pasó de ser la maternal madre del Palacio a una calculadora mandataria. Todos cambiaban su actitud por otra y él mismo se sorprendía de no ser conciente de ahora estar entre los enemigos que los acechaban

-Saotome, si tienes algo que protestar puedes tirar tu estandarte y marcharte- le indicó Sasuke con la mirada dura, fiera -O puedes acatar la orden de su Majestad

A regañadientes Ranma tomó a la pequeña temerosa, la cargó consigo para luego marcharse a todo galope, mirando de reojo a su añorada guerrera -Bishamonten la acompañe- susurró antes de acelerar la huida

Las tropas de Nerima siguieron avanzando sigilosos, no obstante su silenciosa entrada al bosque se vió interrumpida por una emboscada. Decenas de hombres los rodearon en cuestión de segundos con claras intenciones de matarlos -¡Soldados! ¡Honor y gloria a la reina!- Sin esperar un segundo más, la batalla comenzó de manera brutal

El choque de las espadas y gritos de guerra hacían que el combate fuera estruendoso. Naoko diestra con la espada peleaba cual danzar interminable, la afilada hoja de su katana se deslizaba por la piel enemiga sin dejar un daño mortal, solo el necesario para doblegar

Akane le seguía el paso siendo su refuerzo, los soldados acalorados golpeaban de forma contundente tirando a sus enemigos sin embargo no podía existir un ejército invicto. Los rebeldes también derribaron a una considerable cantidad de contendientes. El color de la sangre manchaba las rocas así como los verdes pastizales

Naoko... Realmente un día tendrás que saber lo que significa morir

Sus piernas comenzaron a flaquear, su visita nublada no permitía ver nada más allá de sus narices mientras la katana caía de sus manos. Su corazón comenzó a palpitar de manera irregular, el dolor la invadió desde dentro haciéndole caer de bruces sin remedio

En la conmoción quedó su mente sintiendo como su enemigo la atravesaba sin dudar un segundo. Miró a su hija fiera en batalla sonriendo de orgullo -A...kane- y se desplomó en peso muerto

La joven princesa corrió en su auxilio al notar la desgracia pero era tarde. Naoko estaba desangrándose en el suelo a mitad de una guerra. Afligida la chica hizo lo que el Código de Meiyo dictaba, oró por el alma de su madre y manchó sus propios dedos con la sangre de Naoko recitando el último verso del poema triste -Y la gloria te seguiré otorgando-

Sus ojos avellana se volvieron oscuros arremetiendo contra todos sus enemigos sin piedad -Honor y gloria a la reina

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora