VII

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La vida en el palácio comenzaba temprano, incluso antes del trinar de las aves. Ranma estaba acostumbrado a levantarse a la salida del sol para entrenar

Sarutoru entró a su habitación mientras unas cuantas odaliscas dejaban bandejas de comida en la mesita de té para cada ocupante de la habitación —Arriba— habló el encargado del orden —Hoy es su primer día como miembros del harem, deben dar una buena impresión, desayunen y vayan a asearse después, anden, anden

De nuevo los cuatro eran los que quedaban, Ranma olisqueo su desayuno, un poco menos de la ración que estaba acostumbrado a recibir en casa. Pero decidió sabiamente no protestar —Gracias por la comida— se dispuso a proceder con su desayuno

Veinte minutos más tarde todos hacían fila para entrar a los baños, algunos con cara de no haber dormido mucho —Ranma— Ryoga llegaba a formarse tras él junto con Mousse

—A partir de este pedazo de la fila se tendrán que bañar con agua fría, el agua caliente se terminó— anunció Sarutoru. A Ranma se le pusieron los pelos de punta ¿Agua fría? Tragó duro, no podía bañarse con agua fría, no con tantos hombres presentes

—Yo, creo que paso del aseo por hoy, aún sigo limpio— Ryoga retrocedió un poco. Mousse tenia la mirada más indiferente que podría existir asistiendo sin interés

—Como quieras— se adelantó en la fila

—Yo, igual paso, quiero decir, que ustedes pasen primero— dijo Ranma a varios que se encontraban tras él

Sus manos comenzaron a sudar, sería un grave problema si alguien llegaba a descubrir eso que le causaba deshonra —¡Ranma Saotome!— Un guardia gritó su nombre poniéndolo alerta

—Diga

—Tu padre el general te busca— ante las palabras que aquel hombre todos miraron sorprendidos al azabache

—Yo...— iba a responder para huir rápidamente de ahí sin embargo Sarutoru lo detuvo

—Imposible, no puede ir ahora. Está a punto de reunirse con la princesa y necesita estar aseado

—Es solo un momento— Quizo intentar persuadirlo pero se negó rotundamente

—He dicho que no y es mi última palabra— Elevó la voz

—¿Qué ocurre aquí?— Nabiki pasaba ahí por casualidad enterándose del alboroto —Sarutoru— le inquirió

—Majestad— todos hicieron una reverencia con respeto —Verá el padre de este jovencito es el general Saotome y solicita verlo, pero es imposible ahora

—Déjalo— respondió ella sin más

—Pero majestad...—

—He dicho déjalo— reiteró con voz fuerte —Anda hijo del general

—Gracias su majestad— hizo una reverencia alejándose junto al guardia y bendiciendo a todos los dioses por salvar su pellejo. Llegó a un edificio diferente del que se encontraba siendo recibido por su padre

—Ranma— Genma Saotome, era el general de las tropas que resguardaban el reino, vivía en el Palacio a diferencia de su esposa Nodoka y su hijo, hasta ahora —¿Cómo has estado muchacho?— lo recibió con los brazos abiertos pero el joven era un poco arisco para las demostraciones de cariño fraternal

—Hola viejo— saludó —Bien, como puedes ver

—Jajaja ese es mi hijo— se aclaró la voz —Necesito hablar con él unos minutos— lo dejó pasar a su alcoba cerrando la puerta —Creo que tienes problemas— habló el mayor —Ahí tienes donde asearte sin que nadie descubra tu desgracia

—¿Y de quién crees que es la culpa?— el muchacho lo observó con ojos asesinos —Esto es lo menos que puedes hacer por mi, viejo— se adentró en la puerta azotando la madera con fuerza

Apretó sus puños hasta el punto de poner blancos sus nudillos, no podía creer que hubiera olvidado un detalle tan importante —Maldita sea— su ser se frustró ante el oscuro panorama que le esperaba si lo descubría alguien

No quiso dar más vueltas al asunto, con rapidez se deshizo de sus ropas mirando los cuencos de agua flotar en la pileta. Solo una pequeña tetera de agua caliente reposaba sobre un banco frente a él

Vertió la primer xicarada de agua fría sintiendo su odiosa transformación, el muchacho viril de ojos azules ahora era una pelirroja de delicadas curvas

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora