XXXIX

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—Si, algo pasó— la menor sintió una roca atascarse en su garganta. Entonces si era cierto lo que se decía —No conozco todos los detalles, ya estaba pasando cuando yo me presenté en tu lugar. Ese... Ranma no paraba de lanzar halagos a la amazona, para ser justos él no se veía muy deseoso de hacerlo 

Akane asintió, sopesando la información recién obtenida ¿Cómo pudo atreverse? —¿Por qué lo dices?

—No estoy muy segura de porqué hacía eso pero notaba su cara de hartazgo. Pude deducir algunas cosas cuando en alguna ocasión los encontré discutiendo por los pasillos— relató más a fondo observando como Akane se ponía triste. Debe entender que busca el trono de una nación dijo Nabiki para sí misma —Shampoo tenía tu anillo, supongo que se lo quitó al concubino sin permiso pues se aprovechó de la situación. Declaró que iba a quitarte todo

Ella me lo dijo recordó en su mente las palabras del azabache

—Yo le quité la prenda y la oculté, solo hasta que tu volviste se la devolví

—¿Por qué no se la quedó Majestad?

—Pensé que aquel muchacho era digno para darle el beneficio de la duda

—¿Entonces a qué se debe que me diga esto ahora?

—He cambiado de opinión, Akane tu no puedes manejarte por las buenas impresiones porque aspiras a un  puesto muy importante ¿Comprendes? Debes remitirte a los hechos no a las palabras— los dichos calaron hondo haciendo aterrizarla en la realidad —Por otro lado, si quieres renunciar a la competencia yo tomaré tu lugar

—No— se opuso rotundamente. Ahora menos que nunca iba a dejarse vencer —En el torneo voy a participar yo, como se previó desde que nací

—Pero Akane

—Estaré bien Majestad, se lo prometo— vocifero sonando convincente —Le agradezco su sinceridad

—Si quieres saber la historia verdadera pregúntale al concubino, sólo él podrá darte una respuesta— Nabiki se levantó dispuesta a marcharse —Que nuestros ancestros te den fuerza hermana

—Que así sea— la otra también se levantó para despedirla —Gracias por lo que me ha dicho su Majestad

Al quedarse sola la joven se retrancó en la puerta deslizandose hasta el piso Shampoo tenía tu anillo

Sintió lágrimas bajar por su rostro y sin tapujos comenzó a sollozar ¿Cómo pudiste hacerlo Ranma? Dejar que Shampoo te quitara algo tan importante

A pesar de oírla los guardias no hicieron amago por entrar a consolarla, estaba prohibido. Con parsimonia se levantó limpiando sus ojos y sintiendo la necesidad de golpear algo

Tenía que comprobar con actos la verdad, no podía vivir esperanzada a que le fueran fiel por el simple hecho de ser una princesa; molesta consigo misma decidió entrenar un poco dentro de su habitación; levantó el futón y empujó los baúles hasta pegarlos con la pared

Un enemigo invisible se levantó delante suyo mientras lanzaba golpes con furia, fue sofocando su respirar de manera paulatina mientras el aire ardía cada vez más al inhalarlo. Lanzó patadas en cadena hasta que su sudor perló por completo su frente

Liberó sus emociones contenidas a modo de golpes, contra el vacío inocente de su mal humor. Cerró los ojos y no pudo evitar ver a alguien dentro de sus pensamientos, su sonrisa, sus ojos azul profundo, el pelo negro regido en una trenza perfectamente tejida que nunca tenía un cabello suelto en su estructura

Se había enamorado sin remedio, había estado albergando tantos  sentimientos por Ranma pero nunca creyó que la sobrepasarían esas emociones

Debía verlo, hablar con él y aclarar su situación, no estaba dispuesta a dejar morir su ardiente amor por nada. Ni por nadie, sin embargo aquello tendría que esperar hasta los encuentros

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora