XIV

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Un mes había transcurrido desde que Akane eligió a su harem. Todo marchaba de maravilla en el palacio, cada uno desempeñaba su tarea con gran devoción a la princesa

La campaña en contra de los rebeldes del Norte estaba a pocos días de ocurrir. Era la primera campaña en la que Akane iba a participar de manera activa. Así que Naoko entrenaba con ella todas las tardes hasta el anochecer

Ahora la chica tenía músculos más poderosos y marcados, sin embargó viendo a sus hermanas tan femeninas como eran le daba un poco de envidia que ellas pudieran ser libres de la responsabilidad que suponía su legado

Lavándose en su manantial privado intentaba por todos los medios no mirar su cuerpo, el reflejo que le devolvía el agua no era de su agrado totalmente. Comenzando a relajarse por fin, las puertas de su oasis se abrieron abruptamente dejando ver a una pelirroja bastante alterada, mojada y siendo seguida por dos guardias

Los dos hombres se petrificaron en su lugar, era su sentencia de muerte. Avergonzados hasta el último cabello salieron corriendo del lugar dando tropiezos

Akane seguía sumergida en el agua, sin embargo la pelirroja no había reparado en su presencia, la intrusa con las manos sobre su cadera rió burlonamente -Ja, sabía que no podrían conmigo

De pronto sintió una mano sujetar su el brazo para darle la vuelta. Tan pronto como giró, una daga amenazaba su cuello igual que unos ojos avellana amenazadores

-No te muevas- ordenó la princesa a la intrusa en su santuario privado -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

Ranma tragó grueso Akane se veía molesta, letal. Daba miedo sostenerle la mirada por mucho tiempo, por instinto de supervivencia bajó los ojos sin mirar su rostro, ese fue un error grave

Sus retinas toparon con la yukata mal puesta de Akane que dejaba al descubierto una porción generosa de sus senos. Se sonrojó de inmediato queriendo huir lo más rápido posible del lugar, sin embargo a penas se movió un ápice la daga se contraía peligrosamente a su piel nuevamente

-Habla- exigió la joven con mucho enojo. Sin darse cuenta de la situación en la que ponía a la pelirroja

-Yo...- intentó hablar pero quedó mudo, estaba totalmente desorientado, una cocinera lo había mojado con agua fría transformándose en esa maldición aberrante y deshonrosa

-Tu...- le incitó a continuar la soberana -Anda, no te quedes callada-

-Yo soy... Ra...- Estuvo a punto de decir su nombre cuando la realidad lo golpeó. No podía revelar su identidad ante Akane, sería humillante para su hombría

-¿Ra...?

-Ranko majestad- la pelirroja se movió rápido arrodillandose ante la otra jovencita -Soy una nueva sirvienta, perdóneme por favor- pidió con el alma en un hilo. Podría perder toda su masculinidad en estos momentos, lo prefería a perder su vida

Akane bajó la daga mostrándose menos molesta -Nueva sirvienta ¿Qué haces aquí entonces?- preguntó acomodando su yukata -¿Cómo llegaste?

-Yo...- piensa Ranma, di algo -Yo me perdí en el Palacio cuando nos dirigiamos a un lugar y los guardias me confundieron con un espía- inventó con el corazón latiendole muy rápido y sin mirar su rostro -Perdóneme por entrar así Majestad, no sabía que estuviese aquí

La de pelo azul suspiró sonoramente -Sasuke- llamó al guardia. El hombre apareció por la puerta -Llevala a donde las demás sirvientas, se perdió

-Entendido Majestad- Sasuke hizo una pequeña reverencia esperando que la pelirroja se levantara -Ven conmigo

Ranko no miró ni una vez el rostro de Akane, se despidió respetuosamente saliendo rápido de ahí. De pronto un pensamiento cruzó su cabeza cuando las puertas del santuario se cerraron -Disculpe- le habló a Sasuke mientras caminaban -Usted es guardia de la princesa ¿Cierto?

-Así es- respondió tajante el otro

-¿Por qué no la defendió?- le molestaba que lo hubiera dejado pasar sin más a ese lugar siendo quien debía resguardarlo

-Porque usted huía, no tenía intenciones de atacarle- contestó naturalmente -Si la hubiera intentado herir usted estaría muerta

Ranma meditó esas palabras. Entonces lo dejó pasar ¿Solo porque sí? No entendía al supuesto guardián de Akane, debía ser más precavido a cerca de ella, vaya hombre más descuidado

Llegaron a un salón repleto de mujeres con kimonos largos pero claramente más sencillos que los de la emperatriz y su familia. De tela barata -Creo que dejaste algo en los pasillos, Akari- Sasuke le informó a la encargada de las sirvientas

-Buda me perdone- Akari hizo una reverencia -¿Dónde estába?- cuestionó molesta jalando a la pelirroja del brazo -¿Por qué estás mojada? ¿Ah? Por Buda que me volveré loca. Mira esa ropa

-Nos vemos Akari, ya no pierdas a ninguna criada, casi le cortan la cabeza- expresó el samurái riéndose

-Gracias Sasuke, no pasará de nuevo- la histérica mujer empujó a Ranko dentro de un cubículo para asearse -Apurate, la audiencia con la princesa Nabiki no tarda en empezar y tú aquí perdiendo tiempo- sin ser cuidadosa la despojó de sus ropajes -Pero si esto es ropa de hombre ¿De dónde saliste?- Akari realmente estaba agradecida con las divinidades

El antiguo dueño de las sirvientas dijo que se le había perdido una de camino al Palacio. Se disculpó por su torpeza pero no podrían recuperar a la sirvienta perdida, con miedo en todo su ser Akari no sabía de quien se trataba aquella pelirroja pero sentaba de maravilla a su situación alarmante

Con rapidez le vertió agua fría al cuerpo tallando su persona -¡¿Qué hace?!- gritó Ranko cubriéndose del agua fría

-Estaría caliente si no te hubieras perdido en el castillo- la reprendió -Apurate a secar y ponte eso- ordenó señalando un kimono café madera como el de las demás sirvientas -Anda anda, que no tengo todo tú día- la obligó a ponerse los artilugios

Cuando salieron del baño las sirvientas restantes se alistaban la una a la otra -Vamos vamos, la princesa Nabiki debe estar por llegar al salón

Akane se dirigía a los aposentos de su madre. Con la campaña cerca debían afinar detalles, llegó a la puerta siendo anunciada por el guardia -Su Majestad Akane está aquí excelencia

-Déjala pasar- ordenó Naoko viendo a su retoño entrar por el lumbral -Akane, hija

La joven entró al sitio oliendo un suave incienso pero al mismo tiempo se sintió mareada por ello -Alteza, Buda la bendiga- oró agachado la cabeza a lo que su madre respondió

-Y que Bishamon nos acompañe- acarició su hombro con suavidad -Ven quiero discutir algunos asuntos contigo- ambas se sentaron en los cojines del tatami -Se acerca la campaña más importante de este mes, como sabes enfrentamos a los rebeldes del Norte- su tono se volvió serio -Akane, quiero pedirte que traigas a dos de tus concubinos a esta batalla

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora