XIX

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—Escucha, Akane. Cuando seas gobernante deberás pelear por nuestro honor, si eres débil no podrás gobernar adecuadamente. Sé fuerte hija
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—¡Pero es inaudito! No podemos permanecer sin reina hasta que termine el verano ¡Debemos proclamar a la princesa Akane como representante máximo de nuestro régimen! 

—Eso no tiene nada honorable, una reina sin haber peleado. Semejante estupidez se te ha ocurrido— la mesa de discusión estaba repleta de pergaminos con códigos sobre las leyes de Poliandria

La muerte de Naoko había desatado la guerra entre los miembros del Consejo —Señores, les recuerdo que de acuerdo al Código, Soun Tendo debe gobernar hasta que consigamos a las doncellas que van a pelear por el trono

—Un hombre gobernando. No pasa desde que la gran catástrofe ocurrió hace años ¿Acaso un hombre puede gobernar justamente?— las antiguas emperatrices discutían fervientemente sobre el futuro de Nerima

—Según la ley y lo establecido en el sagrado libro, así debe ser— sentenció la más antigua ex gobernadora —Llamen a la mesa a Soun Tendo, debe responder

—¡Sueltenme les digo!— la voz femenina desesperada y molesta se escuchaba desde fuera rompiendo el ambiente de debate. Las puertas sonaron en un golpe hueco haciendo a las ancianas salir del recinto a toda prisa

Frente a ellas Ranko luchaba por safarse del agarre que ambos guardias tenían en sus muñecas —¡Dejenme en paz!— amenazó irritada la joven de cabellera roja —No saben con quien se están metiendo

—¿Y con quién nos estámos metiendo?— inquirió Cologne la más antigua exgobernadora mirándola fijamente. La mujer mayor conocía a la susodicha "chica de pelo de fuego" Era como un fantasma que aparecía de pronto y después ya no estaba —No te quedes callada, habla—

—Señora...— Genma llegaba a toda prisa al enterarse del alboroto que casaba su hijo —Señora Cologne

La anciana veía con sospecha al hombre agitado —Genma, que bueno que aparece general... Ésta jovencita ha causado muchos problemas ya. Decapitela— ordenó seria y gélida

Una nueva mañana comenzaba en la ciudadela Nerima. Los árboles perdiendo las hojas lentamente debido al otoño, adornaban los campos del palacio que se preparaba para recibir a las postulantes para emperatriz de Poliandria

Las puertas principales del pueblo estaban cerradas, no querían accidentes o ataques sorpresa durante una ceremonia tan importante

Los aldeanos formaban los bullicios en cualquier calle, todos con insignias diferentes y estandartes como símbolo de apoyo a sus candidatas preferidas, después de dos meses las doncellas estaban listas para asumir su cargo

Diez hermosas mujeres se enfrentaban para disputar el trono de Poliandria, sin embargo antes de los combates físicos existían rituales importantes para el Imperio. A condición de su derecho debían pasar un año entrenando no solamente su capacidad de pelea (aunque de ello dependiera su victoria)

En una caseta de máxima vigilancia se hallaban todas con velos cubriendo su rostro —Señoritas— Sarutoru entraba con dos odaliscas a los costados —Es hora de empezar

Por fuera el alboroto de la muchedumbre era un estruendo atronador, gritos ofensivos se alzaban en contra de algunas postulantes en contra de su aprobada participación en el torneo

Los tambores hicieron callar a gran parte del escándalo y al sonar del gong ningún hombre o mujer se atrevió a chistar una sola palabra —¡HONOR Y GLORIA A LA FUTURA REINA!— el grito masculino y agravado de Sasuke hizo que la multitud diera un aplauso colectivo y respondiera tan fuerte como él

—¡Y a todos sus descendientes!—

Akane miraba directo al horizonte. Vacía de sentimientos felices, saber que era su culpa la situación actual y la que daría problemas seguramente por un año no le causaba ninguna dicha o gracia

Por varias noches había tenido pesadillas repitiendo el suceso catastrófico que alejó a Naoko del mundo terrenal, quería partir también al más allá igual que su madre

Pero con cada sentimiento de derrota sentía que manchaba la memoria de su honorable madre, debía dar lo mejor de si aunque no fuera en su beneficio. Debía honrar la valentía de la antigua emperatriz y conseguir que Nerima siguiera siendo pacífica. A pesar de los conflictos bélicos, creía que podía dominarlos tan bien como su madre

Los tambores temblaban rítmicos anunciando el inicio de los nombramientos, una a una las doncellas se formaron en fila saliendo al público, recibidas por las ovaciones y abucheos ignoraron tan bien como pudieron el alboroto colectivo

—¡Hoy, es un día brillante para Nerima!— la voz de la penúltima emperatriz abordó los oídos de todos —¡Hoy se inicia un período más de selección! ¡Una nueva mujer continuará el legado de su familia desde el trono de Poliandria! ¡Ahora las doncellas desfilarán ante ustedes!

El silencio reinó durante varios minutos mientras en la caseta Sarutoru desenrrollaba un pergamino leyendo claro y fuerte —Doncella... Ukyo Kuonji— por fin el primer nombre era revelado de manera oficial

La aludida se descubrió el rostro, sus facciones serenas la hacían ver confiada y decidida. Tenía un físico bien trabajado, requisito fundamental para gobernar, los músculos de sus brazos eran más marcados que los de cualquier otra zona de su cuerpo mientras su cabellera café madera revoloteaba con la brisa

—Doncella... Natsume— Una chica alta se presentaba ante la gente sin mucho interés, veía simplemente de lejos toda la situación bulliciosa. Una coleta apretada mantenía su rostro descubierto a excepción de su flequillo, vestía las ropas tradicionales de las primeras guerreras

—Doncella... Akari Unryu— Akari se descubrió el rostro delicadamente, un poco más baja que sus contrincantes la joven tenía un lazo estrecho con la familia de mercaderes Hibiki. Había estado enamorada de Ryoga desde su infancia y saber que podría ser su esposo la alentó para postularse al trono

—Doncella... Kiema— La chica tenía ropajes con bordados de llamas sobre el mismo, se veía apasionada y severa, una mirada de mandataria esculpida para gobernar, para ser obedecida. Se alineó con las demás postulantes

—Doncella... Kodachi Kuno— la gente inmediatamente reconoció ese nombre. Era la hija de la familia Kuno, la familia más rica y poderosa fuera del Palacio, se describió la cara con galantería y miró soberbia por sobre todos

—Doncella... Mariko Konjo— la recién nombrada tenía una actitud muy animada, saludaba sin pena agitando la mano hacia todo el público que miraba los nombramientos. Se retiró el velo de la cabeza y lo dejó caer al suelo sin importar nada

—Doncella... Shampoo— una exuberante mujer de pelo morado subía el velillo de su rostro con prepotencia yéndose a formar con el resto, era la más alta de todas, aquello la hacia notar. Además poseía un par de ojos felinos que analizaban todo frente a ellos

—Doncella... Azusa Shiratori— el pelo esponjoso y rizado de Azusa no dejó que el velo cubriera todo su rostro dejando al descubierto su sonrisa burlona. Llena de confianza se presentó con una reverencia ligeramente pronunciada, sintiendo la pasión de los lejanos duelos en su mente 

—Doncella... Akane Tendo— los gritos emocionados respondían la cuestión de quién era la favorita al trono. La princesa salió sin emociones intentando mirarse serena pero estaba ya en el límite. Su adolorida cabeza zumbaba con el estruendoso grito de la muchedumbre apoyandola y a pesar de toda esa gente animando su participación se sentía sola, tan sola

—Doncella... Ranko— las miradas curiosas se dirigieron nuevamente a la cortina observando una cabellera roja tejida en una trenza

PoliandríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora