Jim guía a Elisabeth por la casa, cogiéndole las maletas para que ella pudiese quitarse la gabardina. La calefacción estaba puesta, y se asaría si no se despojaba de la prenda de abrigo.
— ¿Qué tal ha ido la gira? ¿Sigues compaginando bien el entrenamiento con el ballet?
—Sí. Sé que no entiendes por qué sigo con esto, pero no me cansaré de repetirte que lo hago por mamá. Quiero seguir sus pasos cueste lo que cueste.
—Como quieras —Jim se encoje de hombros y deja las maletas junto al perchero—. Pero prefiero que el baile no te quite horas de trabajo. Si no... —dice mientras alza la mano simulando tener una pistola y apunta a la pared.
Ella se ríe y avanza por el pasillo hasta torcer a la izquierda y entrar en el salón. Jim la sigue. Ahora mismo era como si estuviera viendo a Martha.
La pequeña Elisabeth entró en su vida cuando ella tenía apenas cuatro años, cuando un joven Jim Moriarty empezó a salir con su madre. Al principio Jim notaba que a la niña no le gustaba que le quitara tiempo con su mamá, pero poco a poco se acostumbró a su presencia. Con el tiempo le trató como el padre que nunca tuvo, hasta que Martha se enteró a qué se dedicaba Jim y por mucho que él insistiera, ella no quiso que Eli se criara en un entorno tan hostil y peligroso. Jim respetó la voluntad de Martha, alejándose de ella y de la pequeña, aunque seguía mandándoles cartas y regalos.
Cuando Martha falleció, se mantuvo fiel a su palabra hasta el momento en el que su presencia fue estrictamente requerida. Ahora Elisabeth, a punto de cumplir la mayoría de edad, estaba a su cargo.
Ve a Eli caminar despacio por la estancia mientras él se derrumba en su butaca. Eli empieza a curiosear las cosas nuevas de la casa y a mirar con ternura y nostalgia las viejas.
— ¿Te dije que la Royal Ballet School va a hacer El lago de los cisnes? —se gira lentamente y se pone enfrente de él, alzando hacia arriba los brazos lentamente—. ¡Mamá hizo el papel protagonista!
—Lo sé. ¿Vas a ir a por él? —se apoya en el reposabrazos y se lleva un dedo a la sien. <<Ha vuelto con muchas energías>>, piensa.
—Con toda mi alma —empieza a tararear el tema principal del ballet y a hacer pequeños pasos sobre la moqueta del salón—. ¿Te acuerdas cuando mamá me contaba la historia del ballet mientras bailaba? Me gustaría en un futuro poder hacer lo mismo con mis hijos, en el caso de que los tenga.
Elisabeth empieza a danzar por el salón, haciendo largos y elegantes pasos mientras canta. Jim la observa con detenimiento. <<Si pudiera verla ahora su madre…>>. Recordaba muchas cosas de Martha; no en vano había sido la única mujer en tocar el corazón de James Moriarty, cuando este aún era joven y la sangre que manchaba sus manos todavía se contaba en centenas, no en millares, cuando todavía podía permitirse ese tipo de cosas.
Pero la idea que plantea Elisabeth, la de tener en un futuro hijo, y llegado el momento nietos, no le agrada. Elisabeth tenía dos almas: la bailarina que soñaba con tener una vida normal, formar una familia y hacerse famosa bailando y siguiendo los pasos de su madre; y luego está la parte que él intentaba despertar en ella, y que además ella estaba abrazando sin oponerse, y si había algún sentimiento de oponerse, ella nunca lo había manifestado.
Elisabeth se siente atraída por ambas formas de vida, y también siente que no podría vivir sin una de ellas, por eso su futuro era tan incierto por muchos planes fantasiosos que llegue a concebir. El paso del tiempo dirá.
Moriarty sigue mirando cómo danza durante un rato hasta que la chica se detiene y suspira de agotamiento.
Es hora de hablar del trabajo.
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The Man Who Can [Sherlock BBC Fanfiction] (Parte II)
FanfictionParte II. La historia continúa...