Habían pasado semanas desde que Eli y Erik viven juntos en el piso de ella. Eli sigue anonadada con el hecho. <<Un mago en mi casa —pensaba—. Tengo un mago viviendo en mi casa. Por muchas veces que me lo repita, seguirá siendo poco creíble>>. En lo que llevaban viviendo juntos, Erik en ningún momento mostró sus habilidades mágicas. Era un hombre de no más de treinta años, de pelo corto color cobre oscuro, barba de dos días y unos ojos tan azules como el cielo despejado en un día soleado, un azul intenso y profundo.
A pesar del tiempo que llevaban viviendo bajo el mismo techo, parece que eso no ha ayudado a que congenien. Eli se esforzaba por ser amable; era una chica que mantenía las distancias, pero que si tenía que relacionarse, intentaba ser todo lo simpática posible. Erik en cambio era una persona cortante y con un humor extraño, demasiado sarcástico para su gusto. No era como el de Jim, seco y negro (que aunque a ella nunca le había hablado así, llevaba años viendo cómo se dirigía a Sebastian o a algún cliente), sino mucho más irritante. No entendía por qué se mostraba tan a la defensiva con ella. <<Quizá Jim le ha dicho que tenga cuidado conmigo. Seguro que quiere asegurarse de que no llega a pasar nada entre nosotros… Qué tontería>>.
Muchas veces se peleaban porque no llegaban a entenderse en los entrenamientos, y eso frustraba a Eli, haciendo que la frustración también se manifestara en Erik. El ‘’mago’’ se limitaba a lanzar cuchillos, y sus habilidades con la pistola evolucionaban poco a poco. Era listo e ingenioso; pillaba las cosas bastante rápido. Pero a Eli le fastidiaba no ver lo que era capaz de hacer. Primero porque nunca había visto usar la magia a alguien, no magia de verdad. Y segundo porque si vas a ir a una misión o a trabajar con alguien en concreto, es vital saber de lo que es capaz tu compañero, para que las estrategias y los planes salgan bien. A lo que Jim, Seb y Eli se dedicaban es esencial que las cosas salgan a la primera y lo mejor posible, porque si no acabas muerto o entre rejas (a pesar del poder de Moriarty, este tipo de cosas pueden pasar, quién sabe).
El piso de Eli era pequeño y cómodo, no como el de Jim, una casita adosada a otras con muchos más lujos y espacio. Ella prefería conformarse con. Vivía en la segunda planta de un edificio cerca del centro de Londres. Su academia de baile estaba a unos veinte minutos, así que podía ir sin problema andando. Le gustaba caminar y ver lo que le rodeaba, las cosas que cambiaban de un día para otro y fijarse en las que seguían igual. Nunca le ha llegado a gustar eso de tener un coche para ella, un chófer que la llevara a donde necesitaba; prefería ir por su cuenta, hacer vida normal.
Eli está en la mesa de la cocina leyendo un libro. Erik interrumpe su lectura cuando aparece de repente.
— ¿Café? —le pregunta sonriente.
Ella se gira sorprendida, dejando la señal en el libro para no perder por dónde iba.
—No, gracias. Prefiero té. No me gusta el café.
—Lástima —dice en un suspiro, y empieza a preparar la tetera y la cafetera a la vez—. Un cappuccino bien hecho es toda una delicia.
Erik canturrea mientras prepara las cosas, algo que no molesta a Eli. Es una melodía dulce, y Erik tenía una voz profunda y bonita. Lo que le molesta es el ruido que hace con los artilugios de cocina, pero cuando Erik se da cuenta por un chasquido de lengua de ella, intenta controlar el nivel de ruido.
Se sienta enfrente de Eli, que no aparta la mirada de su libro ni para coger la taza que le ofrece. Eli sigue leyendo mientras él mira por la ventana que hay a su izquierda. El día estaba nublado.
Aunque está mirando las letras, palabras y frases del libro, ahora es incapaz de concentrarse en la lectura. << ¿Y si le pregunto que por qué no hace magia? Pero cada vez que hablo con él o es un borde o se pone sarcástico, como si intentara evitarme. Me irrita>>.
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The Man Who Can [Sherlock BBC Fanfiction] (Parte II)
FanficParte II. La historia continúa...