Eli, 5

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— ¿Qué? —Erik la coge las manos y la levanta suavemente del colchón—. ¿Qué te toca?

—Es mi turno de escuchar. Me has hecho muchas preguntas. Ahora me toca a mí.

Erik sale de la habitación y va al salón. Eli se queda parada un momento y luego corre a su encuentro. Llega al salón y lo ve sentado en el sofá, el cual ha movido para dejar un espacio grande.

— ¿Qué quieres? —pregunta poniéndose delante de él.

—Lo mismo que tú: saber más sobre ti.

— ¿Pero por qué has movido el sofá? —pregunta ella, riéndose al no entender nada.

Erik la mira sin decir nada, serio.

—Nunca te he visto bailar. ¿Podrías bailar mientras me cuentas algo sobre ti?

Eli le mira sorprendida ante la petición. Siempre había ensayado o en la Academia o en su cuarto, encerrada a cal y canto.

—Me vendrá bien la opinión de alguien que no sabe mucho sobre esto…

—Además, tendrás que ensayar para la prueba. ¿Cuánto queda? —añade él.

—Dos meses. Y después entro en temporada de exámenes y audiciones, aunque no son tan importantes para mí como esta.

—Eso. Empieza por ahí. ¿Por qué es tan importante para ti?

Eli se queda un momento meditando y sale de la habitación.

—Ahora vengo —grita mientras sube las escaleras.

Rebuscando por el armario, ve unas puntas, pero no las suyas. <<Mamá…>>. Si iba a hablarle de ella, quería hacerlo con algo suyo puesto, y esas eran muy valiosas para Elisabeth. Se pone también el maillot y se recoge el pelo en una coleta. Baja con cuidado las escaleras y sonríe al aparecer por la puerta y ver que Erik le sonríe también.

Busca en el móvil el final del primer acto de El Lago de los Cisnes. Erik se acomoda un poco en el sofá, expectante. Eli hace unos pequeños estiramientos para calentar y se pone en posición: eleva despacio los brazos de manera grácil y delicada, llevándolos a ambos lados y luego subiendo uno. Se pone de puntillas y comienza a hablar mientras baila:

El Lago de los Cisnes es el ballet que hizo famosa a mi madre, y con el que conoció a Jim. Yo era muy pequeña, tenía sólo tres años y tengo vagos recuerdos, pero mi madre conforme yo iba creciendo me daba más detalles. —El salón tenía un espacio limitado aun habiendo apartado un poco el sofá, y no podía hacer saltos ni largos pasos. Simplemente hace lo básico al son de la música, como el bourrée—. Todo esto sucedió antes de que Jim fuera el que es ahora, así que ni una palabra de esto a nadie. Jim se quedó prendado de mi madre al instante, pero ella —sonríe al recordar cómo se lo relataba de pequeña— era un hueso duro de roer, y le daba siempre largas. Le gustaba que insistiera, le halagaba. Un día le dijo a Jim que saldría con él si antes me conocía y yo daba el visto bueno. Ya ves tú, yo sólo era una niña no más alta que esa mesa —dice llevando un brazo delicadamente hasta señalar la mesita que Erik tenía a su izquierda.

Erik se ríe, y se lleva las manos a la altura de los labios mientras se incorpora un poco hacia delante, mirando atentamente cada paso y siguiendo hasta el último detalle.

— ¿Sabes lo que le dije la primera vez que lo vi? —continúa ella, acompañando la conversación con su pequeña danza. El habla le salía solo; estaba tan sumergida en el baile, cerrando los ojos e imaginándose a su madre que no prestaba atención a lo que decía, pero sabía perfectamente de qué hablaba—. Mi madre me dijo que me quedé un rato mirándole fijamente, ladeé la cabeza y le dije que me gustaban sus cejas. A partir de ese momento, estuvieron cuatro años juntos. Fue Jim quien me llevó a mi primera clase de ballet con cuatro años a pesar de la negativa de mi madre. Ella no quería que yo me sumergiera en la presión que ejercía el baile, quería que fuera libre, pero a mí me gustaba y quería hacerlo.

The Man Who Can [Sherlock BBC Fanfiction] (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora