Jim, 2

478 20 4
                                        

El dolor, una palpitación en el lado izquierdo de la cabeza insistente y condenadamente molesta, era insoportable. Ya habían pasado varias horas desde que Jim había sentido cómo empezaba a pasarle un hormigueo molesto por la lengua y la mejilla. Su incapacidad para ver de manera nítida va ahora en aumento. Enciende y apaga la luz de la mesita cada dos por tres por puro aburrimiento, notando el cambio brusco de luz y de visión.

—Jodida migraña —susurra, tumbado en la cama.

Tiene que hacer un incordioso y verdaderamente pesado esfuerzo para levantarse de la cama. La migraña estaba siendo muy fuerte y cualquier movimiento muscular le dolía, pero tenía que ir al lavabo a por las pastillas. Se levanta lentamente, como si tiraran de él desde el otro lado muy despacio para que el dolor, aunque no podía evitarse, fuera menor.

Ya sentado, se lleva las manos a la cara, tapándose los ojos; le latían una barbaridad y le quemaban. La palpitación de la cabeza aumenta y masculla entre dientes todo tipo de maldiciones. Su odio por la migraña había roto la atmósfera y surcado el universo; su sentimiento era mucho mayor que el odio.

Decide por fin levantarse, y coge aire profundamente antes de sumergirse en la ardua tarea. Tenía las dos luces a ambos lados de la cama encendidas, pero de nada sirve para que Jim pueda ver mejor. Eran luces muy tenues, ya que la migraña hacía que no tolerara de forma muy alegre la luz, y menos los ruidos. <<Menos mal que es de noche y todo está en silencio>>, piensa. Se pone en pie e intenta cerrar los ojos sin forzar mucho los párpados al comprimirlos para que no le escuezan más. Empieza a caminar, con una mano apoyada en la pared para guiarse, hasta que da con el marco de la puerta del baño y abre.

Se acerca al lavabo y mira un borroso reflejo de su persona en el espejo. Resopla. Abre la puertecita del espejo y empieza a rebuscar.

— ¿Dónde está…?

La infinidad de botes, jabones, pastas de dientes y vendas le hacen más difícil encontrar el bote de Imitrex, y cada vez que coge algo que no es el bote se irrita más. Por fin coge uno que parece el de las pastillas que busca y suspira

—Venga… —se llena un vaso de agua en el grifo e ingiere de una sola vez varias pastillas. Estaba muy cansado y puede que unas pocas más le hicieran más efecto.

Camina hacia atrás y se sienta en la taza del retrete, encorvándose hacia delante y cerrando los ojos cuando se lleva dos dedos al puente de la nariz para hacerse un pequeño masaje.

—Necesito descansar… —susurra en un inaudible murmullo.

Eran aproximadamente las dos de la mañana, y se había ‘’acostado’’ hacía cuatro horas. Piensa en Seb, cuya habitación era contigua al baño de su cuarto. Solía acostarse a veces tarde, escuchando música, revisando papeles e información o limpiando sus armas, que las mimaba más que a nada en el mundo. Jim sonríe con ironía al pensar en eso.

Eli y Erik se habían esa esa noche porque tenían que trabajar en una serie de fichas, memorizar datos y repasar conocimientos básicos. Jim supone que siendo las horas que son o se han ido a casa o se han quedado durmiendo en el salón. Jim había visto cómo a veces el mago sacaba de quicio a Elisabeth y ella se desesperaba, ponía morritos o le lanzaba una mirada asesina. Esa actitud por parte de ambos le gustaba. <<Ya le dije a Erik que le rajaría su mágica garganta si la tocaba’’, piensa, aunque sabe que en algún momento deberían llegar a entenderse si quieren trabajar juntos. A pesar de ello había también momentos de calma en los que podían pasar más de cinco minutos sin ponerse malas caras; el otro día estuvieron discutiendo porque Erik había fallado en algo del entrenamiento y le echaba la culpa a Elisabeth, y ella estalló en gritos e insultos. Jim temía que fuera a perder totalmente el control, pero ella sola pudo tranquilizarse.

Un fuerte pinchado en la sien hace que deje de pensar. Abre de par en par los ojos; sigue con la vista nublada, pero está peor, y la palpitación del lado izquierdo de su cabeza no ha desaparecido. << ¿Cuánto llevo aquí sentado?>>. Había perdido la noción del tiempo, pero no estaría más de media hora en el baño inmerso en sus pensamientos.

Se ha tomado bastantes pastillas, y le parece raro que no le hayan hecho aún efecto; eran potentes, y unas cuantas de golpe no le harían demasiado daño, al contrario: los síntomas deberían haber desaparecido en un cincuenta por ciento. Los pinchazos de la cabeza son más fuertes, sumándose a esa irritable y desgastante sensación una palpitación en la sien muy intensa y pequeños pinchazos en el pecho. La escasa visión que tiene se ha incrementado, y nota la boca pastosa, con un sabor raro. Le tiemblan las manos y siente el cuerpo más ligero, como una pluma.

Se levanta de golpe olvidándose de todos sus dolores para intentar mirarse al espejo, pero nada más dar el estirón nota que le fallan las piernas y tiene que agarrarse al borde del lavabo para no caer al suelo. Intenta respirar, pero le falta el aire. Se lleva los dedos temblorosos de una mano a la boca. La poca sensibilidad que parece tener en las yemas de los dedos mantiene un contacto frío con sus labios, que están resecos, pero además toca algo húmedo y burbujeante. Aparta la mano y con dos dedos toca esa extraña cosa que le llena rápidamente la boca. <<E-…espuma…>>. Empieza a babear de manera descontrolada, llenándose la barbilla de espuma, que le chorrea hasta el pecho y se desliza lentamente hacia abajo.

De repente siente como si sus huesos hubieran desaparecido, como si sólo fuera una masa flácida de tejidos musculares y órganos, y cae al suelo, tirando el bote de pastillas y algunas cosas que había en el armario del espejo en un intento de sujetarse al lavabo. Sin poder reaccionar en el aire para intentar no caer mal, se golpea la cabeza con las baldosas del suelo, y el pecho le da una sacudida que le quita el poco aire que le queda en los pulmones.

Nota que empieza a tener convulsiones, que los insistentes pinchazos en cabeza y pecho se hacen más fuertes y que, aunque está despierto, es incapaz de gritar, de hacer que alguien acudiera en su ayuda.

The Man Who Can [Sherlock BBC Fanfiction] (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora