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Acabo de empezar un nuevo curso, y como todos los años tengo que ir y mirar en que clase me toca estar. Aunque si soy sincero, me importa una mierda, lo que quiero es que el año acabe cuanto antes.

Llego a la puerta de mi clase y la abro sin ganas, y como no, pasa lo de siempre. Todos los alumnos que están dentro de la clase levantan la vista para saber quién es la persona que acaba de abrir la puerta.

Mientras recorro el aula con la mirada puedo ver como al fondo del salón los alfas cambian sus expresiones faciales en el momento en el que perciben mi esencia de omega.

Es simplemente asqueroso, seguro que ya alguno de ellos se está imaginando las cosas que me haría...

Después de sentirme asqueado me dí cuenta de que había pocas chicas en clase. En total serían unas doce ... doce chicas. Todas ellas sentadas juntas, en corrillo, aunque si te fijas puedes ver que una de ellas está un poco más apartada del resto.

Por otro lado, los chicos están divididos en dos grupos bien marcados, alfas y betas. Cada grupo está inmerso en su propia burbuja, hablando de dios sabe qué.

Mientras avanzo entre los asientos de la clase puedo ver como el grupo de los alfas se dedican a lanzarle miradas a la chica que está más apartada del grupo.

Por la forma en la que se encoge la chica cada vez que siente la mirada de alguno de ellos es obvio que es una omega.

Desvío la mirada asqueado y sigo andando hasta que llego al que se va a convertir en mi sitio lo que resta del año. Mi asiento es el más cercano a la puerta del aula, justo al final del aula, lejos de la mirada del profesor.

Como no tengo nada que hacer hasta que el profesor llegue cojo mi teléfono móvil y me pongo a escuchar música.

Al rato alguien se para al lado de mi escritorio. Levanto la vista hastiado y me encuentro con la chica omega.

Esto no me lo esperaba, curioso me quito uno de los auriculares y la miro expectante.

¿Qué puede querer esta chica de mí?

– ¿Si?

– ¿T-Te importa si me siento a tu lado? – me pregunta nerviosa.

– ... – no le respondo, levanto una de mis cejas y espero a ver qué hace.

– ¿Puedo o no puedo sentarme? – vuelve a preguntar dudosa, pero esta vez su tono de voz deja ver su molestia.

– Siéntate si quieres – le respondo aburrido.

– Gracias – sonríe tímidamente, no dice nada más y deja sus cosas en el escritorio que está a mi lado.

Asiento y me coloco de nuevo el auricular.

Una vez está sentada miro discretamente a mi compañera.

La chica es más o menos de mi altura, es relativamente guapa, tiene una cara bonita y un buen cuerpo, pechos grandes y un culo decente. Además, desprende un olor muy agradable, aspiro disimuladamente ... vainilla y canela.

Este olor te traerá problemas.

Me pongo mis auriculares nuevamente, pero entonces veo como la chica junto a mí vuelve a encogerse en su sitio. Preocupado levanto la vista y lo que veo consigue ponerme los pelos de punta.

El grupo de los alfas siguen lanzándole miradas cargadas de deseo, pero esta vez, algunas también van dirigidas a mí.

Me quito los auriculares y me levanto de mi sitio dispuesto a darle algunas ostias a esos imbéciles, pero tristemente, la puerta se abre y entra el profesor. Chasqueo la lengua disgustado y vuelvo a sentarme, si ese hombre no hubiera llegado tan rápido podría haberme divertido golpeando el rostro de esos idiotas.

Nuestro encuentro [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora