Lo inevitable

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Rin estaba sentada sobre la alfombra en medio de la sala. Tenía su portátil sobre la mesa de cristal, terminaba de revisar su trabajo antes de enviárselo a su padre. Sonrió al escuchar las risas acercándose hacia ella.

—¡Mami! —grito una pequeña de tres años con el cabello plateado, los ojos color chocolate y piel blanca como la de su padre. 

—¿Qué pasa, Mei? —pregunto con media sonrisa, mientras terminaba de enviar el articulo a su padre y apagaba el equipo. 

—Kai... me esta... haciendo coquillas —dijo con voz entrecortada, mientras tomaba asiento junto a su madre.

—¿Qué te estaba haciendo? —pregunto aguantando la risa.

—¡Coquillas! —alzó sus manos y Rin soltó una carcajada.  

—¿Dónde esta tu hermano?

—Aquí estoy —hablo detrás de ella, haciendo que Rin diera un gritillo. 

—No me asustes —chillo la castaña, mientras lo abraza. Kai resopló por lo bajo al dejar abrazarse de su madre. Kai tenía el cabello castaño y los ojos dorados, su piel era más rosada, similar a la de Rin. 

Mei se acercó para que su madre también la abrazara. Rin sonrió tiernamente al momento que les daba un beso en la frente. Eran unos mellizos encantadores, no había ni un solo día en los que se sintiera arrepentida de tenerlos y criarlos, esta había sido su mejor decisión, los amaba con todo su corazón y, aunque fue difícil al principio, logro acoplarse bien. 

—Tengo sueño —susurró Mei, cerrando poco a poco los ojos.

Rin miro la hora en el reloj que estaba sobre a un mueble junto al sofá que estaba tras ella.

—Es hora de su siesta —se levanto con los pequeños en brazos para así llevarlos a su habitación, 

—Yo no tengo sueño —dijo Kai inflando sus cachetes como si estuviera molesto.

—¿Cuidarías de tu hermana mientras duerme?

El niño asintió aún con sus cachetes inflados. Rin camino por un largo pasillo hasta llegar a una puerta de madera, abrió la puerta y se adentro en la habitación la cual era de color azul pastel ya que era el color que a ambos niños les gustaba. Había un buró en medio de la habitación y sus costados había una cama individual. Rin dejo los niños en el suelo y primero acomodó a Mei en la cama de la derecha, la cobijo con una manta y después le dio un beso en la frente. Luego se giro y subió a Kai a la cama de la izquierda e hizo el mismo procedimiento que con Mei. 

Camino a la salida y antes de salir por completo dio media vuelta para ver a sus hijos, ambos ya estaban con sus ojos cerrados, se habían rendido ante el sueño. Cerró la puerta con sumo cuidado y resopló mientras comenzaba a levantar todos los juguetes que estaban regados por el suelo. Luego de colocar todos los juguetes en una cesta los llevo a la habitación que estaba deshabitada por el momento y ahora era usada como bodega de juguetes. En un futuro seria la recamara de Kai.

Volvió a la sala y estaba tomo asiento en el sofá, mientras tomaba su celular y llamaba a Kikyo, en esos tres años su amistad seguía igual y hablaban una vez a la semana. Evitaban tocar el tema de Sesshomaru ya que para Kikyo, ese asunto ya estaba olvidado, así se lo había hecho creer Rin. 

—¿Cómo va todo? —pegunto Kikyo, quien se escuchaba algo agitada.

—Creo que interrumpí algo —dijo Rin con una sonrisa burlona.

—No...

—¡Sí! —se escucho el grito de Naraku.

—Lo siento —se disculpo Rin apenada por la situación—. Hablamos luego.

I miss you {NarakuxKikyo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora