Introducción.

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La hija de Zeus.

La cárcel de los dioses.

Introducción.

Todos tenemos un sueño en esta vida. Algo que queremos ser, algo que queremos alcanzar. Una de las mejores amigas de Abby, Ellen, soñaba con ser artista. Todos soñamos algo. ¿Tener el trabajo de tus sueños? ¿Viajar por el mundo?¿Ser famoso?

El sueño de Abby, desde que tiene memoria es tener una vida normal. Poder empezar de cero. O, en todo caso, poder cambiar su pasado.

La madre de Abby, Melissa Hunter, era una madre soltera que acababa de cumplir los diecinueve y no tenía suficiente dinero para cuidar a su hija de tan solo un año. Era una noche fría del cinco de noviembre, cuando llamarón a la puerta del orfanato Hastings. En una cesta, reliada entre las mantas se encontraba una pequeña niña abrazada a un oso de peluche. En la misma cesta había un sobre, y dentro una carta y un collar, una antigua reliquia familiar. La joven señorita Smith, que apenas empezaba a trabajar en el orfanato, la recogió y durante los primeros ocho años de su vida, la cuido y protegió como su propia hija.

Abby no recordaba muy bien el orfanato, solo que había muchos niños. Con los años se hizo amiga de una niña un año mayor, Elena, a la que todos conocían como Ellen.

No vivían nada mal, pero llego el día que cualquier niño huérfano espera: el día que te adopten.

El señor y la señora Rivers era una joven pareja de recién casados que no podían tener hijos. Ella, Valeria, era una importante presentadora de televisión con procedencia hispanoamericana y unos bonitos ojos oscuros. Él, Kaden, era un profesor de griego y amo de casa al que le encantaba el surf.

Los Rivers le abrieron las puertas de su casa, y realmente eran la familia perfecta. Los problemas comenzaron a partir de su doceavo cumpleaños: debido al trabajo de Valeria, se mudaban muy a menudo, lo que no le daba tiempo a Abby para integrarse bien en los colegios e institutos en los que la apuntaban. Su dislexia y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), tampoco mejoraban el problema.

Aún tenía contacto con Ellen, y sin ella no podría haber superado esos años. En tan solo tres años se mudaron de San Francisco a Filadelfia, Nueva Orleans, Portland y finalmente a Nueva York, donde vivían desde su poco después de su decimoquinto cumpleaños.

Ahora Abby acababa de cumplir los dieciséis, y notaba que algo inquietaba a sus padres. No le dejaban salir, y con cada ruido inesperado, se asustan.

Pero hoy va a ser diferente, porque Abby había preparado una mini-fiesta por el cumpleaños de su madre.

La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora