Capítulo 30.
Zeus se acercó a Jason, y le saludó con un frío "hijo". Luego inspeccionó el grupo, hasta que dio conmigo.
—Abby, hija mía. —Me saludó. De repente, me sentí pequeña, como si hubiera rejuvenecido diez años en un instante.
Sentí todas las miradas sobre mí, pero era incapaz de decir palabra. Lo único que quería era que la tierra me tragase y me escupiera en casa.
—Ven, tenemos que hablar. En privado.
Ordenó. Silenciosamente, le seguí cuando comenzó a caminar. No pude evitar sentirme nerviosa al alejarme del grupo.
— ¿Cómo están Valeria y Kaden? —Preguntó. Por un segundo, me sorprendió que se acordara de mis padres.
—Bien. —Contesté, sin saber muy bien que más decir.
Llegamos a unos bancos de piedra. Se sentó en uno y, con un gesto, me indicó que me sentará en el otro.
—Bueno, seguramente te preguntarás qué haces aquí. —Comenzó y asentí ante su afirmación. — Antes de nada, me gustaría daros las gracias a vuestros amigos y a ti por rescatar a los dioses. Habéis hecho un gran trabajo, pero hay algunos detalles que me gustaría aclarar...
— ¿Cuáles? —Cuestioné, esto no me olía del todo bien.
—Habéis culpado a Hera, mi esposa de querer atentar contra los dioses. Y, como entenderás, no está bien que realicéis esas acusaciones y más sin tener pruebas...—Nos reprendió, abrí la boca inconscientemente.
— ¿Disculpe? Pregúntele a los tres dioses que secuestró su esposa, a ver si opinan lo mismo.
Me levanté, algo indignada. Una cosa era que no nos creyera del todo, y otra muy distinta que nos acusara de mentirosos. Creo que en ese momento se me olvidó que, al fin y al cabo, él era un dios y yo solo una semidiosa novata.
Él se levantó también, y entonces me achanté. Era visiblemente más grande que yo, más poderoso que yo y más peligroso que yo.
Tragué saliva.
—Jovencita no te atrevas a usar ese tono conmigo, ¿acaso no sabes con quién estás hablando? —Me reprendió, y noté como la ira crecía en su voz.
—Disculpe, pero llevamos un mes buscando y rescatando a tres dioses. Hemos luchado, nos han atacado... ¡Ha muerto gente! Y lo único que a usted le preocupa es que su esposa se enfade. Si no la detenemos puede que usted también termine como Eros. Y si no nos cree, puede que no haya nadie para rescatarle.
Mi voz temblaba, y mis rodillas también. Intenté ser valiente, sabía que en ese momento mis palabras eran mi única arma, y no era un arma muy poderosa.
—No creo que una niñata me deba dar consejos de matrimonio. —Su voz sonaba realmente enfadada. La había cagado. — Da gracias de que eres mi hija, ya que si no sería tan benevolente.
Dio un chasquido y, lo siguiente que vi fue las nubes a mi alrededor. Cerré los ojos con fuerzas y proferí un grito, sin saber que pasaba.
Un segundo más tarde, sentí el duro césped golpeando mi costado. Entonces abrí los ojos y me incorporé, para ver a mis amigos a mi lado. Estábamos en la entrada del Campamento Mestizo.
Era de madrugada, y las estrellas nos observaban, lejanas e impasibles. Me levanté del todo, y después ayudé a Hazel, que estaba detrás de mí.
—Hemos vuelto a casa. —Susurra Annabeth. Los chicos rompen en vítores y risas despreocupadas. Sonrío, pero mi mente esta en otro lugar.
Si los dioses, no sabían cuál era su verdadero enemigo, ¿qué sería de nosotros? Hera encerraría a los dioses, y desataría el caos en el mundo, lo limpiaría de semidioses.
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La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.
FanfictionSi le hubieras dicho a Abby, que su padre es un dios, y nada más y nada menos que el rey de los dioses, probablemente se hubiera reido en tu cara. Pero, cuando conoce a Nico Di Angelo y llega al Campamento Mestizo, todo lo que le parecían simples le...