Capítulo 21.

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Capítulo 21.

Abby.

Descendemos durante un buen rato, y las escaleras de caracol empiecen a parecerme interminables. Los peldaños son muy pequeños, por lo que tengo que tener cuidado para no resbalar, cosa que la humedad tampoco mejora.

¿Y si Elisabeth nos estaba llevando a una trampa? No sería tan raro, habíamos venido para decirle que su mejor amiga estaba muerta. Me había dejado la mochila arriba, pero llevaba la daga de Cassandra conmigo. Desde que me la había dado, apenas me había separado de ella, porque me hacía sentir segura.

Cuando llegamos al final del tramo, hay un arroyo. Un pequeño pero bonito arroyo, pero no hay nada más, no hay ni una puerta. ni otra posible salida.

—Mirad, cuando yo salte, tenéis que esperar unos segundos y después saltáis vosotros, ¿vale? Tenéis que saltar juntos, porque solo da para dos viajes. Solo cerrad los ojos y confiad en mí, ¿vale? —Se coloca lista para saltar, pero un segundo antes se gira hacia nosotros. —Ah sí, y no traguéis agua, podría ser nefasto.

Dicho esto, se lanzó hacia el agua. Miré a Nico y negué con la cabeza.

—¿Qué quería decir con que podría ser nefasto? —Pregunto algo asustada. Nico se encoje de hombros y se prepara para saltar. Cuando se da cuenta de que no estoy a su lado, se gira.

—¿Qué te pasa? —Me pregunta.

—Casi muero ahogada hace unos días, ahora mismo no me apetece mucho volver a entrar al agua. —Él me lleva hasta enfrente del arroyo.

—No te va a pasar nada, te lo prometo. —Me ofrece su mano, y yo se la agarro. Esta fría, y es algo más grande que la mía, pero no me importa.

Cierro los ojos y cojo aire. Nos lanzamos juntos al agua.

Cuando mi cabeza vuelve a estar en la superficie, me permito respirar y abrir los ojos. A mi lado está Nico, también cogiendo aire. El pelo mojado se le pegaba a la cara. Me di cuenta de que nuestras manos seguían entrelazadas, y si él se dió cuenta no pareció importarle mucho, porque no las separó. Nadamos hasta la superficie, y es entonces cuando separa su mano para salir del arroyo. Yo voy detrás de él, me impulso con las palmas de las manos y salgo como si de una piscina se tratase. De haberlo sabido, me hubiera traído el bikini, y no la ropa normal, porque ahora estoy completamente empapada.

Me cuesta recuperar el aliento, y aunque solo habré estado sumergido un par de segundos, parece que hubiera estado mucho más.

Estamos en una sala muy parecida a la anterior, solo que esta vez había una puerta de madera oscura. Sin decir nada, la abrimos y la atravesamos, llegando a una enorme sala llena de estanterías con libros, bocetos colgados de las paredes y escritorios llenos de cuadernos con anotaciones. Elisabeth esta en el centro, con la ropa totalmente seca y una gran sonrisa en el rostro.

—Bienvenidos a la sala de descubrimientos de los Matthews. Generación tras generación, los Matthews han guardado aquí todos los descubrimientos que hemos hecho a lo largo de nuestras vidas. Sí, por si os lo preguntáis, pertenezco al legado de Atenea. Pensé que aquí puede haber algo que os ayude. —Asentimos, agradecidos y ella se pone a buscar entre los libros, que están llenos de estudios y anotaciones. No le preguntamos del porqué su ropa estaba seca.

—¿Podemos ayudarte a buscar? —Pregunta Nico. Ella se gira y niega.

—Si veis o leéis algo que no debéis, tendría que mataros. —Abro mucho los ojos e intercambio una mirada con Nico, para volver a posar mi mirada sobre Elisabeth. Ella ríe de repente, y mis músculos se relajan.

La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora