Capítulo 28.

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Capítulo 28.

Descendemos durante lo que parecen horas, pero no son más de unos minutos, únicamente iluminados por el brillo de nuestras espadas, las cuales habíamos desenfundado nada más entrar.

Cuando terminamos de bajar escalones, llegamos a una sala hecha completamente de piedra, con símbolos extraños grabados en las paredes. Percy se acerca a una antorcha, y cuando la agarra, una llama se prende automáticamente, sin que él haga nada.

Todos intercambiamos una rápida mirada entre nosotros, extrañados, pero nadie dice nada sobre eso. El silencio dura unos segundos, y cuando Annabeth va a decir algo, lo escuchamos.

El sonido era como un corazón latiendo. Al principio, pensé que se trataba de mis oídos, pero cuando las paredes empezaron a temblar, y vi que los chicos tenían la misma cara de confusión, me di cuenta de que era real.

Al principio, los latidos eran suaves, tanto que tenías que concentrarte para oírlos, pero estos fueron aumentando de volumen e intensidad, llegando al punto de que las paredes temblaban tanto que llegó un momento en el que temblaba tanto que nos hacía perder el equilibrio.

Se convirtió en un terremoto, y no teníamos adonde ir, hasta que, cuando me tropecé, perdiendo el equilibrio y cayendo al segundo, me fijé en una pequeña abertura en la piedra, donde no entraría más de una persona.

Era arriesgado, pero parecía que el techo se iba a caer encima de nosotros en cualquier momento. Grité como alarma y cuando se giraron señalé la apertura, mientras intentaba incorporarme.

Los chicos captaron la idea, porque empezaron a meterse uno a uno en el agujero. Primero Hazel, a quien le dan la antorcha, luego Annabeth, y por ultimo Nico. Justo cuando me voy a meter, una sacudida mayor a la anterior sacude la estancia, causando que caigan algunos trozos de piedra del techo, augurando un no muy buen futuro al que se quedara dentro en unos minutos.

Me giro, y veo a mi hermano tendido en el suelo, cubierto de polvo, y completamente inconsciente.

— ¡Jason!—Grito, sin embargo, Percy ya ha llegado a su lado.

— ¡Vamos, te sigo!—Me grita de vuelta, mientras pasa el brazo de Jason por encima de sus hombros. Sin embargo, yo no me muevo. No hasta que vea que ellos lleguen y me asegure que ellos pasan por ese agujero.

— ¿Qué pasa, Abby? ¡Venga!—Annabeth me apremia a pasar.

Un nuevo latido suena, y después un temblor mayor a todos los anteriores. Siento como alguien tira de mi brazo, desequilibrándome y obligándome a atravesar el agujero. La última visión que tengo es a Percy tratando de avanzar, con Jason inconsciente agarrado a él.

Luego, una gran fila de rocas cae, impidiendo que los chicos lleguen hasta nosotros.

— ¡No!—Gritamos Annabeth y yo al mismo tiempo, y nos dirigimos hasta el agujero, ahora tapado completamente.

— ¿Percy? ¿Jason?—Pregunta, o más bien grita, Annabeth. — ¿Estáis bien?

—Sí. —Se escucha la voz de Percy. —Estamos bien, bueno, yo lo estoy. Jason está inconsciente. Un ladrillo ha caído del techo y le ha golpeado en la cabeza, de nuevo.

¿De nuevo? Prefiero no preguntar y dedicarme a intentar quitar las piedras. Empiezo a quitar las más pequeñas, que tienen menor tamaño que mi mano, pero también intento quitar más grandes.

Escucho como dicen mi nombre, pero es tan lejano, que no le prestó atención. Sigo escarbando e intentando quitar las piedras con toda mi fuerza, demasiado desesperada, que no noto como empiezo a llorar de la desesperación y la frustración.

La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora