Capítulo 17. M e m o r i e s.
Abby.
Luke me acompañó a urgencias y me estuvo contando historias de mitología griega, se veía que le gustaba mucho la mitología. Estuvo ahí cuando me pusieron la escayola y me llevó de nuevo al orfanato. Después de eso no le volví a ver.
La escena volvió a cambiar. Estaba en un lugar majestuoso, de decoraciones griegas, un palacio. El monte Olimpo, solo podía ser ese lugar. Había un problema, una gran batalla se estaba librando ahí. Vi a Percy y a Annabeth, más jóvenes, de unos quince años.
Supuse que era la batalla del Olimpo en la guerra de los titanes. Entonces ahí estaba Luke, más mayor y bastante cambiado. Se había vuelto más guapo, pero tenía una gran cicatriz cruzándole la mejilla. También había un pequeño detalle, tenía los ojos dorados como el oro.
En un momento, sus ojos vuelven a ser azules y le pide algo a Annabeth y Percy, pero no puedo escuchar lo que le dice. Creo que Annabeth está llorando.
Entonces le da su daga, y Luke se la clava en la axila izquierda. Dirige sus ojos a los míos un momento, antes de caer muerto. Grito, llevándome las manos a la boca y soltando lagrimas silenciosas. Era cierto, nunca le había llegado a conocer bien, pero él me había salvado. Si no hubiera llegado y me hubiera salvado, quién sabe como habrían salido las cosas.
Cierro los ojos, mientras las lagrimas calientes se deslizan por mis mejillas. Lo último que oigo son palabras de Percy.
—Un sudario, un sudario para el hijo de Hermes.
Todo se queda en silencio de nuevo, y cuando abro los ojos la escena ha cambiado completamente. Estoy en el cine, y cuando veo la película que están echando, sé que ha llegado la peor parte. Es la misma película que echaron esa fatídica noche.
Me giro, y veo la escena. Dylan y yo, sonriendo y compartiendo un paquete de palomitas. Él agarra mi mano en las partes de miedo, y yo me río de su cara de asustado. No sabíamos lo que vendría después. Pasan unos minutos y Dylan hace la típica escena de bostezo falso para colocar su brazo sobre mis hombros. Yo le sigo el juego, no era ningún secreto que nos gustábamos. Me acurruco en su pecho, algo ruborizada. Miro hacia arriba un momento, y veo que Dylan está mirándome. Me mira a los ojos y después a los labios. Yo también le miro los labios, y sin saber cómo terminamos besándonos.
Nuestro beso es interrumpido por los vítores del público, la película había terminado. Salimos del cine rojos como tomates, y hacemos el camino habitual hacia casa, pero nos desviamos, charlando distraídos.
Terminamos en un callejón oscuro y sin salida. Y pasó lo que pasó. Cuando nos giramos, tres chicos mayores estaban cortándonos el paso. Pensé que nos robarían. Su aspecto comenzó a cambiar y se transformaron en tres cíclopes enormes. Uno de ellos me agarró a mí, y los otros dos rodearon a Dylan. Yo me resistía, chillaba y pataleaba, pero el cíclope era mucho más fuerte.
—Mestizo, hueles muy bien. Debes ser un hijo del mar, pareces salado. A la ama le gustará enterarse que te matamos, ella dijo que matáramos al hijo de Poseidón y dejáramos a la hija de su marido. Será un placer matarte. —Los cíclopes atacaron, y Dylan consiguió esquivarlos durante unos momento, pero finalmente pasó lo inevitable. Tras hacerle un gran corte en el abdomen, los cíclopes se van.
Me acerco corriendo a Dylan, no va a sobrevivir, está perdiendo mucho sangre. Yo sollozaba fuertemente, pero él lloraba en silencio.
—Abby, escúchame Abby. Tienes que tener cuidado, prométeme que sobrevivirás. Prométemelo, por favor.
—Te lo prometo, no te mueras, por favor. —Le suplico entre sollozos. Le toco la cara, está frío.
—Dile a mi hermano que le quiero. Venga mi muerte, Abby. Haz que no haya muerto en vano. —Exhala por última vez, mientras cierra los ojos.
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La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.
FanfictionSi le hubieras dicho a Abby, que su padre es un dios, y nada más y nada menos que el rey de los dioses, probablemente se hubiera reido en tu cara. Pero, cuando conoce a Nico Di Angelo y llega al Campamento Mestizo, todo lo que le parecían simples le...