Capítulo 29.
Cuando Pandora desaparece en una nube negra, el remolino de agua también lo hace, quedando en un enorme charco en el suelo. Miro a mí alrededor.
En la esquina esta el cadáver de la araña gigante que acababa de matar. Mi espada estaba tirada, así que la recogí. Levanté la mirada, con miedo de volver a ver las caras de los chicos.
Cerré los ojos y los apreté, pensando que tal vez, sus rostros de horror desaparecerían. Me concentré en mi respiración. No quería abrir los ojos, porque así, solo estábamos la oscuridad y yo. Inspiro. Estoy cansada, me escuece el corte de la mejilla, y me he llevado una paliza importante. Ahora que la adrenalina había desaparecido, tanto los golpes como los nudillos comenzaban a doler.
Expiro. Abro los ojos, y mi esperanza desaparece. Los chicos siguen en shock. Me acerco a ellos, a intentar explicarles que nada de lo que han visto es real. Ellos retroceden.
—Chicos, nada de lo que habéis visto es real. Es todo una ilusión, habéis visto lo que ella ha querido que vierais.
Annabeth parece decepcionada y ofendida, mientras que Hazel tiene los ojos llorosos. Miro a Nico. Estaba blanco como el papel, y estaba asustado. Tenía miedo. Miedo de mí.
—Chicas, ¿qué habéis visto? —Les pregunto. Hazel no es capaz de mirarme a la cara, sin embargo, es la que primero habla.
— ¿Por qué...? ¿Por qué has hecho eso? Abby, ellos eran más pequeños y...Ha-había otras maneras de defenderte. —Hazel tartamudea. Me mira a los ojos, y veo una mezcla de temor y odio. Me mira como miraría al peor de los monstruos. Annabeth, sin embargo, parpadea, algo confusa.
— Dime que has visto, Hazel. Por favor. —Le pido.
—Por el túnel de ahí enfrente entraban un par de chicos. No tendrían más de ¿once años? No lo sé, venían armados. No te hicieron falta más de cinco movimientos para desarmarles, eran niños. Y después, después...
No es capaz de continuar hablando, aunque tampoco deja mucho a la imaginación. Se me forma un nudo en el estómago.
—No, que va. —Dice Annabeth, girándose hacia Hazel, con la confusión reflejada en la cara. —Yo he visto como Abby nos traicionaba. —Tanto Hazel como yo le miramos, más aturdidas por momentos. — Sí, llegaba Hera y tú te arrodillabas ante ella y le jurabas lealtad.
Las tres nos miramos, sin entender muy bien que pasaba. ¿Por qué le había enseñado a cada una algo distinto? Miramos a Nico, esperando que nos contara su visión de la historia. Sin embargo, él seguía en schock.
—Nico, ¿te encuentras bien? Pareciera que has visto un fantasma. —Le digo, él me mira a los ojos, como si saliera de un trance. Y lo siguiente que hace, hace que las tres nos quedemos aún más confusas.
Sin decir nada, se lanza hacia mí. Me rodea con sus brazos, de una manera brusca, al principio, de una manera necesitada. Le correspondo al abrazo, aún algo confusa por la espontaneidad del movimiento.
Después de unos segundos abrazados, se separa de golpe, y coloca sus manos delicadamente acunando mi rostro. Mira fijamente cada mínimo detalle de mi rostro, como si quisiera recordar cada detalle, como si quisiera comprobar que soy real. Noto como me sonrojo.
Mis manos encuentran las suyas, y noto que están tan frías como de costumbre. No sé qué decir para calmarle, porque parece seguir bastante consternado.
—Nico. ¿Estás bien? ¿Qué has visto? —Él simplemente niega con la cabeza, y traga saliva. Después de estar así unos segundos más, parpadea un par de veces. Se separa y parece darse cuenta de que no estamos solos, ya que mira a las chicas y se sonroja levemente. Veo como Hazel y Annabeth intercambian miradas.
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La hija de Zeus. La Carcel De Los Dioses.
FanfictionSi le hubieras dicho a Abby, que su padre es un dios, y nada más y nada menos que el rey de los dioses, probablemente se hubiera reido en tu cara. Pero, cuando conoce a Nico Di Angelo y llega al Campamento Mestizo, todo lo que le parecían simples le...