Creo que cuando tienes un gemelo, escuchas mucho acerca de esta supuesta telepatía entre gemelos. Pero no porque en realidad suceda, sino porque todos preguntan si sucede. Bueno, no creo que fuera así. A pesar de todas las veces que fuimos fastidiadas por otros niños preguntándose si sabíamos los pensamientos de la otra, en realidad nunca podíamos.
Mi nombre es Ashe, y mi hermana gemela se llama Willow. Por no querer ser parte de la tendencia de rimar nuestros nombres, o nombres con la misma letra, nuestros padres decidieron que íbamos a ser árboles. En definitiva, no eran los peores nombres con los que pudimos haber terminado; he escuchado rumores de que nuestra abuela sugirió nombrarnos Beverly y Bailey. Creo que me hubiera muerto de la vergüenza si tuviera que lidiar con mi familia llamándome Bev todo el tiempo. Es solo que parece un nombre de mamá, ¿sabes?
En fin, eso no viene al caso. Willow y yo siempre fuimos un tanto competitivas entre las dos, aunque siempre se veía como que yo estaba del lado del perdedor. De hecho, ni siquiera era que yo era competitiva con ella, era que no tenía permitido ser buena en algo a menos que ella también lo fuera. Ella tenía que ser mejor. Quería toda la atención.
¿Yo jugaba fútbol? Ella lo jugaba mejor. ¿Yo tenía calificaciones excelentes? Ella tomaba mi trabajo o lo copiaba, y lo hacía pasar como el suyo. No había manera de estar adelante de ella. Claro, sabía que yo era más inteligente que ella, pero que estuviéramos en la misma clase no ayudó. Que ella fuera la favorita de todos tampoco ayudó. No estaba celosa, no exactamente; pero me sentía decepcionada de mí misma con frecuencia. Pueda ser que lucíamos idénticas, pero todos podían discernir la diferencia. Ser mejor en todo hizo que Willow destacara a mi lado.
Cuando teníamos dieciséis, las cosas cambiaron por un breve tiempo. Fuimos a una fiesta, y esa noche creo que me di cuenta de que mi hermana era verdaderamente maligna. Más que una rivalidad fraternal, ella tenía que odiarme. No ha pasado mucho como para que me sienta totalmente cómoda hablando de la situación, pero haré lo que pueda. Íbamos a ir a la fiesta juntas, el tipo de fiesta a la que te tenías que escabullir por una ventana mientras tus padres dormían. Para variar, mi hermana quería que la opacara.
Me ayudó a vestirme y me puso mi maquillaje. Me hizo verme hermosa, mientras que ella se vistió de forma casual. Es como si hubiéramos cambiado roles en el espejo. Creo que eso era lo que quería. Nos escabullimos justo después de las once; el carro de un amigo de ella estaba esperando por la calle para llevarnos a la fiesta a unas cuadras de distancia. Cuando llegamos, el ex de Willow no dejaba de fastidiarnos. Nos acechó alrededor de la fiesta, y cuando Willow me dejó para ir a hablar con otras personas, él estaba convenido, de pronto, de que yo era ella.
Para este punto, yo ya estaba pasada de tragos, y pensé que sería gracioso seguirle la corriente. Lo besé, y para cuando terminamos en una habitación a solas, me di cuenta de que había cometido un error. Traté de decirle que yo no era ella, pero él me dijo que ya no le importaba; que me viera como ella era suficiente. Las cosas se fueron cuesta abajo desde ahí, y cuando vi a Willow asomar su cabeza en la habitación, pensé que había venido a salvarme. Pero no lo hizo. Observó cómo ocurría todo, y se marchó antes de que él me abandonara ahí, destrozada.
Me jodió. No sabía a quién decírselo; mi hermana lo había visto todo, y nunca le dijo a nadie, así que yo hice lo mismo. Lo mantuve en silencio, y empecé a escribir mis sentimientos en un diario. Me torné más y más deprimida. Llegó al punto en el cual mis padres en verdad estaban preocupados, y me llevaron a un terapeuta. Aunque no estaba lista para discutir lo que había pasado, el terapeuta pareció ayudarme de alguna forma, me dio una persona imparcial con la cual podía hablar. De hecho, que mis padres estuvieran tan preocupados por mí me hizo recibir más atención que Willow. No duró mucho.
Dentro de un mes, las cosas empeoraron. Willow decidió que si yo podía estar deprimida, entonces ella también. Me robó mi diario y le dijo a nuestros padres que era de ella; entraron en pánico. No podían tener a su hija favorita convirtiéndose en la cosa patética en la que yo me había convertido. Se robó mi tragedia, habló abiertamente de lo que su ex le había hecho a ella. No me atrevía a decirle la verdad a nadie, no estaba lista para admitir lo que él me había hecho. Pero ella no se contuvo, y las cosas solo siguieron agravándose.
Ella había empezado a mentir acerca de mí, le dijo a todos que yo había visto lo que le sucedió y no hice nada por buscar ayuda. El mundo entero estaba en mi contra, y mis padres me retiraron de terapia. Decidieron que mi tristeza era, en realidad, culpa por no haber ayudado a mi hermana, y que no me merecía sentirme mejor. La vida se convirtió en un infierno; no había escapatoria. Conseguí un diario nuevo, me hundí aún más en mis sentimientos, comencé a automutilarme solo para que pudiera sentir algo que no fuera tristeza. A nadie le importó en lo absoluto. Aunque había vivido ante la sombra de mi hermana toda mi vida, esto era peor. Era marginada. No había nada que no se pudiera utilizar en mi contra de alguna forma.
Sentirme mal no estaba bien, ninguno de mis problemas existían, fui etiquetada como una mentirosa que estaba tratando de robarse los problemas de Willow. Descubrieron que me estaba hiriendo: tuvo que haber sido porque Willow lo hacía también. Todo tenía que ser por ella. Todos creían que yo era la que estaba tratando de robarse su vida, su dolor. No se me permitía ser mi propia persona. Esto se extendió hasta que cumplí dieciocho.
El año escolar ya casi había terminado, al igual que todo lo demás. Me podría mudar y sería libre finalmente… pero no sabía cómo lidiar con el pasado, necesitaba hacer algo para que ya no fuera perseguida por ello. Solo pude pensar en una alternativa.
Planifiqué por semanas cómo lo haría. Me tomó un tiempo para canalizar el coraje, pero me iba a suicidar. A nadie le importaba mi existencia entera, todos estaban asqueados de lo que Willow los había convencido acerca de mí.
Cuando nuestros padres encontraron el cuerpo, también encontraron el diario. El diario con Ashe escrito en la parte frontal. No contenía mucho, solo disculpas y los detalles de un suicidio anticipado. Se veían devastados, pero, al mismo tiempo, aliviados. Su hija bochornosa le había hecho un favor al mundo. Nunca creyeron en todos los problemas que Ashe tenía, nunca comprendieron que su dolor había sido robado y utilizado en contra de ella. Ni nunca lo sabrían.
Nunca quise la vida de mi hermana; quería mi propia vida. Ahora soy la única para vivirla por las dos. Ella me quitó mi vida por rencor, pero no se dio cuenta de cuánto se llevó al robar mi muerte.
Mi nombre era Ashe, pero mi hermana se robó la última parte de mí cuando colapsó en el piso del baño sosteniendo mi diario. Finalmente tengo mi vida de vuelta, todos saben lo que me pasó. Todos saben cuán dura fue mi vida, y vieron el dolor que he atravesado. Ahora todos me llaman Willow.