Somos los últimos aquí.
Esas cosas han asesinado a todos. Esas cosas de alas amplias, ojos diminutos y con las garras afiladas… Cada vez que mi mirada se oscurece, visualizo a mis compañeros de trabajo siendo despedazados. Unos cuantos de nosotros nos escabullimos a este edificio, pero incluso aquí no estamos a salvo.
Ahora estoy corriendo por el edificio hacia el centro de poder principal. Dado que nadie más estaba disponible, se me asignó la tarea de apretar uno de estos botones. Presionar el rojo o presionar el verde.
Supuestamente, uno de los botones permitirá que todas las puertas eléctricas se activen, protegiéndonos de cualquier cosa chirriante, hambrienta e irritada que esté afuera. Ese es el botón rojo. El botón verde hará lo opuesto, y solo puedo imaginarme lo que irrumpirá por las puertas externas del edificio si eso sucede.
«¿Por qué accedí a hacer esto?», me pregunto mientras escucho los chillidos distantes. Oh Dios, Dios, Dios…
¿Por qué mentí en mi aplicación laboral?
¿Por qué no admití que soy daltónico?