El cielo estaba nublado, Lovino podía verlo a la perfección desde el lugar donde se encontraba. La clase de dibujo era una de las que más odiaba, porque quisiera o no, sus dibujos siempre eran comparados con los de Feliciano; aunque este estuviera en distinto salón. Así que ya se había rendido, solo dibujaba un garabato y remarcaba las líneas hasta que pasaran las tres horas que tenían, sin prestarle atención a nadie.
Ahí, como era de costumbre nadie lo quería, sus compañeros le rehuían y algunas veces se burlaban de él.
—Mejor para mí. —se decía, cuando los miraba. —No los necesito.
— ¡Te digo que es verdad! —reprochó en voz baja uno de los dos chicos de la mesa del frente. —Me han aparecido cosas en mi cuarto, cosas que no tenía. Esta mañana fue miel de maple, sabe muy rica.
— ¿Será una chica? —preguntó el otro. — ¿O un chico que quiere ganarse tu favor?
— ¡Qué asco! —río el otro. — Seguro que es un fantasma. Mi abuela era fanática de los fantasmas, y siempre le cumplían favores, a lo mejor este se prendió de mí y busca que le haga un favor en el mundo humano. Ya sabes, un elegido para dar un mensaje a alguna linda chica.
—Lees mucho manga. —cortó el otro, volviendo a lo suyo.
Lovino apretó su pincel inconscientemente, lleno de miedo. Desde el fin de semana, cuando habían visto la película de terror, se había vuelto mucho más susceptible a ese tema. ¡Todo era por la puta culpa de Antonio y su adicción a las películas de terror! ¿Y sí aquella cosa se le aparecía cuando las luces se fueran en el colegio en la noche, después de que él fuera a recoger algo que se le había olvidado? ¡Todo sería culpa de Antonio! ¡Si lo mataban era su maldita culpa!
—Bien, ahora haremos equipos. Les daré material para cada mesa, así que asegúrense de seguir muy bien y con cuidado las instrucciones, porque no hay más. —explicó el profesor, desde el centro del salón. Al parecer había estado dando recorridos por las mesas de trabajo, que se conformaban en dos personas. Cuando paso por su mesa, el mayor se quedó viendo el trabajo del italiano fijamente. Después suspiró, dejó los papeles en la mesa y se fue.
—Así que voy a trabajar sólo. —bufó, haciendo los papeles a un lado. —Da igual.
—Trabajemos bien juntos. —murmuró una voz a su lado.
Lovino se tensó al momento, volteando lentamente se encontró con una persona a su lado. Rubio de cabello ondulado, ojos azules escondidos detrás de unas gafas, y con una cara absurdamente familiar.
— ¿¡Qué diablos...!?—gritó, echándose para atrás. La silla hizo un golpe seco cuando se cayó, atrayendo la atención de todo el salón. — ¡Desde cuándo estás ahí!
— ¿Eh? Yo...—.
— ¿Hay algún problema, Vargas? —bufó el profesor, con evidente molestia de tener que lidiar con Lovino. — ¿Necesita irse a la dirección acaso?
— ¡Este bastardo me está gastando una broma! —gruñó enojado. — ¿Por qué soy yo el que va a tener problemas?
— ¿De cuál bastardo me habla? —gritó el profesor, mirando a la silla de al lado. Al momento, pegó un pequeño brinquito. —¿Desde cuándo lleva ahí?
—A-Al inicio de la clase...siempre me siento aquí. —murmuró, tímido.
— ¿Es alumno de esta clase? —preguntó molesto.
—Sí. Mi nombre es Matthew Williams. —respondió agachando la mirada.
— ¿Quién? —cuestionó de nuevo, intentando recordar el nombre. Al final le tomó al menos diez minutos; Williams, el chico que nunca estaba. —Eso no es posible. Pase lista y estoy seguro que no escuche su voz al pasar su nombre. —regañó, llegando a conclusiones erróneas. — ¿O alguno de ustedes lo escucho? —preguntó a los demás alumnos. En automático todos negaron, como si no reconocieran a la persona que tenían materializada ahí.
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Tú + Yo= Error 404.
Fanfiction[Vicio Tsun]/ Lo peor que le pudo haber pasado al perfecto Arthur Kirkland fue encontrarse en la misma habitación que Lovino Vargas. Dos personas de la misma 'especie' no pueden estar en un mismo sitio. -UsUk/Spamano-