Festival Cultural

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Kiku sintió que era su responsabilidad correr hacía Arthur. Yao lo detuvo negando con la cabeza, no era un asunto donde debían entrometerse, más si todas las familias de la escuela se encontraban presentes. Kiku agachó la mirada, observando de reojo a Iván que mantenía una sonrisa en la cara mientras su padre corría a la situación originada con dos guardias del evento y cuatro oficiales de la escuela.

—Supongo que puedo ganar las elecciones. —dijo de pronto Iván, mirando a los lados como los estudiantes gozaban del espectáculo impartido por los Kirkland. —No pensé que fueran tan odiados.

— ¿De qué elecciones hablas-aru? —preguntó Yao.

—No es nada importante, Yao-san. —se apresuró a aclarar Kiku. Iván le mando una sonrisa fría a través de su rostro. Cuando Arthur fue noqueado, el japonés tuvo que enterrar -literalmente- sus pies en la tierra; era un mal amigo, a pesar de que Arthur lo necesitaba no era capaz de ir con él. No podía dejar a su hermano sólo con Iván, debía intervenir a cualquier precio en la relación de ellos dos; Yao merecía algo mejor e Iván le daba miedo.

Estalló un reclamó poco después, haciendo que dejara de lados sus pensamientos protectores a su hermano mayor. Annie, la madre de Arthur y Scott, intentaba golpear al chico que golpeó a Arthur contra la fuente. Scott la sostenía por los brazos, pidiéndole de la forma más firme que se calmara. Vasili en cambió hablaba con el señor Kirkland y los alumnos causantes de tal alboroto eran llevados por las autoridades de la escuela.

—No puedo creer que haya semejante escándalo en esta escuela. —comentó una madre llena de desagrado. —Me pregunto si ese director está haciendo bien su trabajo. En frente de todos los padres, no lo puedo creer.

Iván dirigió una mirada intimidante, sin borrar la distintiva mueca que siempre lo caracterizaba. Las mujeres de atrás guardaron silencio, pegando un brinquito del susto. Yao y Kiku pudieron ver claramente un aura morada alrededor del ruso, aunque quizás fuera su imaginación. Volviendo de nuevo a la situación presentada, Vasili pedía disculpas por un megáfono, declarando que la situación no volvería a repetirse y demás cosas a las que Yao no le dejo prestar atención a Kiku.

—Quiero comida-aru. —pidió con los ojos brillosos. —Me enteré por mi padre que preparaste muchos almuerzos-aru. ¡Llévame a ellos, Kiku!

—Yao-san, quisiera ver a Arthur-san...

— ¡Déjalo! —reclamó insatisfecho con su respuesta. —Después de que le pegara su rebeldía a Li Xiao Chun, es mejor mantenerse alejado de él­-aru.

—Arthur-san no hizo nada malo.

— ¿Por qué se van sin invitarme? —preguntó Iván, poniéndose al lado del chino. Ambos asiáticos voltearon a él con amargura. —También quiero probar la comida, dah.

—Le prepararé comida especial para usted después, Iván-san. —dijo Kiku, poniendo delante de Yao su brazo. —Puede ir a apoyar a su padre ahora.

— ¿Me estás diciendo que hacer, Kiku? —soltó en el tono más azucarado que pudo. Para Kiku, que ya conocía cada uno de sus tonos, sonó igual a una amenaza. — ¿Lo estás haciendo?

—Sólo estoy tomando las medidas necesarias. —respondió serio.

—Kiku, estás muy tenso. —Yao le masajeo los hombros, intentando relajarlo. —Deberías probar la nueva medici-

—Andando, Yao-san.

— ¡No me ignores-aru!

Iván sin decir nada, les mantuvo el paso.

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora