Kirkland x 4

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Arthur ya estaba bastante jodido antes de que fuera aventado a la fuente del patio central frente a todo el festival..., delante de Alfred y Scott.

Comenzó una semana antes del festival cultural. Caminaba con su hermano, quién sin compadecerse de él y sus heridas, le dio mucho más trabajo el cual incluso no le pertenecía; todo para mantenerlo alejado de Alfred. Este intentaba escabullirse un par de veces, sus encuentros entonces comenzaron a durar tan sólo algunos minutos, media hora si bien les iba.

Sin embargo, el domingo por la noche tuvieron una oportunidad cuando Alfred se escabulló entre el piso de segundo año, con ayuda del BFT por supuesto, y después de que apagaran las luces avanzó totalmente aterrorizado por el pasillo oscuro de las habitaciones. Antonio susurrándole que tuviera cuidado con el fantasma de un chico no fue precisamente la gran ayuda que espero. Aguardó unos minutos, cubriéndose los oídos para no escuchar y concentrarse en no presentarse frente a Arthur con las piernas temblando; hasta que se aventuró a tocar la puerta.

— ¡VAYANSE A LA MIERDA, ACABABA DE COMENZAR A DORMIR! —la voz de Lovino tronó del otro lado, llena de furia. Seguramente había aventado algo realmente peligroso pues quedo estrellado contra la puerta. Detrás de los lentes los ojos de Alfred destellaron con susto, ¿realmente valía la pena ver a esas horas a Arthut? ¿No estaba arriesgando su vida o algo así? Quizás... podría conformarse con los cinco minutos pos-aparición de Scott.

Justo se dio media vuelta cuando la puerta se abrió de un portazo acompañado de una maldición. — ¿A dónde mierda crees que vas, imbécil freak? —Lovino apareció en pijama, mal abrochada por cierto y con una cara de invocar al mismo diablo si no le daba una buena razón de su estar.

—B-Buscaba a Arthur.

— ¿AH? —gruñó arrugando sus cejas, nariz y frente. Alfred alzó las manos en señal de paz, había pensado que le quedaba perfecto el papel de Jason Todd. — ¿Quieres decir, gordo bastardo, que me sacaste de mi puta cama para joderte al imbécil cejon que está durmiendo AHORA en su puta sala del comité?

— ¿Qué? —se concentró, por suerte, en lo último. —Arthur no me dijo nada.

—Yo que sé. —se encogió de hombros y le azotó la puerta en la cara. — ¡No toques de nuevo! —advirtió.

Alfred se giró sobre sus talones, observando a un Antonio preocupado asomándose por la puerta de su habitación. Los demás quizás ya estuvieran acostumbrados a los gritos de Lovino y Arthur pues no se escuchaba a ninguna otra alma. Se acercó a él con los ánimos por los suelos, mirándolo como un cachorro abandonado. Francis se asomó en ese momento, bostezando.

—Arthur se está exigiendo mucho, Al. —dijo tallándose el ojo. Metiendo a Antonio con una mano en la cara, el español fue directo a su cama con un puchero en el rostro. —Lo mejor sería no molestarlo. Scott cuando se enoja puede ser realmente peligroso.

—Puede enfermarse.

—Sí, es lo más probable. Pero si él no le pone un límite no creo que nadie pueda hacerlo. —se encogió de hombros dejándolo entrar a su habitación. Ni siquiera pasaron cinco minutos y Antonio ya estaba roncando en una posición exagerada para dormir.

—Francis... tú conoces mucho más a Arthur que yo. —ignoró su anterior comentario y se concentró en el francés que de nuevo entraba en su cama. El rubio le ofreció con golpecitos sobre el colchón un lugar junto a él. Alfred negó con la cabeza con una expresión vacía en el rostro, quién sabe que le pasaría si aceptara. — ¿Por qué le interesa tanto el comité disciplinario? ¿No sería mejor que...—se trabo un momento, pensando si era bueno decirle lo que escucho en la pelea de Arthur e Iván—, lo dejara?

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora