Los días venideros.

1.7K 105 374
                                    

Corrección:  -ChibitaliaEsLoMas-(¡Muchas gracias!)

Blas Vargas arrugó entre sus manos finas el papel que tenía entre estas. En la hoja sobresaltaba un pequeño texto de no más de tres renglones y una fotografía adjunta, que abarcaba la mitad del espacio sobrante. Lovino, su hijo mayor y futuro heredero, tomaba de la mano al imbécil pueblerino que recientemente le estaba colmando la paciencia, gracias a Máximo, su padre, que no lo bajaba del pedestal donde lo tenía.

"¡Antonio es tan bueno!, ¡Estoy impaciente de que Antonio se gradué y trabajé conmigo!, ¡Lovino se nota mucho más feliz desde que tiene a Antonio a su lado!, ¡Antonio!, ¡Antonio!, ¡Antonio!"

El padre de Lovino y Feliciano bufó, relajando su mente de la furia que buscaba apoderarse de él. Antonio Fernández no era más que un pueblerino inmundo que sabía trabajar la tierra y gracias a ello sus padres tenían suficiente dinero para vivir entre la gente con educación y clase, pero, ¡oh, sorpresa! Eso acababa de terminar. El maldito español no podía estar saliendo con su heredero, porque Lovino no tenía ese derecho, y sobre todo, porque él y su familia ya ni siquiera se consideraban de clase alta, no después de la venta de la hacienda.

De la cual por cierto, compró un cincuenta por ciento usando distintas personas. El otro cincuenta por ciento lo tenía su padre, Máximo, pero ya se haría de ella en cuanto el viejo muriera.

No obstante, una sonrisa se formó en su rostro al no sentir ni una piedrita en su zapato por el hecho de saber que Lovino salía con Antonio. Es más, mataría a dos pájaros de un tiro. Se sirvió una copa de vino tinto, con el movimiento de los hielos se sintió todavía más excitado de que su plan fuera a la perfección. Luego de unos momentos, disfrutando la vista fuera del ventanal de su oficina, tomó el teléfono de su escritorio que conectaba con el de su secretaria y esperó unos segundos pacientemente.

—Libera mi agenda para dentro de dos semanas, toda la semana completa. —ordenó y colgó.

Era hora de poner a su hijo en su lugar.

—.—.—.—.—

Cuando llegaron a la habitación 404, Lovino se dejó caer sobre su cama, restregándose la almohada en su cara. Últimamente al finalizar las clases Antonio pasaba a buscarlo a su salón, atrayendo el suspiro de todas las chicas a su alrededor, y lo llevaba a convivir junto al BFT, o muy pocas veces, sólo con él. Lo mismo casi sucedía con Arthur y Alfred, los cuales perseguían a Matthew y Francis, para que este último pensará muy bien las cosas antes de hacerle algo al hermano del héroe.

—Si paso más tiempo contigo, creo que heredaré tus cejas, imbécil. —protestó Lovino, ladeando su cara en dirección a Arthur.

—Heredar es pasar los genes, Lovino. —corrigió Arthur, que parecía una enciclopedia a causa de los términos mal utilizados por el BFT y su novio. — ¿Cómo es que logran pasar de año ustedes los idiotas?

—No lo sé, pregúntale al idiota de tu novio. —reprochó, frunciendo la nariz.

—Mejor le pregunto al tuyo. —bufó Arthur. — ¿Sabías que apenas paso la media del promedio? Incluso sacó menos que Gilbert en estadística, y eso ya es decir mucho.

—Pero si el cabrón estaba estudiando.

—No lo sé, Lovino, puede que lo estés distrayendo demasiado. —argumento Arthur, alzando las cejas. Lovino infló las mejillas, evitando que ese pensamiento se le metiera a la cabeza; el jodido cejón sólo buscaba molestarlo. —Tal vez deberías salir con alguien menos idiota.

—Pues descartamos a Alfred de ser así. —dijo Lovino, mostrándole el dedo de en medio. Arthur quiso protestar pero no encontró algo que pudiera defender a su novio. —Y el mío al menos sí tiene culo.

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora