Nada. Ni un solo mensaje, ni de su madre, mucho menos de Scott. Arthur no paraba de mirar el bendito teléfono, esperando que le contestaran en cualquier instante y de eso ya iban dos días. Alfred lo contemplaba angustiado, mordiéndose una uña de vez en cuando, sin palabras para tranquilizarlo. ¿Por qué la madre de Arthur no le contestaba?, ¿estaría enojada con ellos por dejar la casa? ¿Por qué los dos hermanos perdieron la presidencia? ¿Qué le habría contado Scott? Porque, claro, su versión de los hechos no era precisamente la mejor. Alfred se imaginaba que lo describiría como el héroe sin superpoderes, fracasado y que había llevado a su hermano menor, Arthur, al camino del mal. ¡Y eso era súper incorrecto! ¡Porque él era un héroe y Scott el Rey de las Sombras!
— ¿En qué tanto piensas? Estas poniendo caras raras desde hace rato. —dijo Arthur, dándole un golpecito en la frente para distraerlo.
— ¡Héroe!
— ¿Qué?
—N-Nada. No dije nada. —balbuceó Alfred, sonrosándose por la vergüenza. —Estaba pensando en ti.
—Te dije que dejes de juntarte con el cursi de Antonio. —gruñó Arthur, evitándole la mirada, pues el cumplido le había encantado. —Bueno, supongo que tengo que celebrar que no sea la rana idiota.
—Francis dice cosas que no puedo entender. —Alfred negó con la cabeza, remarcando el punto. —Algo sobre tumbarte y ponerme encima, ¿para qué haría algo así? Sería como sellar mi propia tumba.
— ¡Ese imbécil! —gritó Arthur, cubriéndose el rostro.
—No te preocupes, Arthur, jamás lo haría. —sonrió mostrándole el pulgar. Arthur lo miró a través de sus dedos, frunciendo la boca.
—Ta... tampoco he dicho que no me gustaría.
— ¡Ehhhh! —gritó sorprendido el americano. — ¿Eres una especie de masoquista?
— ¡Qué, claro que no, tarado! —reprochó, golpeándolo en la cabeza. —Es solo que..., no podemos estar siempre solo tomados de las manos.
—Arthur, no sé si te habrás dado cuenta, yo sí, pero no hacemos eso. —reprochó Alfred inflando las mejillas. —Bueno, cuando fuimos al cine sí, incluso nos besamos, se sintió bonito. —sonrió bobamente, aunque luego disipó sus ideas con una mano. —Y desde ahí, ¡nada!
— ¡Yo fui quien te besó! —dijo Arthur estirándole las mejillas. —Tú también debes tomar la iniciativa.
— ¡De acuerdo! —Alfred alzó un puño en señal de victoria, con ojos triunfantes. — ¡El héroe hará lo que debe hacer!
—Bien, entonces, ataca. —Arthur cerró los ojos con fuerza, tomando un profundo color carmín en las mejillas, esperando el roce de labios.
Alfred F. Jones podía ser el chico más adorable del planeta, con sus expresiones de héroe, con sus sonrisas, con sus ojos que iluminaban al mundo, sin embargo, así como era adorable también era inocente, tan, tan inocente como un niño pequeño, pues en vez de besarlo le lanzó una almohada a la cara.
Definitivamente debía aprender a ser especifico con sus deseos.
Alfred tenía un chichón en la cabeza, producto del golpe que Arthur le dio con el libro que se encontraba en su cama. ¿Quién pensaría que «atacar» era sinónimo de besar? ¡Nadie! ¡Ni siquiera la RAE! Y sí, definitivamente lo buscó en un diccionario. Con un poco de mal humor por el golpe, Alfred decidió contactar a Antonio, no obstante, este no respondió por cinco largos minutos así que recurrió a su hermano gemelo, seguro que él podía ayudarlo con lo que quería Arthur, ya que este seguro no lo dejaría besarlo, así como así.
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Tú + Yo= Error 404.
Fanfiction[Vicio Tsun]/ Lo peor que le pudo haber pasado al perfecto Arthur Kirkland fue encontrarse en la misma habitación que Lovino Vargas. Dos personas de la misma 'especie' no pueden estar en un mismo sitio. -UsUk/Spamano-