En el cine. /Primera parte.

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—Deberías recoger la parte de tú habitación, al menos. —le regaño Arthur, quién acomodaba su ropa en el armario que le pertenecía. —Sólo mira la porquería.

—Sí, te estoy viendo. —dijo Lovino gruñendo, el inglés se volteó enojado. — ¡Deja de joderme, infeliz!

— ¡También es mi habitación!

— ¡Pues si tantas ganas tienes, límpiala tú! —gritó, dándose la vuelta hacía la pared mientras abrazaba una de las almohadas.

—Jodido crío, imbécil. —refunfuñó Arthur, metiendo de golpe la ropa recién doblada.

Unos golpeteos en la puerta provocaron que Lovino se estremeciera en la cama. Arthur lo miró, después miró la puerta y, cuando los golpes se volvieron a escuchar se convenció de que el italiano fastidioso no abriría.

—No soy tú puta criada. —le dijo, avanzando.

—No, eres la de el gordo americano. —contestó, inflando los cachetes.

Una vena creció en la frente del más bajo, ¿qué acaso no podía mantener su puta boca cerrada por una vez en su vida?

—Lovino.

—Soy Arthur. —contestó, mirando al recién llegado que para su desgracia era mucho más alto que él. El británico con trabajos le llegaba al hombro.

—Hmm...—resopló Govert, mirando adentro de la habitación. —Vengo por Lovino.

Arthur alzó una ceja, ¿de qué iba ese sujeto? Además, ¿por qué el crío bastardo tenía un amigo de último grado?

— ¡TE DIJE QUE NO, IMBECIL! —gritó Lovino desde el baño. Kirkland se cuestionó en que tiempo se había trasladado ahí.

Govert pareció indiferente el insulto que le había proporcionado el italiano.

— ¿Para qué lo quieres? —le pregunto, curioso.

—No es tu asunto. —fue la respuesta seca que obtuvo.

Arthur chistó, y refunfuñando se fue de nuevo a ordenar aún más la parte de su habitación que le correspondía; dejando la puerta abierta por el recién invitado.

Govert entró cuando vio que el rubio bajito no se interpondría y fue directo a la puerta del baño. Cerrando tras él.

—Lovino.

—No iré a ninguna parte. ¡Vete bastardo gilipollas! —le gritó de nuevo. Govert al momento de querer jalar la palanca y abrir, está se volvió a cerrar por el otro lado. — ¡No intentes pasar!

—Bel se enojará.... Tiene ganas de conocerte. —le dijo, intentando convencerlo.

— ¡Me importa una mierda, bastardo!

El rubio holandés suspiró. El viernes por la tarde, después de que el anuncio de la fiesta de bienvenida fuera dado, había sido obligado por su hermana a que invitara a Lovino para conocerlo. Quiero conocer a tu primer amigo, le había dicho. Así que, como buen hermano mayor, se lo había prometido, sin embargo, no se esperó la negativa de Lovino. Es decir, le había comprado un uniforme ¿acaso no se dio cuenta lo difícil que le fue soltar el dinero?

Crío malagradecido. —pensó.

De nuevo, unos golpes en la puerta distrajeron a todos. Arthur muy a su pesar, volvió a abrir la puerta.

— ¡Ve~!

¡Oh, no, eso sí que no!

— ¡No, no, no! —reprochó el inglés, intentando cerrar la puerta. Pero tres manos se lo impidieron.

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora