Correción: (Pendiente... El capitulo sufrirá pequeñas variaciones, pero nada que afecte las ideas principales. Lo que pasa es que la paciencia no es mi virtud xd)
Desde que tenía memoria Lovino detestaba pasar tiempo con sus padres, y mucho más si eran en completa soledad. Al salir junto a Feliciano la atención de ellos pasaba completamente a él, y el único momento donde se giraban a su persona, solían hacer unas comparaciones bobas antes de volverse a su hijo favorito. A los ocho años Lovino dejó de prestarles atención, al fin y al cabo sabía que, por más que doliera, nunca acabaría. Era mejor acostumbrarse que pasar toda su vida lamentándose sobre porqué sus padres no lo amaban, de hecho, llegó a la conclusión que nunca lo hicieron.
De todas maneras su consuelo fue que Feliciano no era quien estuvo pasando por todo eso.
— ¿Para qué me citaste aquí? —preguntó Lovino, sentándose delante de él. La mesera tomó sus órdenes antes de caminar apresurada rumbo a la cocina, se palpaba la tensión en el ambiente. Blas se enderezó en el respaldo de su silla, buscando una mejor posición. — ¿Es por lo de Sadiq?
—No. —contestó simple, enroscando su puño derecho en su palma izquierda, con los codos puestos en la mesa; Lovino odiaba esa mirada, lo estaba analizando como una rata de laboratorio.
— ¿Qué sucede entonces? —mantuvo al margen todo impulso de llenarle de preguntas o insultos referente a lo que vio antes de entrar al restaurante. Había que mantener la cabeza fría cuando se trataba de su padre, él mejor que nadie lo sabía, él mejor que nadie lo conocía.
—Siempre es un placer verte fingir. —dijo al fin Blas, volviendo a su postura triunfal. —Sé que los has visto, Lovino, no soy estúpido. Dime, ¿no tienes ni un poco de curiosidad sobre ello?
Su hijo se quedó callado ante la incógnita, con los labios apretados en una fina línea y ojos fijos en la mesa. Blas sabía que estaba conteniendo su boca, sus puños, todo su odio. Lo sabía, porque él le había enseñado a hacerlo.
—La tengo. Y mi respuesta es tan clara como el agua, no voy a dejar Antonio. —sentenció Lovino, dejando un aire electrizante. Blas se puso serio al notar el cambió de ánimo en su mirar, de conejo asustado pasó a un tigre enjaulado.
—Sabes que odio que pongas palabras en mi boca, Lovino. —su padre se mantuvo serio, incluso cuando la mesera llegó y dejó la orden en la mesa. —Por mí está bien, puedes seguir saliendo con él. No tengo ningún problema con ello.
— ¿Qué? —soltó de pronto, inclinándose sutil.
¿Acaso su madre había hablado con él? ¿También Blas reflexiono sobre sus acciones? Sin poderlo evitar un rayito de felicidad apareció en su mente, ¿podría haber algo más hermoso que estar con la persona que amaba sin pensar continuamente que alguien se interpondría entre ellos?
Por todos los cielos, no pedía el amor de sus padres, tan sólo que lo dejaran ser feliz.
— ¿Lo dicen enserio? —una curva se formó en sus labios, quizás su vida comenzaría a mejorar.
Lovino era consiente, de que incluso la propuesta de Bianca debía ser tomada con cuidado porque podía tenderle la mano para después agarrar su pie. Y si se trataba de Blas era trecientas veces más peligroso; sin embargo, esas últimas semanas se habían sentido tan bien, tan felices, tan inusuales que comenzó a pensar que de verdad todo podía cambiar. Su yo interno de los malos pensamientos fue suprimido con el amor de Antonio.
Así que se sintió estúpido cuando le dieron un golpe de realidad.
—Por supuesto. —declaró Blas. — ¿Sabes cuánto está invirtiendo su padre en una de mis empresas? ¿O cuánto me costó convencer a su madre para que me dejara comprar su parte de la hacienda? Necesito mantenerlos contentos, después podemos deshacernos de él.
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Tú + Yo= Error 404.
Fanfiction[Vicio Tsun]/ Lo peor que le pudo haber pasado al perfecto Arthur Kirkland fue encontrarse en la misma habitación que Lovino Vargas. Dos personas de la misma 'especie' no pueden estar en un mismo sitio. -UsUk/Spamano-