Un punto.

1.4K 119 221
                                    

—Antonio—llamó de pronto, recordando que tenía conciencia. Sus dedos entrelazados con los contrarios se abrieron en un dos por tres, hecho su cuerpo atrás, empujando con su mano disponible el pecho de Antonio. Él aún con la mano entrelazada con la suya, se separó, sorprendido por sus acciones. —déjame.

— ¿Lovi?

A ojos de Antonio la noche se volvió mucho más oscura, las farolas opacas al igual que la luna y estrellas. El canto de un grillo vitoreaba en el aire, trayendo consigo un ambiente casi denso. Paso saliva con dificultad, imaginando como sería una vida sin la persona delante de sus ojos. Quizás de le quedo viendo de más a Lovino pues él alzó una ceja, inconforme con su agarre, se libró de Antonio en un manotazo. Estaba molesto, Antonio podía sentirlo, y después de lo que Emma le grito en la cara lo consideraba totalmente justo.

— ¡Perdóname, Lovi! —pidió juntando sus manos en una palmada. — ¡De verdad, lo siento muchísimo!

— ¿Ah?

—He sido un muy mal amigo. No he sabido como actuar en todo este tiempo. —alzó su rostro para transmitirle sus sentimientos, Lovino se puso a la defensiva sin saber muy bien el porqué. Su cuerpo debió reaccionar antes de que sus emociones. Antonio lo conocía muy bien para reconocer esa acción como una muy mala, si era dirigida a él, era claro que una parte de su Lovi ya no le tenía la suficiente confianza. —Di por hecho que siempre estarías a mi lado. —continuó agachando la mirada, jugando con el botón de su saco. —Que no podía perderte.

— ¿De qué diantres me estás hablando, hijo de puta? —bramó Lovino, apartando el rostro.

—Tú lo sabes, Lovi. —junto sus manos de nuevo, jugando con sus dedos. —Te ignore, te oculte cosas, te trate como un completo extraño pesé a que eres una de las personas más importantes para mí. Y, aun así, tu estuviste ahí para mí.

—Déjalo ya. —Lovino se cruzó de brazos, sin darle la cara todavía. —Si lo entiendes ahora ya no lo repitas o te golpearé ese culo tuyo hasta hacerlo papilla.

—Lovi...

— ¡Qué estoy bien, maldito bastardo!

— ¡No lo estás! —reprochó Antonio, tomando de nuevo sus manos, incitándolo a verlo. — ¡Y todo es mi culpa!

El italiano infló las mejillas con enojo, aventando las manos de Antonio. Él volvió a tomarlas entre las suyas, apresándolas con mucha más fuerza.

— ¡Suéltame!

—Si te vas ahora Lovi, no podremos arreglarlo.

— ¡Nadie quiere arreglar nada contigo!

— ¡Yo lo quiero arreglar!

— ¡Me interesa una mierda lo que tú quieras!

—Siempre haces eso cuando intentas ocultar tus sentimientos, Lovi. —dijo Antonio, halándolo de los brazos para quedar cerca de él. Invadiendo su espacio personal. Ambos pudieron contemplar el verde de sus ojos, brillando con una determinación diferente. —Es mi culpa, Lovi. Estoy consciente de eso, por eso me estoy disculpando.

—Bien. Te perdono, ¿eso quieres escuchar, bastardo?

—No.

— ¡Qué mierda quieres, entonces!

—Dime lo que verdaderamente sientes. —dejo sus brazos rápidamente, tomándolo de la cara. Lovino se quedó en un silencio anonadado. Definitivamente Antonio no quería dejarlo ir. —Escucharé todos lo que me tengas que decir, sin interrumpir. Tomaré todas tus maldiciones e incluso si tú lo quieres, las cumpliré.

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora