Acerca de ti.

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El director estaba hablando tonterías, cosas sin sentido para defenderse un poco de las acusaciones. Aunque su discurso parecía más falso que la sobreactuación de los programas de Dora la Exploradora; Arthur detrás de él, intentaba contener su cara en hacer una mueca, seguro que Scott pensaba lo mismo pues llevaba buen rato gruñendo por lo bajo.

―Decido dejar la institución por voluntad propia, en busca de un nuevo trabajo que me ofrezca mayor crecimiento. ―anunció, parándose firme. Con su mano derecha dibujaba sobre las hojas que había en el pedestal su firma, renunciando oficialmente a su puesto. ―Me voy sabiendo que habrá un nuevo director que los guíe a través de sus pasos, brindándoles el mismo apoyo que yo les otorgue en algún momento crucial.

Govert debajo del escenario rodó los ojos ante su hipocresía. A su lado Vash gruñía por lo bajo.

―Con ustedes se queda el nuevo director, Vasili Braginski. ―aplaudió, secundando por los alumnos. Antes de que se retirara del escenario para cederle el lugar a quién tomaría su puesto Arthur pudo notar una mirada llena de odio dirigida a los altos mandos, quienes, sentados con una sonrisa en el rostro, sólo lo ignoraron.

Obtienes lo que mereces, diría su padre.

Arthur entonces fijo su mirada en el hombre de mediana edad que subía a la explanada. Sin ninguna duda lo tacho de ruso al primer instante. Detrás de él entraron tres alumnos más, dos chicas y un chico, que era jodidamente intimidador.

―A partir de ahora, seré su nuevo director. ―anunció en el micrófono. Su postura era perfecta, recta, cuadrado de hombros y con el mentón observando el frente. Al mismo tiempo que a Arthur le alegraba que el tirano ya no estuviera con ellos, ahora comenzaba a preocuparse de haber llamado a un dictador. ―Vasili Braginski.

La presentación comenzó seguida de unos pocos aplausos. No duró más de diez minutos.

―Ellos son mis hijos, comenzaran curso con ustedes a partir de hoy. ―señaló a los tres chicos, quienes hicieron un asentimiento con la cabeza en silencio.

― ¡Ah, él es el supervillano de aquella vez! ―la voz de Alfred llegó a sus oídos entre el barbullo de los estudiantes por los hijos del nuevo director. Rio bajito, escudándose con su mano para hacer como si hubiese tosido.

―Los conocerán a su debido tiempo, por ahora es todo. Retomen sus actividades normales. ―anunció, cerrando la carpeta que portaba y retirándose del estrado. Sus hijos lo siguieron en silencio.

Los profesores comenzaron a desalojar al alumnado grupo por grupo, dejando que se esparcieran por el patio una vez afuera. Aún quedaban veinte minutos para la siguiente clase, así que varios utilizaron ese tiempo para ir a charlar o terminar las labores. Los últimos en salir, como siempre, fueron ambos hermanos Kirkland.

―Esperaba que la despedida del antiguo director fuese todo menos pública. ―comentó Arthur a su hermano. Scott se encogió de hombros, restándole importancia. ―Supongo que ya no era para nadie un secreto.

―Como tú saliendo con el gordo americano. ―gruñó. Arthur paso saliva, ocultando su rostro.

―No estoy saliendo con él.

―Sí, dile eso a toda la escuela. ―Scott se adelantó a su paso, deteniéndose delante de él. ―Escucha esto, Arthur. Acabas tú con esto ó yo lo haré. Y te aseguro que no seré bueno.

― ¿Qué es lo que quieres que haga? ¡Ya lo intenté! ―sin querer alzó mucho la voz, atrayendo miradas curiosas. ―Y él simplemente se negó.

―Claro, debiste sentirte tan triste cuando eso paso. ―alegó sarcástico. Arthur frunció la boca. ― ¿Qué harás si mi padre se llega a enterar de esto? No sólo tu lugar en el Comité está en juego, también el mío y la reputación de la familia Kirkland.

Tú + Yo= Error 404.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora