Capítulo 3

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— Ana, despierta —abro mis ojos y lo primero que veo es su sonrisa mañanera, se aleja mientras yo me tallo los ojos y me doy cuenta de que me quede dormida en el suelo cerca del balcón, me pregunto si se habrá dado cuenta

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— Ana, despierta —abro mis ojos y lo primero que veo es su sonrisa mañanera, se aleja mientras yo me tallo los ojos y me doy cuenta de que me quede dormida en el suelo cerca del balcón, me pregunto si se habrá dado cuenta. Vuelve a mi entusiasmado desde el baño y me muestra mi atuendo, he mirado sorprendida mis ropas de colegiala, me hace sonreír un poco amarga. << ¿Porque haces esto? >> me pregunto, lo miro ingenua en busca de que responda lo que el no puede escuchar, yo se la respuesta pero entonces ¿Qué espero que me diga?

— Te pareces tanto a ella —comenta con tono de susurro mirándome tan feliz y dulce, él realmente... ¿a quién?, dime. Lo miro curiosa tratando de tomar entre mis manos la playera que trae puesta, se voltea y sonríe divertido, me doy cuenta de la escena tan extraña que estoy protagonizando, como si fuera una mascota en busca de atención— ja, ja, no seas curiosa. Por cierto tenemos que conseguirte un trabajo, ¿tienes estudios? ¡Ah! Perdón, no te preocupes, saldrás de esta, aunque es una pena que tu familia te haya dado la espalda, yo haré lo necesario para ayudarte y... ahg... —se desespera tanto por ayudarme que me parece divertido y así es como todavía no entiendo los acogedores sentimientos de un hogar que no es el mío. Alborota mis cabellos antes de continuar su camino. Este chico me desconcierta, me confunde, me da la esperanza de que Eros se equivocó. Gateo hasta donde él esta y abrazo su pierna con el solo pensamiento de un gracias, siento como se agacha y levanta mi rostro, nuestras miradas se encuentran, me doy cuenta de lo que estoy haciendo y mis mejillas explotan en calor cuando él solo ríe y yo muevo desesperada mis manos en busca de que no malinterprete la situación. Se levanta y comienza a hacer el desayuno intentado no reír tan fuerte, me levanto para luego sonreír e ir a cambiarme. Observo las ropas que traía puestas noches atrás imaginando la mancha de sangre que antes tuvo y de la que ahora no hay rastro, al verlo tan real tengo ganas de saber que clase de sueño es este.

Cuando terminamos de desayunar fuimos a un lugar lleno de gente, estaban haciendo tramites. Pareciera que las horas esperando el turno eran eternas a su lado pero no me molestaba, sin embargo sentía algo raro en este momento, como si ya hubiera hecho algo similar en otro momento. Cuando llego nuestro turno nos llenaron de preguntas que revolvieron mi cabeza, la mayoría de mi origen.

— ¿Cual es tu apellido Ana? —no tenia uno así que solo escribí mi nombre completo en un papel — ¿Ana Pófefkti? ¿Es correcto? —asentí. Después de muchas preguntas a las que no les encontraba mucho sentido nos dirigimos a casa, estaba cansada por lo que el trayecto fue silencioso. Cuando llegamos mire por el balcón el atardecer tratando de recuperar fuerza pienso que es el espectáculo del día mas hermoso, todavía mas que cualquier diamante o estrella reluce un dulce amarillo oscuro y naranja alrededor del sol.

— La próxima semana es el festival de verano —escucho atenta cada una de sus palabras sin voltear— ¿te gustaría ir? —mi mirada atontada viaja hasta sus ojos vino y siento una emoción recorrer mi cuerpo, asentí de inmediato un poco tímida para volver a ver el cielo entusiasmada pensando en darme una oportunidad de vivir como mortal.

— La próxima semana es el festival de verano —escucho atenta cada una de sus palabras sin voltear— ¿te gustaría ir? —mi mirada atontada viaja hasta sus ojos vino y siento una emoción recorrer mi cuerpo, asentí de inmediato un poco tímida para volv...

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Narra Gabriel:

Sus ojos brillan y se cristalizan cuando ve el cielo, algo que ama. No es necesario que hable lo puedo ver en sus ojos. Aunque ella no me lo diga puedo deducir que todo es nuevo para ella pero me asusta preguntar aunque la curiosidad me este ahogando. Se parecen, ellas aman el cielo, aman todo pero ella ya no está. Esta vez no me equivocare y la protegeré, no importa lo que me cueste, esta vez no preguntaré.

 Cada mañana despierta antes que yo a contemplar el amanecer como si este le diera fuerzas, prepara el desayuno para después desaparecerse en la ciudad a sus clases en las mañanas, cuando llego del trabajo ahí esta en silencio, leyendo, se que prepara la cena y limpia el departamento después que llega, siempre trata de no causarme molestias.

— Mañana es el festival —rompo el silencio dejando mi abrigo negro en el perchero a un lado de la puerta, ella me mira como si tratase de preguntarme algo, lo siento pero no te puedo entender.— ¿Quieres venir al centro comercial conmigo? —se le veía emocionada pero cuando llegamos al centro comercial mantenía la cabeza agachada y de vez en cuando la levantaba cuando se interesaba en algo, note como miraba la fuente de Ágape, se le veía curiosa y con cierta tristeza, una que yo no podía comprender pero tampoco preguntar entonces la arrastre hasta una tienda de ropa, me miraba confundida y con sus ojos me preguntaba ¿te podrás ropa de mujer? Me divertía pero prefería ignorar tal hecho. Tome un par de prendas y la empuje hasta los probadores, donde espere a que se cambiara. Salio luciendo un vestido manga larga azul marino que le llegaba hasta las rodillas tratando de ocultar su rostro miraba al suelo, entró de nuevo a los probadores y al menos lució un par de faldas y blusas más cuando no pude burlarme mas del rostro sonrojado que traía pague y salimos de la tienda. Cuando llegamos a casa se disculpo, yo aun no lo entendía, me parecía un poco estúpido el que se disculpara por todo pero yo tampoco era capaz de comprenderla.

Narra Ana:

Me sentía culpable, demasiado mal aunque yo no pudiera comprender el significado de algunas cosas sabia muy bien que no debía ser una molestia y aun sabiéndolo no lo evitaba. ¿Cómo se lo podría pagar? Mis mejillas se sonrojaron de golpe al venir una idea a mi mente, me acerque lentamente causandole confusión, me pare de puntillas captando su atención, cerré mis ojos y lo mas rápido que pude bese su mejilla, no lo soporte y salí huyendo de la sala aunque me hubiera gustado ver la expresión de su rostro. Sonreí.


— ¿Qué estas tratando de hacer.... pequeña Ana?—arrugó como si fuera papel la rosa que traía en manos para luego soltarla y que cayera al vacío, hasta el fondo del alto edificio de veinte pisos, solo se marchó, dejando atrás la ira de ver a Gabriel.


Nota de autora: Este capítulo ha sido editado, espero que sea de todo su agrado. No olviden votar ni comentar. Hasta el próximo capítulo lectores del bosque ^^

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora