Capítulo 6

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     Tal vez el único estúpido en el mundo soy yo. Siempre esperando, intentando lo imposible, incluso ahora con Ana no soy lo suficiente osado para acercarme y preguntar, aun cuando esta incertidumbre me este matando lentamente.

     Una mañana Ana salió del departamento apresurada, apenas arreglada, dejándome antes de irse una vahída sonrisa, ella siempre ha sido así desde que la conocí, tampoco dice nada de forma literal y mucho menos metafórica. La verdad es que ahora que pasa el tiempo a mi lado tan rápido se que mi mundo también gira alrededor suyo, se que valieron los cinco días que me mantuve a su lado en el hospital.

     Cada vez que marco mi paso de nuevo por las calles de esta enorme ciudad un sentimiento de soledad me invade, la ironía es que debería ser imposible sentirse de esta manera en la ciudad del amor, un lugar donde los dioses del amor están tan cerca que llenan hasta desbordar sentimientos nuestro pequeño corazón. Al llegar al trabajo siempre sonrío intentando ocultar el roto corazón que guardo con cuidado en mi pecho. En el bar no importa nada de eso, mis sentimientos, mis dudas, mi ser; solo importan los ojos fríos que ofrezco, llenos de ira y pasión, y una sonrisa cálida llena de hipocresía. Bebida tras bebida, persona tras persona se llevan todo lejos de mi, cosa que recupero al ver a la persona que arrancó un pedacito de mi corazón sin siquiera darse cuenta; me recuperan sus sonrisas entusiastas, reprochantes, en todas sus formas, sus ojos llenos de ilusión, inocencia y compasión, sus mejillas cargadas de rojo brillante... O eso era antes de que otro pedacito de mi desapareciera. Yo aún sigo esperando.

Han pasado cuatro días desde que solo siento el frío de la nada, se que poco a poco la ira volverá y luego mi desesperación me acorralara solo para después separar mi cordura un momento y así romper desde adentro los deseos de poseer y ser poseído, se que al final de todo la sonrisa que tanto regalo será mi luz de la razón dentro del agujero que yo he decidido llamar "amor. "

Yo sabía que no se quedaría por mucho tiempo pero esperaba que al menos se quedara un poco más o al menos para que aliviara el dolor que aun atesoro cual maleficio es. El miedo acerca a mi la desesperación y a su vez el el final de otro patético destino donde solo sobrevivo yo. Pido, le rezo en secreto a Cupido por que componga estos mediocres sentimientos, que me de el amor que tanto anhelo pero que sepa bien que esa persona tendrá un hombre incompleto.

Es sábado ya, ha pasado casi una semana. Me burlo de mi por sentirme tan decaído cuando no se nada de ella, ¿esta es la fase de la ira?, ¿estaré a punto de rendirme?, ¿quiere decir que no fue suficiente lo que hice?, ¡¿quiere decir que no soy capaz de cumplir conmigo mismo la promesa de protegerla?!
Levanto mi abrigo del suelo y me lo pongo, el ocaso se acerca de manera tortuosa, esta vez haré lo posible para no ser olvidado, aunque en el primer lugar donde pensé que estaría no hay nadie, no me rendiré. De local en local, recorro cada parte de la ciudad mientras siento un miedo apoderarse de mi.

Ya es noche, rendido y entregado totalmente a la desesperación me siento en una de las bancas de un parque mientras observo a la luna... La consejera de Ana. Cuando bajo la vista me percato de que soy evitado, mis sentidos reaccionan y escucho un llanto a mi lado, la mire por un momento y, aunque intentaba no hacer ruido y ocultar sus lágrimas no lo lograba, sus rubios y cortos cabellos delataban su desesperación, a mi me delataba mi distracción. No fui capaz de dejarla sola, ella estaba tan desesperada como yo. Cuando Se dio cuenta de que la observaba me miro con sus ojos llorosos, aun estoy tan débil que no puedo regalarle una sonrisa, toma mis manos entre las suyas y con voz temblorosa escucho su voz grave pero dulce —No te sientas mal— quiero llorar pero al verla tan rota y tranquila —soy Gabriel— intente alejar nuestros pensamientos de la desesperación, no se si funcione pero necesito intentarlo, se seca las lágrimas y me contesta
—soy Isabel— sonríe, me mira con cierta duda y de pronto solo pregunta de manera directa —¿por que estás tan desesperado?— Evadí la pregunta y queriendo ocultar mi destrozo vuelvo a ella con lo mismo —¿porqué lo estás tú?— sus orbes morados se cristalizaban, podía notar como luchaba por retener las lágrimas en sus ojos
—le hice daño a un inocente— ella trago saliva —¿y tu? — sus propias palabras no lograban dañarla pero sus pensamientos si, no importaba si le contaba ¿cierto? —busco a una chica que rescate de una muerte segura... Es... Muy importante para mi— parecía entenderlo todo aunque no supiera nada y sin pensarlo adecuadamente por un momento comencé a describirla 
—es pelirroja, tiene un bonito azul mar en sus ojos y tiene pecas...— así recordé cada detalle de Ana —yo atropelle a un hombre— dijo vacilando un poco para soltar en seguida una leve risa con amargura —cuando su amiga llego al verlo tan mal se echo a llorar como si le hubieran quitado algo valioso, seguro me veía angustiada pero ella en vez de reclamarme se acerco a mi mostrándome una sonrisa un poco rota pero me abrazo como si lo supiera todo, cada detalle—  hubo un silencio, observe sus manos cerradas en un puño siendo apretadas con fuerza y entonces lo recordé, el único lugar que omití, sonreí y ella me miro sin entender mis acciones —¿esa chica acaso no tiene el cabello chino y pelirrojo?—
mi mirada se ilumino, al parecer Isabel lo comprendió un poco —si...— contesto, sonreí como hace días no lo hacia y sin pensarlo demasiado tome a Isabel de la muñeca y la comencé a jalar rumbo al hospital, pase por los charcos que había dejado la lluvia la noche pasada, no me importo ensuciar mi ropa —¿cual es la habitación?—
lo pensó —en el segundo piso, la habitación 7B—  sonrió y comenzó a jalarme por las escaleras hasta llegar a la habitación, entre jadeos abrí la puerta de golpe y ví la escena mas perfecta y triste que me pude imaginar —¿Ana?— susurré un poco roto.

continuara...

N/A: Espero que estén disfrutando la historia, realmente estoy un poco decepcionada por las pocas lecturas que ha tenido pero no hay problema. En fin, a los que están leyendo esto muchas gracias y perdón por las faltas de ortografía, cuando termine de escribirla habrá varias correcciones... y pues la razón por la que pongo esta nota de ochocientas letras jeje, es para agradecer a los que leen, a los que votan, a los que comparten y en general a los que han llegado a esta parte, me animan para seguir escribiendo, mas y mejor cada día.

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora