Especial

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Como nunca me dijeron si querían un especial del libro o no ya que les debo el de "San Valentín" 🙄 pero bueno sin más preámbulos aquí abajo les dejo el especial. :3

Especial 1

"En una sola noche"

Necesitaba un respiro del trabajo, era algo de muerte estar todo el día sentada hablando con personas todo el día, que me contaran sus problemas. Creo que jamás entenderé porque me convertí en psicóloga.

— Ana, ya es tarde. Papá se enojara de nuevo contigo si vuelves a llegar tarde a casa —miré a Ágape molesta— pipi si inigiri cin tigi si vilivis i lliguir tirdi i cisi —Ágape me observó seria— Ya no eres una niña por Dios, vamos —rodé los ojos guardando mis cosas .

—Ya tengo veintiún años, puedo vivir sola —reproche sabiendo lo que respondería.

—Sabes que a papá no le agrada esa idea o al menos hasta que te cases con alguien que vale la pena.
— Claro... Solo vale la pena si tiene dinero.

— ¡Chicas! Papá está... —se detuvo a verme— Ana está molesta otra vez —miró a Ágape quién solo bajaba mirada— sabes que Ana tiene razón, papá es así —Ágape tomo su bolso y salió de la habitación— gracias Eros —suspiré aliviada. Ella odiaba que habláramos así de papá.

Al llegar a casa papá sonriente nos dijo— deberíamos viajar a París, el hijo de un amigo se va a casar, incluso los tres podrían...
— ¡Basta padre! — rompí dos reglas: no gritar en la mesa, no contradecir a nuestro padre.
— Ana...
— Lo lamento, con su permiso —Me levanté de la mesa y me apresuré a mi habitación.

— Quería que fuese tu regalo de cumpleaños —continúe mi camino— El mejor regalo sería un futuro en el que yo pueda ser feliz junto a alguien que ame, tenga o no dinero —subí las escaleras.

Mi padre es de esas personas tercas  que tienden a querer ser máximas aunque siempre se rebajen a decir "perdón" a alguien superior solo por compromiso mientras piensan en como derrotarlos.

Interés. La palabra que siempre ha estado presente desde que éramos niños. Recuerdo cómo papá odiaba a Eros por ser hombre, porque a él no lo podía vender como una muchachita.

Viajamos a Londres desde Italia para felicitar al supuesto hijo de su amigo con la intención oculta de mi padre.
Ya en París decidí utilizar mi dinero para rentar una habitación propia en el mismo hotel.

Aún molesta por estar en aquel lugar fui a explorar los alrededores, de noche se podían observar las luces de los edificios, las extrañas figuras que proyectaba la sombra de cada cosa en algunos callejones. Rumbo a las diez de la noche me senté en una banca del parque observando una fuente donde yacía una escultura de mármol blanco de un bonito niño que cargaba rosas en su regazo, me tranquilizaba.

— Hola —noté su presencia tiempo después.
— Hola —sonreí.
— Es relajante, ¿Cierto?
— Yo creo que es bonito
— Mas bien algo que trasmite más de lo que se ve. Cómo que te roba los sentimientos.
— O simplemente los suprime
— Quiero creer que los transforma —me miró con un par de ojos brillantes que no paraban de temblar.
— Me debo ir, mi hermano debe estar preocupado.
— Muy bien, ¿Cuál es tú nombre?
— Gabriel.
Salió corriendo de aquel lugar en cuanto sentí un escalofrío recorrer mi piel.

Al día siguiente fui al mismo lugar, me lo encontré tan concentrado que decidí no hablar y observar la fuente de igual manera.

— Yo creo que a esta hora se encuentran las mejores cosas —callé ante su comentario.
— Pienso que la luna puede escucharme, puede ser capaz de conceder los más preciosos deseos. Aún no sé tú nombre, ¿Cuál es? —mi móvil comenzó a sonar y no pude evitar ignorar la pregunta— lo lamento, debo irme —me levanté enseguida— yo también creo que existe alguien que escucha nuestros deseos —sonreí.

Eran las doce de la noche y yo aún seguía frente a la fuente esperando por verlo una vez más pero el nunca llegó.

Me vestí con mi mejor vestido, rojo carmín de seda y tacones altos negros, até mis cabellos rojizos con fuerza, maquille mi rostro con delicadeza y un poco extraña entré al auto pensando que París era la peor ciudad del mundo para casarse, era como Las Vegas pero con más glamour anticuado.

Había demasiado tráfico, nos habíamos retrasado, tuvimos que caminar, mi vestido y peinado era un desastre y entonces mi tacón se rompió justo cuando iba a abrir las puertas de la iglesia, las puertas se abrieron por completo cuando el padre dijo "Si alguien se opone a esta unión que hable ahora o calle para siempre" estaba en el suelo muerta de la vergüenza cuando en el altar divisé el par de orbes vino que me observaba con asombro, mi padre que estaba detrás de mí se quería infartar y yo lo hacía ningún esfuerzo por levantarme entonces escuché una voz áspera que reía a carcajadas —¡Gabriel!— se dejó de escuchar, al levantar la mirada estaba él ahí tendiéndome la mano para que la tomara, al tomarla sentí sus mano cálida— ¡Sigan con lo suyo!—me sonrió, el público hacia críticas, me perdí en sus ojos embriagantes— ¿Cuál es tú nombre—  no podía siquiera contestar, me guío hasta su asiento, no hice algunas objeción solo me deje llevar.

La boda terminó siendo todo un éxito, todos celebraban a la gran pareja, solo nosotros nos quedamos dentro de la iglesia— ¿Sabes? Yo pensaba siempre en entrar a interrumpir la boda —mantenía la mirada en el suelo aún seguía avergonzada— cuanto puede cambiar una opinión en una sola noche —tomo mi rostro entre sus manos— ¿Te quieres casar conmigo Ana? —acababa de reaccionar, ¿Cómo sabía mi nombre?— no te pongas pálida Ana, tus ojos de sorpresa te paralizan Ana, no puedo resistirme a esa expresión Ana, Ana —se reía de mi.

—¿Co-como...
— Supe que eras la famosa Ana de la que siempre me hablaban cuando observé tus ojos y me perdí en tu mar, más bien no lo sabía hasta que entraste por esa puerta, y supe que mi deseo de cumplió —me abrazó.

— ¿Cuál era tu deseo?
— Que fueras Ana, la mujer que tanto ha esperado mi padre para mí, aquella que es la correcta.
— Tú...
— Si, soy ese hombre que tanto ha esperado tu padre pero ¿Soy el hombre que tú esperas?
— No te conozco
— ¿Me darías la oportunidad?
— Yo...
— Por favor.
Asentí sabiendo la larga lista de problemas que me estarían esperando pero tal vez, solo tal vez podría dar la oportunidad al incorrecto deseando que fuese el correcto.

En una sola noche pude detener el tiempo y nuevamente hacerlo nuestro.

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Desperté en el departamento, aún era noche, las estrellas estaban ahí parpadeantes, tan bellas y verdaderas.

Me senté en el balcón y cerré los ojos deseando volver a soñar contigo, el hombre lamentable que jamás sería mío. Sonreí con lágrimas en las mejillas y así volví a dormir.

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora