Capítulo 30

11 5 0
                                    

"Mi nuevo amanecer"

     Había pasado medio año y la vida comenzaba a recuperar sus colores, mezclaba algunos y creaba algunos nuevos.

     Firme en un recuerdo, sintió el aire fresco impactando en su rostro, aquella frescura que recorría su débil y delgado cuerpo se sintió libre aun con las heridas que creyó serian las mas profundas en toda su vida pero se equivocó. El miedo a lo desconocido siendo un sentimiento nuevo le inundaba, no sabia que hacer de ahora en adelante, solo sabia que ya no había vuelta atrás. La tarde y sus colores se fusionaron en un maravilloso espectáculo dentro de sus orbes, cuando la tarde se hubo perdido encontró a las estrellas que brillantes e ingenuas adorando a la luna le dijeron junto a la luna que jamas le abandonarían.

— Hola —volteó de inmediato ante la repentina habla de aquel joven castaño de orbes del mismo color, claros. Sus ropas un poco andrajosas y el rostro un poco opacado.

— Hola —sintió curiosidad por él sin imaginar quien podría ser, él sonrió de manera amable y contemplo a su lado la maravilla de estrellas en las lejanías de París- ¿me podrías indicar el camino a la ciudad? -preguntó el joven mirando el rostro de Ana que no se podía distinguir en la oscuridad. Ana le miró con curiosidad y sabiendo que debía huir de París, aun cuando su mente le gritó desesperada ¡tu nuevo comienzo no esta ahí!, hizo caso omiso y asintió.

— ¿Crees que debería volver a casa? —dijo el joven cuando ella estaba en la misma situación, eso era, él no estaba perdido solo tenia miedo al igual que ella, volteó a verla, sus orbes suplicaban ayuda— ¿eras feliz en "casa"? —preguntó refiriéndose a ella, el joven sonrió de nuevo y dijo— en casa me odian, no puedo volver —Ana se paró en la punta de la colina, su rostro fue iluminado por las luces cercanas de la ciudad dejando ver su rostro lloroso y cansado derramando dolor e inocencia— ¿tu planeas volver a casa? —ella negó con la cabeza sin querer revelar su motivo— ¿quieres venir conmigo? —volteó de repente y dijo— solo seré una carga y... no te conozco —bajó la cabeza pensando en la propuesta.

— Soy Julio —se apresuró a decir sorprendiendo a Ana— ahora ya no somos extraños —se empezó a reír de lo que había dicho, bien sabia que eso no la convencería, debía decirle quien era en verdad o eso planeaba hasta que la escuchó.

— Soy Ana —dijo avergonzada con un leve sonrojo en las mejillas— iré contigo, g-gracias... —él sonrió y se prometió no decirle jamas que él era quien le destrozó el corazón por primera vez y que la volvería a enamorar aunque ella ya hubiera cerrado sus puertas al amor.

°°°°°

     La ventisca hacia que uno que otro escalofrío hiciera temblar mas y mas a Ana que aun en invierno iba a visitar la ya cubierta de nieve tumba, en un cementerio casi abandonado que al parecer solo ella y Julio iban a visitar.

— Sabes... Jamas entendí porque él —pronunció el joven que solo llevaba un abrigo ligero y aguantaba el frió como si quisiera demostrar algo.

— Si que lo sabes, tal vez lo que no sabes es que muchas noches antes de que todo ocurriera y cuando empecé a vivir con él, incluso antes de que su padre me encontrara no podía evitar pensar por las mañanas que me daba miedo encontrarlo a mi lado pero me daba mas miedo sonreír por que estaba —la bufanda de Ana cubría parte de su rostro sin dejar a Julio descubrir en que pensaba ella.

— ¿porqué? —miró de reojo a la pelirroja y observó que mientras contestaba caían copos de nieve sobre su cabello.

— porque en el fondo, no, desde el principio supe que nuestro amor se podía romper —retiró un poco la bufanda y del bolsillo de su abrigo sacó una fotografía y la extendió hasta Julio con una sonrisa. Ella se alejó después de eso.

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora