Capítulo 15

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—¿Eh?— Hizo una mueca rara mientras cerraba la puerta —¿Usted es el gerente?— procuraba no ser irrespetuosa, el hombre la miró con desprecio.
—¡Claro que sí niña, siéntate! ¿Qué miras? ¡Apúrate que no tengo todo el día!— ordenaba el hombrecillo traga años que más bien parecía un chiquillo de secundaria, Ana obedeció en seguida.
—bien solo tienes que pasar la entrevista y listo, es fácil son tres preguntas y solo tienes que contestar rápido, ¿Entiendes?— explicó de manera burlona, Ana asintió.
—Antiguo empleo, dulce o salado y la razón por la que usted cree que es competente para un empleo como el que el local ofrece— dijo todo tan rápido que Ana apenas logró comprender, abrió la boca sin saber muy bien qué decir —Mesera, ambas y... Porque...— dudaba demasiado de si misma —soy una persona responsable que es capaz de atender personas de manera amable...— un pequeño recuerdo atravesó su mente, una tarde desastrosa donde no se podía distinguir los colores de la escena, dónde había tan poco tono y un repentino espasmo la atacó —incluso sin voz— balbuceo, el gerente soltó una carcajada burlona y antes de poder decir algo Ana se adelantó —soy competente porque confío en mi— sonrió ampliamente denotando un pequeño sonrojo —Ana, ¿Cierto?— Ana asintió, movía sus pies en un vaivén nervioso, de arriba hacia abajo intentando que sus manos no temblaran —¡Nina!— la joven que la atendió en la puerta entró a toda velocidad a la habitación —muestrale...— ¿La salida? Pensó Nina —los vestidores a tu nueva compañera— no podía creer lo que sucedía —¡Ahora! Ana necesito que me dejes toda tu documentación. Comienzas a trabajar en este momento— la joven tiró de la muñeca de Ana y la arrastró hasta los vestidores.
La más baja iba al frente casi arrastrando a la más alta, de tanto en tanto fue soltando la muñeca de Ana
—Lo siento, ni siquiera te pregunté tu nombre.
—¿Ah? Si... Soy A-Ana, Ana Pófefkti. reaccionó un tanto asustada procurando no mostrarse distraída.
—Soy Nina Ricci.
Sonrió cerrando un poco los ojos. Entraron a una habitación con algunos casilleros, unas cuantas bancas de madera y un tapete y, detrás de eso varios 'racks' con uniformes, todos azul marino con delantal blanco y una tiara de la misma combinación de colores, a un lado tres estantes con tacones negros.

—Vamos cambiate— rebusco por los racks hasta encontrar la talla de Ana
—¡Apúrate! O el gerente me matará— en cinco minutos Ana se cambió y salieron rumbo al área de trabajo mientras Ana se ataba los cabellos aún maltratados y con un tono rojizo apagado.

—¡Hi!
Saludó una chica de cabellos azabaches un poco ondulados con gran energía.
—¿No deberías estar en la cocina?— preguntó Nina con algún tipo de malicia.
—¡¿Ah?! El gerente me dijo que las cubriera un rato, además soy un desastre en la cocina.
Hizo un puchero la azabache.
—Yo te podría ayudar con la cocina.
La azabache volteó a ver a Ana, que embozaba una sonrisa tímida.
—¿Uh? Tú debes ser la nueva— sonrió —Me encantaría tu ayuda, por cierto soy Abel— dijo con un tono delicado pero nada tímido —¿Cuál es tu nombre?— se acercó a Ana mientras la analizaba con la mirada.
—Ana.
—Bonito nombre... No como el mío, ya sabes por eso del hermano asesinado,¿Caín y Abel?¿Te suena?
—¡Abel, vuelve a la cocina!
Ordenó el gerente que la fulminaba con la mirada, la azabache corrió a la cocina apanicada, el gerente volvió a su oficina y Ana comenzó a aprender el trato que se daba en el lugar.

Un tiempo después Ana fue a ver a Abel.
—¿Cómo estás?
Entró Ana de repente saludando a la otra cocinera, ya mayor.
—Mucho mejor aunque como siempre soy un desastre en esto.
Hizo una mueca de dolor al ver lo asquerosa que se veía la comida, Ana probó el guiso y lo saboreó.
—Le falta sal, un poco de pimienta negra y si le agregas un poco de huevo la consistencia será perfecta o si lo prefieres puedo intercambiar contigo un rato— la pelinegra volteó a ver con asombro a la pelirroja —¿En serio?— Ana asintió —Tu, eres la persona más maravillosa que he conocido— asomó un brillo por sus ojos oscuros como si hubiese encontrado algún tipo de tesoro, Abel se acercó a abrazar a la pelirroja y entonces un mareo la hizo caer en los brazos de la pelinegra que gritaba pero aún no podía escuchar claro lo que decía.

Observó a lo lejos una flecha dorada que cada vez se alejaba más que traía atado un hilo rojo, uno que estaba amarrado a su dedo índice también, de parpadeo en parpadeo logro zafarse del abrazo de Abel y caer al suelo para luego correr directo al baño, el hilo seguía ahí cuando vomitó lo poco que había comido el día de ayer, la puerta fue abierta de golpe y el hilo desapareció.
—¿Ana?
La nombrada se levantó y se lavó las manos y boca.
—¿Nos conocemos de algún lugar?
Abel bajo la mirada y con inseguridad negó.
—Mas bien no lo sé— Ana salió del baño y fue a la cocina donde callada y seria comenzó a cocinar hasta que el turno terminó.

Al término de turno Ana comenzó a limpiar las mesas y levantar sillas para poder ir a casa.
—¿Te has adaptado bien?
Preguntó amable el gerente tomado por sorpresa a Ana y a la cajera que estaba haciendo corte de caja.
—Si... Gracias por el empleo.
—Para haber pasado cuatro años te has adaptado bien- se alzó de puntillas y le dio una palmadita en la espalda a Ana.

Entró jadeando al edificio departamental y fue directo al mostrador donde estaba Don Noel a punto de caer rendido ante el sueño.
—Buenas noches Don Noel, ¿Ha sabido algo del antiguo dueño? preguntó con esperanza.
—Buenas noches Ana, solo he conseguido su nombre, faltan muchos archivos pero seguro los puedo conseguir, verás que este edificio alguna vez se incendió y muchos archivos se perdieron— el brillo en los ojos de Ana se lo extinguió —su nombre es Gabriel— un sabor amargo se esparció por toda su boca
—Gracias, buenas noches Don Noel.
—Buenas noches Ana, espero encontrar más archivos mañana.
Ana subió por elevador hasta el segundo piso con la mirada pérdida, un tanto caprichosa por no conseguir su objetivo, en la rareza de su pensamiento solo admitió darse por vencida pero aún estaba una parte que intentaba en vano imaginar un antiguo fantasma olvidado, uno que la olvidó a ella.

—Luna, ¿Crees que Gabriel sea como lo imagino?¿Sabes? Me encantaría conocerle y preguntarle tantas cosas ¿Y si la verdad no es algo bueno? Yo no sé siquiera quien soy— preguntaba a aquel satélite como si este le estuviera escuchando.

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—¡Abel!
Gritaba un chico mientras corría para alcanzar a la nombrada.
—¿Julio?
Volteó la azabache observando los ojos claros del chico que dilatados y entre jadeos cansados alcanzaron a pronunciar —yo... Creo...— Abel comenzaba a desesperarse —¡¿Qué?!— asintió el chico esperando que Abel entendiera —Creo que la encontré— una sonrisa se apoderó del rostro de Abel que de inmediato hizo soltar en llanto a la azabache, el chico castaño la abrazó contento.

"E incluso el drama tiene su encanto en los pequeños detalles del suspenso y el exceso, el misterio en debilidad y magia sabiendo que algún momento todas la piezas estarán en un solo lugar, ya sea en la basura o en la caja del rompecabezas. En la vida real esto es considerado un juego de azar, en el que el dado del destino nos lleva un paso adelante u otro atrás o viceversa"

Bajó con delicadeza el libro mientras esperaba en la sala de una tienda, soltando de vez en cuando un suspiro agotado, sus orbes vino lo consumían y así pronto lo llevaron al sueño mismo que despertaría la pesadilla de un mar que lo ahogaba con delicadeza, con una extraña gentileza y así lo ataba con cadenas en si mismo. Volvía a despertar de nuevo en las noches, ya llevaba así dos días seguidos mismos días en los que Ana llevaba despierta después del coma de cuatro años.

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N/A: Holu :3 ¿cómo están queridos lectores? Espero bien... Y pues solo quería hacer spam del nuevo libro que publiqué ("historias random") para los interesados.

Los amodoro, salgo de escena y pues ¡Prostú!

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora