Capítulo 17

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                   "Hilo de Eros"

Una sensación de asco en su boca la despertó, sus ojos pesados apenas pudieron observar su entorno.
—¿Cómo te sientes?
Entró Evau a la habitación sonriente.
—No lo sé.
Una náusea recorrió su garganta.
—¿Porque siempre nos vemos en el hospital?
Evau soltó una carcajada nerviosa.
—L-lo siento.
Dijo Ana apenada haciendo que Evau soltara un suspiro al aire.
—vistete, te llevaré a comer.
Le lanzó la ropa a Ana.
—¡Abel!
Gritó al instante en que recordó la salida que tenía planeada.

Del otro lado del hospital estaba un joven pelirrojo apenas despierto son gran dolor en cada parte de su cuerpo, paso su mano por su espalda sientiendo las vendas y recordó haber perdido las alas, vio más vendas en sus brazos —¡Abel!— escuchó la ruidosa voz de Ana, la voz que reconocería en cualquier lugar —Ana...— susurró reaccionando de golpe y levantándose de la cama —¡Se va a preocupar si llego tarde!— comenzó a seguir el sonido de aquella voz que por años le pareció molesta por ser tan ruidosa cuando estaba exhaltada, Ana comenzó a cambiarse con rapidez mientras Eros buscaba la habitación de su querida hermana, cuando terminó volteó a ver a Evau —no te preocupes, estaré bien— mostró una sonrisa y salió de la habitación, cuando iba por las escaleras escuchó una voz que le provocó un pequeño dolor de cabeza —¡Ana!— continuó su camino, Eros entró a la habitación de golpe —oh... Eres tú— sonrió Evau —¡Deberías seguir en reposo, no sabes lo que me costó traerte al hospital!— le reprochó Evau —L-lo lamento señorita solo buscaba a mi hermana... Creí escuchar su voz...— bajo la mirada.
—¿Conoces a Ana?
Eros la observó sorprendido.
—si señorita, ella es mi hermana.
—¿En serio? Eso es maravilloso, ella ha estado un poco perdida.
Volteó a mirar a Eros.
—¿La conoce?
—Es cliente frecuente del hospital.
Rió un poco nerviosa.
—Oh...
—Soy Evau, ¿Cómo te llamas?
—Mi nombre es Eros.
—Lindo nombre, ¿Puedo preguntar cómo te hiciste esas heridas en la espalda?
Se crispo cuando Evau preguntó.

—¡Abel!
Gritó Ana a lo lejos para llamar la atención de la azabache.
—Pense que no vendrías.
Sonrió un poco distraída.
Por un largo rato después de ver una película en el cine, omitieron platicar sobre el tema, pasaban por varios lugares sin siquiera intercambiar palabras. La pelirroja de vez en cuando se perdía en la fuente del centro comercial que le parecía tan conocida.

—¿El lunes hablaras con ella?— preguntó Abel intentando crear tema de conversación mientras caminaban al metro, Ana seguía con leves mareos que le provocaban perder la noción de las cosas de vez en cuando —Sabes... Ella no es mala, he llegado a pensar que yo soy el problema— el metro de Abel llegó y Ana no pudo contestar, Abel subió al metro y Ana pudo sentir una opresión en su pecho, su mirada se comenzó a perder, abrió la boca sin poder articular palabra alguna, el metro se había ido y ella apenas pudo decir —nos vemos mañana— se percató de que veía el túnel por el que el metro de fue.

En las calles había un silencio peligroso que no se disipaba, las luces parpadeaban y su paso cada vez era más lento para ser considerado caminata, más bien era la acción retardada e instintiva de aquel par de piernas gruesas que se esmeraban en no cubrirse, la falda roja que apenas llegaba por encima de las rodillas era guiada por el suave viento de la noche, así era como se sentía ser una extraña de tu cuerpo, más bien una extraña de tu alma.

Una voz gruesa pero de palabras suaves como terciopelo fue la que encontró a una Ana pérdida que no supo en que momento se sentó en aquel columpio oxidado y se mecía de con un solo pie sin dejar de ver el suelo, el sitio solo era iluminado por una pequeña lámpara parpadeante —¿Se siente bien?— soltó el columpio y sin prestar mucha atención movió sus manos cuidadosamente "Si", el chico tocó el hombro de Ana que de inmediato volteó a verlo —l-lo siento— dijo Ana recuperando la conciencia de su cuerpo mirando los orbes del joven sol —perdón si te asuste— sonrió amable el joven —me retiro, buenas noches señorita— el muchacho se alejó casi corriendo junto al foco que perdió su luz dejando a oscuras el pequeño parque donde ella se encontraba.
Dejó que la luna la guiara a casa en un silencio que de pronto le pareció asqueroso, cuando entro a su departamento se dirigió al baño donde vomitó la comida con remordimiento y en medio de todo eso le fue inevitable llorar, y con eso vio irse todas sus penas, sus dudas, sus remordimientos, sus amargos recuerdos e incluso su alma se fue limpiando poco a poco durante toda la noche, durante toda la semana y su transcurso, y solo así pudo acostumbrarse a lo nuevo, a sentir esa oscura sensación de impaciencia e inestabilidad.
En la última noche de la semana vio en el balcón asomarse un pequeño brillo, sonrió al ver la ilusión de un hilo y más aún ver que este se extendía por lo largo de la ciudad, cerró el balcón y decidió pensar que aquel hilo era solo una más de sus suposiciones, así fue como el hilo de Eros se perdió.

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—¡No sé! No sé quién rayos es...— se reprochaba a sí misma mientras miraba el tablero de madera con varias fotografías —no sé quién es pero la encontraré y esta vez no fallaré— comenzó a reír en cuanto una patrulla se escuchó a lo lejos —Maldición— escapó.

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N/A: Hola :D/ espero les haya gustado el capítulo (se va) Bv

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora