Extra 1

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"Petricor"

Narra Soremi:

Mirar la felicidad de Ana y Emmanuel me hacia sentir un poco de celos en ocasiones. Últimamente Abel llegaba enojado del trabajo y se excusaba en el arduo día de tenía y lo entendía pero a veces sentía que no le importaba lastimar mis sentimientos. Parece no recordar que soy incluso más sensible que él cuando yo no soy quien usa la falda.

Suspiré en aquel bar por enésima vez llamado la atención de mi compañero de trabajo.

— Hey, ¿porqué tan apachurrado querido barman? —dijo bastante sonriente, aunque expresaba preocupación por mí en sus ojos, sonreí con lastima sin saber que contestar— ¿problemas con tu esposa? —desvíe la mirada recordando que aún no le había dicho que "ella" eran en verdad un "él". Y bueno, si le dijera se reiría, Abel parece en su totalidad una chica hasta que te dice que la razón de ser tan plana es por su verdadero género.

— Estoy bien —dije haciendo que me pasara un poco de whisky. Merey era un chico más joven que yo, bastante amable y atento, uno de mis amigos más apegados desde que murió Gabriel y desde que Elias comenzó a tener demasiado trabajo y conseguirse una bonita novia.

— No lo estás —me ofreció más whisky y me lo bebí todo en seguida, comenzamos a hablar más y más, tome tanto que pronto todo comenzó a hacerse borroso, era la primera vez que me emborrachaba en el trabajo. Hice caso omiso a las palabras de Merey y salí del bar como por eso de las cuatro de la madrugada, una media hora antes de que acabara mi turno al fin de cuentas. Eran días lluviosos y ese día fue demasiado para mi, las gotas de agua comenzaron a caer sobre mi, un olor peculiar me mareó más y me hizo caminar hasta casa, en verdad sentía que en cualquier momento podría morir en medio de la lluvia y oscuridad, hasta que caí al suelo en mi embriaguez. Era patético, llorar así por Abel, llorar por extrañar sus abrazos y sonrisas, por extrañar las veces que me preparaba el desayuno y los castos besos que me daba, por los mimos incluso en días de verano, por los susurros y risas en medio de la oscuridad, me sentía poca cosa comparado con él, no era particularmente guapo o interesante, tal vez ya se había cansado de mi por fin...

La lluvia entre mis lágrimas no se distinguía y tenía ganas de hundirme en ellas y en el dolor que me esforzaba en guardar para mi, resignarme a hablar con él y dejar las cosas en claro, resignarme a perderlo... mi corazón se sentía romperse con la sola idea de alejarme de él, porque él es la persona que más amo en este mundo, mi única familia y mejor amigo, mi razón de vivir tan felizmente, me sentiría más que perdido sin él.

— ¡Soremi! —esa voz tan dulce y hermosa, abro los ojos para encontrarme directamente con los suyos, un bonito azul que me hace sentir tan afortunado y a su vez me hace sentir tanto miedo de perderlo— aquí estás —su rostro inclinado estaba feliz de verme o tal vez lo imaginé, le sonreí de la misma forma cuando sus lágrimas comenzaron a caer sobre mi, ¿porqué?

Me levanté como pude abrazándome, más bien colgándome en él porque no podía mantenerme bien en pie a él, se aferró a mi llorando cual niño pequeño, yo simplemente suspiré porque mis lágrimas ya se habían agotado, siguió llorando por minutos y no podía hacer nada para ayudarlo, sentía que mis acelerados latidos empeoraban la situación así que solo tomé su rostro y le dí un beso, uno largo y cálido, libre de segundas intenciones, puro y calmado. Dejó de llorar pero me veía triste.

— ¿Me dejarás? —preguntó haciendo que mi corazón se detuviera por unos momentos.

— Por favor, no me dejes, no sabes cuanto te amo Abel... eres lo más importante que tengo y no se que haría sin ti, siento que moriré si te alejas de mi, me duele pensar que me has dejado de amar, me duele tanto pensar en la posibilidad de que me vuelvas a dejar solo... te amo, te amo, te amo que juraría por ti mi alma, te daría incluso mi corazón literalmente solo porque vivas... —pensaba que mis lágrimas se habían secado o tal vez era la lluvia pero sentía que algo resbalaba de forma cálida por mis mejillas.

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora