Capítulo 1

125 16 19
                                    

¿Merezco tanta gratitud? Les estoy dando una condena y me aman por ello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Merezco tanta gratitud? Les estoy dando una condena y me aman por ello. Los humanos son criaturas realmente extrañas.

Ha pasado el tiempo y aún así no importa cuanto me quiera convencer de que estoy completa, sin duda me hace falta algo. Se muy bien que no esta bien sentirme así cuando estoy dando algo importante a este mundo.

Suelo recorrer de vez en cuando las calles de la ciudad, no hay un lugar donde yo pueda pertenecer de esta manera; mi hechizo funciona incluso ante ángeles impuros, ¿podre intentarlo en mi? La última vez casi fui eliminada. Quiero vivir.

— Cupido, Cupido por favor concédeme mi deseo para que me ame —escucho tu súplica y me pregunto si realmente quieres que te condene, pobre de ti porque mientras tu suplicas su amor ella suplica el amor de otro, tan difícil que es complacer a ambos, debo elegir solo a uno. ¿Qué es el amor en primer lugar?, ¿porque los humanos sufren e incluso son capaces de acabar con ellos mismos por amor? Es desagradable ver como no tienen respeto por su propio corazón.

Extiendo mis alas y en un instante desaparecen, se convierten en una parte humana de mi, cuando me transformó cada parte de mi se modifica, como si mi propia existencia tratara de salirse de mi.

Me aproximo al parque donde un chico desolado acaba de lanzar una moneda a la fuente como último intento de encontrar amor, en la banca del parque a unos pocos centímetros esta la que será el amor de su vida. Mi dedo como flecha, mi mano como arco se aproximan a la chica peli-azul, tan cerca de ella su imagen se desvanece frente a mis ojos y de pronto los rayos de la luna acaban por quemar mis alas, aquella flecha resbala de mis manos y acaba de ser lanzada causando un último desastre. ¿Quién se ha atrevido a atacarme?, ¿por qué? Por último mi lengua es atada con un hechizo y caigo al suelo cargando mi nueva humanidad que me ha arrebatado el título de "deidad del amor."

— ¡Vas a estar bien! —una voz gentil que me habla desesperado, un calor que inunda mis brazos hace que sienta que me desvanezco y sin desearlo mi corazón para cualquier función por completo susurrando a mi oído una locura, una incoherencia que no puedo comprender.

Desperté en una cama de hospital con un ligero mareo y pesadez en mi cabeza, me dolían los hombros, y el abdomen estaba vendado. No había sido un sueño estuve a punto de morir.

— Veo que despertaste —entró una enfermera cuidando de no hacer mucho ruido, me miró y sonrió, no dije nada. No entendía porque se esmeraba tanto en no hacer ruido si yo ya había despertado— que lindo es cuando alguien te cuida tanto —habló con cierta ternura en sus palabras y ahí lo comprendí todo cuando vi al chico recostado en la silla al lado de mi camilla durmiendo—. Tu novio ha estado aquí cinco días esperando a que despiertes —la miré ingenua, podía observar un hilo dorado bastante apagado en mis manos, mi cuerpo se sentía extraño y mi memoria nula, como si esto solo se tratara de una torpe ilusión. De pronto reaccioné y centre mi vista en aquel muchacho, ¿de quién se trataba?

 >>> novio <<<

La palabra sin duda había retumbado en mi haciendo que me sintiera perdida. Él, ¿quién es? No lo sabía pero su rostro estaba pacifico, daba una sensación de serenidad y por alguna razón parecía conocerlo, la ataraxia que emanaba de su rostro durmiente me calmaba de cierta forma pero quién era aquel muchacho que había sacrificado cinco valiosos días cuidando de mi.

 Él, ¿quién es? No lo sabía pero su rostro estaba pacifico, daba una sensación de serenidad y por alguna razón parecía conocerlo, la ataraxia que emanaba de su rostro durmiente me calmaba de cierta forma pero quién era aquel muchacho que había sac...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi vista se estaba nublando, me divertía el hecho de que se esforzara tanto en matarme y no lo lograra. Dolía mucho, ardía demasiado y aun con ello la seguía mirando de manera sonriente. El sabor a hierro en mi boca me provocaba náuseas pasajeras; a punto de desmayarme pude escuchar dos cosas, la primera me ataría a una persona que ya no existía y la segunda me mantendría dudando, preguntándome quien es ella en realidad.

— Los dulces retazos del tiempo, el inevitable hilo cortado, la esperanza dispersa en la profundidad del océano surcara los cielos de los libres, tal y como el individuo cae tú lo harás con la condición de revivir la enseñanza primordial que los de tu linaje crearon, solo serás lo suficiente verdadera cuando tu falsa apariencia desaparezca —escuché con atención mi condena pero hablo una ultima frase, una que me carcome de curiosidad porque no se para quien es— je t'ame Cupidon —estoy segura de que sonreía cuando lo dijo para luego desaparecer entre los rayos de sol que iluminaban la habitación de hospital. Lo dijo de manera burlona, un hechizo que ni un siglo podrá romper, el don de regalar lo que no tienes para ti.

¿Quién es esta sombra que me ha condenado y de alguna u otra forma liberado? No lo sé, lo que si se es que esta sonrisa estúpida con la que estoy a punto de ir al borde de la muerte, ni Dios padre que me ha creado me la arrebatara, eso lo juro o al menos por este instante.

Nota de autora: Este capítulo se ha editado, espero que haya sido de su agrado, no olviden señalar los errores que encuentren, me ayudarán a mejorar en la redacción de mis historias. No olviden que sus estrellitas y comentarios hacen muy feliz a esta escritora de ciudad :3/

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora