Capítulo 25

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"Nuestro secreto"

En algún momento de nuestras vidas nos teníamos que reencontrar, eso lo sabía mi corazón mejor que nadie pero ¿Porqué tan pronto?
A pesar de conocerte solo un poco, de mirarte de vez en cuando, de hablarte de manera escasa y fría, de sonreír solo cuando está tu esposa quiero saber qué es esto que siento, está opresión en mi pecho, este dolor en mis ojos y garganta, este ardor que carcome mis labios y contiene mis palabras ahora.

De tiempo atrás un sueño vago que lo siento tan vívido, me importa poco el que siento yo, si tú estás bien pero a pesar de que trato de convencerme de eso me dan ganas de que un día cuando entres por la puerta del restaurante, correr a abrazarte libremente y poseerte, decirte al oído de manera egoísta que eres mío.
 
>>>Mis sonrisas son solo para ti aunque solo las veas solo cuando ella está frente a nosotros, para que sepas que soy tan intocable como tú<<<

Esas palabras que duelen, recordar las miradas, ¿Porque tengo que soportarlo de nuevo?

Sumergirnos en un sueño donde todo es posible y mis pensamientos se cruzan sin poder ordenarse, tan temerosos, tan valientes y desastrosos, vuelven a mi los fuegos artificiales de verano, ¿Sería ese el pasado o el futuro? No logro recordar. Quiero decir, que en este momento parados frente a ella, has soltado su mano y te has cruzado de brazos clavando mil cuchillos en Larry con tus ojos llenos de rabia, que en este momento me he convencido de que yo te merezco más que ella por que aunque no valga la importancia yo te amaré siempre más que ella, ¿Es verdad, cierto? Ahora siento que me desvanezco en mi propio mar de dudas, las inseguridades me comienzan a corroer, vuelven a mi mil palabras que antes no pude decir, vuelven a mi este tipo de memorias de una desconocida, de una faceta que no conozco de mi misma para mí, ¿Qué somos?

El silencio después de esa presentación no nos dejaba continuar, en ese apartamento recordé que la amnesia no puede hacerme perder mis sentimientos, que no duraría para siempre, yo sabía la trampa que había hecho esta bruja ¡Haré lo que sea para que me recuerdes! Pero, ¿Me amabas? ¿Me amas? ¿Me amaste? Padre, ¡Tengo tanto miedo!

Mis pensamientos han sido interrumpidos por los pasos de Abel y Eros que al entrar me miraron con sorpresa, miré a Larry quién solo me miraba sonriente. Ví a Gabriel temblar y, ¿Cómo no hacerlo? Si quien entraba detrás de mis hermanos era nuestro padre, miró a Larry y este solo asintió, nuestro padre nos tomo de la muñeca a Eros y a mi y nos metió al ascensor, cuando las puertas se cerraron ya era demasiado tarde para mí corazón, no podía procesar nada, no sabía que sentir, no sabía que decir, todo estaba revuelto y para cuándo me di cuenta ya estaba nuestro padre dándonos un sermón.

— ustedes, dos de mis hijos. La primera escapó de casa y el segundo se atrevió a mentirme, ¿Creyeron que no los encontraría? —ese hombre, que era nuestro padre a mi no me parecía un ángel, más bien era un demonio.

— ¡Juro que la acabo de encontrar! —gritó Eros al momento con la respiración agitada y con miedo en sus ojos.

— Padre, este no es momento para una discusión —dije apenas en tono casi inaudible con la cabeza agachada y sin ánimos.

— ¡Ahora mismo ambos volverán a casa, lo que hicieron... No tiene perdón de Dios! —este hombre, hablando de Dios. Cerré los puños.

— no volveré, yo ya no soy Cupido —sentencié y mi padre solo soltó una carcajada divertido por mis palabras.

— no te pregunté —se acercaba peligrosamente a mi, este hombre en serio... No era posible, me alejé antes de que su mano me tomara la muñeca. Retrocedí y sabiendo que sería mala idea decidí volver a entrar al apartamento. Para cuando entré Abel también estaba ahí, al entrar todos nos mirábamos como enemigos en un amargo reencuentro y detrás de mí un joven azabache de piel morena hizo que Abel comenzará a temblar, todo era un desastre— basta —susurré en medio del desastre aún conteniendo mis lágrimas, deseaba que el tiempo se detuviera, que me dejara de atormentar, los presentes paralizados por aquella inusual situación en el que el pasado nos había alcanzado a todos, Eros entró junto a nuestro padre y con una fingida sonrisa representando dolor dijo— yo volveré —y con esas palabras se rindió y se puso a los pies de nuestro padre, al ver este sacrificio decidí dejar de huir ante mi terrible destino del que llevaba cuatro años escapando, hacía cuatro meses que había despertado y aún me parecía todo esto una pesadilla— yo también volveré, solo pido un par de meses más, lo prometo, solo necesito un par de meses más, yo aún... —supliqué cuando mis ojos se cristalizaron— ¡No miento, lo juro por lo que más amo! —me miró frívolo y asintió llevándose a Ágape y a Eros junto a él. En cuanto el ascensor regreso yo también salí, viendo el rostro de Gabriel con los ojos llorosos antes de que las puertas del ascensor se cerraran, le sonreí y mis lágrimas sin más comenzaron a caer.

El primero de mayo, las calles estaban repletas de gente y esta vez lo entendía. Sin muchos ánimos iba al trabajo forzando una sonrisa, intentaba disfrutar un poco de libertad y estar bien para no arrepentirme después de volver; evitaba a Larry, me encerraba en la cocina con la excusa de que quería concentrarme, Doña Feli era la que iba y amablemente me contaba su día a día, felizmente me hacía pensar que tal vez hice cosas buenas en el tiempo que fui libre. Le había explicado que me iría, ella decía que en cuanto lo deseara podía volver, aunque para mí era suficiente con verla sonriente a ella y a Don Noel. Así pasaron dos semanas, donde pretendía estar contenta y satisfecha con lo que tenía, me hacía de la vista gorda de mis problemas pero Larry no lo pudo soportar más.
— Ana, basta —dijo entrando a la cocina con la voz un poco quebrada, yo no le volteé a ver e ignorandolo seguí cocinando pero mi rabia, eso que ya no quería guardar me hizo hablar.
— ¿Qué te dio por protegerla? Ella solo es... —dije sin poder continuar la oración, se había formado un nudo en mi garganta mientras soltaba el cuchillo y me sentía más débil.
— Ana, él no es la persona que- le interrumpí mirándolo a los ojos, penetré esos soles que tanto se conservaban haciendo que él pusiera una expresión nostálgica, después dije— Harry Stones, tu hermana murió y ya te he visto antes, ¿Verdad? No era un sueño —me miró con sorpresa, se acercó con la misma expresión que no supe decir si era de susto o en verdad estaba muy sorprendido— ¿Lo recuerdas todo? —asentí— soy una persona que está destinada a unir, una persona que ve como el mundo es feliz pero que jamás podrá- callé cuando tomó mi rostro entre sus manos, me vió a los ojos y observé cómo el sol se apagaba con lentitud en mis ojos— Ana, basta yo no quiero que sufras el mismo destino —entrecerré los ojos tomando también su rostro entre mis manos dejando que cayeran una tras otra varias lágrimas— pero yo lo amo —me acercó a su pecho y me abrazó con fuerza mientras dejaba caer mi peso entre sus brazos— entonces ve, lucha un poco más por él —dijo de manera amarga acariciando mis cabellos mientras trataba de calmarme para seguir cocinando.

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora