Capítulo 23

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                   "Lo suficiente"

     Si, luego de corresponder, mi cuerpo comenzó a temblar, mi cordura se apoderó de mí y liberé su cuello bajando las manos dentro de aquel beso que aún continuaba, torpemente esas lágrimas me hacían sentir sucia, ¿Era una bipolar por no estar segura de lo que sentía? Quizá era más una estúpida. Empujé su cuerpo con fuerza captando la atención de todos los presentes, nuestras miradas chocaron y mi razón me recordó cada maldito segundo, cada maldita razón dolorosa por la cual ese hombre no merecía ser amado, me alejé teniendo la distancia perfecta entre su rostro y mi mano que con fuerza golpeó la cara bonita de ese hombre, su estúpida sonrisa desapareció en cuanto mi mano descargó toda esa ira en su mejilla derecha— Ana yo- lo interrumpí— ¡Largo de mi vista! —grité sientiendo arder mi garganta, en realidad parte de mi quería decirle "quédate y no me vuelvas a abandonar" me abstuve de decir mis pensamientos inseguros para no cometer una tontería más— ya la escuchaste Gabriel —se posó en mi hombro la mano izquierda de Larry, su voz se tornó hostil— Harry... Yo... —la sorpresa que había recibido le hizo dudar— ya me iba —suspiro decepcionado, sacó un fajo de billetes de los dejó en la mesa, salió del restaurante encorvado, tan triste ¿Él también sentía tristeza? Y si la sentía ¿Porqué me dejó sentirme tan triste?   Me adentre a la cocina y salí por la puerta de atrás viendo el pequeño pasillo del callejón— ¿Lo quieres tanto como para lastimar? —preguntó Larry molesto obligándome a voltear, su mirada le buscaba pelea al mar— ¿Lo odias tanto como para no soltar batalla? Dime Larry, ¿Qué te impide ganar? —el sol odiaba perder pero aún así me dejó ganar. Me mostró una sonrisa culpable y apenada poco creíble a la confianza— vamos Ana, hay clientes esperando —mantenía sus orbes en otro lugar fuera de mi vista, tiró de mi brazo jalando mi cuerpo de vuelta a la cocina— ¡¿Eh?! ¡No quiero, me va a salir amarga la comida y me siento mal! —me quejé sin muchas ganas de hacerlo, no le importó y con la poca fuerza que aún conservaba empecé a patalear, me soltó riendo un poco apenado pero burlándose de mi— ¡Si te sientes tan mal, ¿Porque te quejas?! —dijo intentando fruncir el ceño, al no poder soltó un suspiro divertido y a la vez cansado, asentí, no tenía muchas ganas de discutir, entre después de él en busca de la luna encontrando un pensamiento en aquellas nubes, acomodé mis ropas y miré la oficina donde se supone debía estar yo, su mirada pérdida y llena de angustia me hizo recordar ese pequeño pensamiento de hace poco, al no ver la luna me daba la impresión de que el sol estaba por extinguirse y que el cielo estaba por llorar ante un augurio de mala suerte.

     El restaurante ya había cerrado, los empleados ya se habían ido a casa, solo yo que permanecí lavando los pocos platos que aún estaban sucios y Larry en la oficina con su laptop y un rostro amargo— Ana —me llamó— ¿Qué quieres? —dije lavando un cuchillo— ven —deje el cuchillo sobre la vajilla que todavía seguía húmeda— ¿Qué quieres? —dije desganada con una expresión de molestia— mujer grosera —se empezó a reír de mi— ¡Cállate! —me acerqué retandolo, su risa inundó el restaurante haciendo eco en las paredes del mismo lugar, posó sus ojos en los míos, el sol se hundió en el mar, un sonrojo se apoderó de su rostro y se acercó lento al mío chocando narices, sentí su respiración tan cerca de la mía— Feliz cumpleaños... Mujer horrible —dijo sonriente en tono de susurro trayendo de vuelta mi ira pasada, mi confusión, sobre todo la voz de Gabriel, no pude sonreír y me alejé— me voy a casa —no le escuché y huí de aquel lugar, esa noche salí de ahí perdiendo la oportunidad de arreglar las cosas, de arreglar la vida inservible de un mortal pero sobre todo encontrando a mi perdición de frente justo a un lado de la salida del callejón— por favor Ana, solo deseo hablar —dijo en tono arrepentido, asentí sabiendo el problema que traería pero estaba lista, caminamos entretanto escuchaba los pasos temblorosos e indecisos del castaño detrás de los míos.

     Entramos al departamento en silencio, era una escena bastante dolorosa e incómoda para mi, no había movido nada desde que llegué ni siquiera cuando recuperé mis recuerdos, solo faltaba una cosa, el reloj de la cocina que rompí con mis propias manos— ya podemos hablar —dije en cuanto se sentó en la esquina de la cama observando el balcón frente al recibidor, entre la cocina y la recámara para disimular la incomodidad, me senté a su lado con un poco de nervios en la garganta, mis palabras se estaban quedando sin argumentos y sin más que decir o que buscar lo escuché
— lo siento —Soltó de repente antes de que pudiera hablar u ordenar mis pensamientos, su cabeza agachada, sin permitirme ver su expresión.

— Es curioso que aún con voz sea incapaz de poder decir de manera correcta lo que pienso... —solté una carcajada nerviosa, mirando de reojo su rostro que escondía tristeza.

— lo siento —volví a escuchar esta vez con un tono de arrepentimiento y vergüenza, sentí mi en mi pecho el filo de una daga, claro. Me dolía ver a este imbécil triste, tan miserable por algo que ya no puede cambiar— ¡Lo siento tanto! —se abalanzó sobre mí dejándome debajo de él sobre las sábanas azules y dejó caer sobre mi un par de lágrimas y luego más y más haciendo que mi corazón, que creía ya inexistente, se marchitara poco a poco con esa expresión. El licor cayó sobre el agua y la embriagó.

— no importa —mi voz quebrada y ausente había dicho, había otorgado el perdón, sonreí destrozada y le dejé abrazarme. Embriagando el agua mis sentidos cayeron. El pensamiento racional se fue a la mierda en cuanto mi alma borracha que siempre decía la verdad traicionó a la parte sobria que debía mentir— te perdono, no duele si estás aquí —sobre mi pecho sus lágrimas seguían cayendo, jadeaba intentando ser silencioso— lo único que no puedo saber, es si aún te amo —una pizca de inocencia salió a flote alejando el vino de mi sangre y haciendo reaccionar una pequeña parte de mi.
— al menos... —alzé su rostro y con pequeñas gotas formadas en mis ojos tape su boca. El vino añejo, la pizca de inocencia, la falta de cordura y su escencia a perfume dulce, esos detalles en los que jamás fui buena encontrando para mí humanidad me jugaron en contra. Así que asentí formando una sonrisa y viendo la suya, sequé sus lágrimas juntando su rostro más cerca al mío.

Me dí cuenta, ya mucho tiempo después que no fue lo suficiente para mantenerlo alejado, que no fue lo suficiente para mantener alejados estos sentimientos erróneos que volvieron a mis orbes verdes, totalmente intoxicados por su despreciable amor.

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N/A: ¡Me he olvidado de entrar a Wattpad! Lo lamento, en serio. Y no he actualizado, en fin. Les dejo esto por acá que me muero de sueño, disfrútenlo ^^

Cupido no se debe enamorar [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora