Sólo amigos.

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Charles escuchó el ruido de las llaves en la puerta muy entrada la madrugada. Al parecer se había quedado dormido en el sofá, esperando a que Erik llegase. Había llamado varias veces a su celular, pero el contestador lo había atendido en todas esas ocasiones. Rendido, y sin saber donde buscarlo, se sentó a esperarlo. Y ahí estaba. Finalmente había regresado.

- Erik... - Charles se acercó torpemente hacia él. Aún estaba dormido y sus sentidos no estaban al cien por cien. Aún así notó que estaba desaliñado. Su cabello normalmente pulcro ahora estaba revuelto, como si se hubiese pasado varias veces los dedos en un gesto nervioso. Sus ojos estaban hundidos y unas oscuras ojeras los rodeaban. Y sus labios eran una delgada línea que irradiaba tensión. 

El alfa le dedicó una rápida mirada que Charles no supo descifrar. Había un leve destello en su mirada: enojo, dolor? No podía estar seguro.

Erik pasó de largo, directo a la habitación sin dirigirle la palabra. Se quedó de pie en medio del oscuro living meditando sobre si seguirlo o no, pero decidió hacerlo. Tenía que aclarar las cosas.

Cuando llegó al cuarto vio que su esposo agarraba una manta y su almohada y de pronto un nudo se le formó en la boca del estómago. Definitivamente estaban retrocediendo etapas a una velocidad terrorífica. 

- Erik... por favor escúchame. - Su tono salió más suplicante de lo que hubiese querido. 

- No tengo nada que escuchar de ti, Charles. Por hoy ya oí suficiente. - El frío de sus palabras caló hondo en el omega. Lo vio salir como una tromba hacia el living, y volvió a seguirlo. No permitiría que las cosas quedaran así.

Cuando llegó, Erik acomodaba con furia la manta en el sofá para acostarse. La sangre de Charles de pronto comenzó a hervir. Con furia arrancó la almohada de las manos de su esposo.

- Qué demon... - El omega lo interrumpió.

- No voy a permitir que duermas en el sofá, no lo hiciste en un comienzo, no lo harás ahora! - Bramó con ira Charles.

- Me duele la cabeza, Charles. Devuélveme eso, y déjame dormir. - La voz de Erik era helada, y él temía no oír su tono dulce nunca más.

- Erik, estuve esperándote toda la noche para explicarte. Necesito que entiendas que no te quise hacer un mal, de verdad lo lamento. Pero no podía contarte algo que no me incumbía. Ellos tenían que decírtelo! Yo no tenía ese derecho... - Charles explicó desesperado.

- Estamos hablando de mi ahijado, Charles. Prácticamente soy su tutor, tenía derecho a saber! y no te culpo porque él no me lo haya contado, te culpo por no haber confiado en mi y habérmelo dicho tú mismo. Al carajo con los derechos, estamos hablando de un adolescente! - Erik bramó en medio del silencio de la noche y Charles pensó que hasta los vecinos podrían escucharlo.

- Erik, Pietro es mayor de edad. No puedes decirle con quién puede salir y con quién no! No es una criatura! Y entiendo que odies a Logan, pero tu ahijado lo quiere y mi amigo a él. Por qué mejor no los apoyas en vez de mostrarte en contra sin darles siquiera una oportunidad...? - Charles le sostuvo la mirada, a pesar de que los ojos de Erik se clavaban en él dolorosamente.

- Pietro es un niño! Piensas que a esa edad los adolescentes se enamoran? Es un capricho, Charles! Y esta vez su capricho ha llegado muy lejos, Logan le lleva diez malditos años! - Las palabras de su esposo lo golpearon como si de un puñetazo se tratase.

- No subestimes al amor, Erik. Uno puede enamorarse a cualquier edad. - Charles rebatió con pesar. Él mejor que nadie sabía eso.

- No. Eso no es cierto. El amor de juventud se evapora rápido. Buenas noches, Charles. - Erik dio por finalizada la conversación, dándole la espalda y retomando el armado de su improvisada cama en el sofá.

Propiedad Privada (CHERIK - AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora