Luna de... ¿miel?

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Charles caminó lentamente, disfrutando de la leve brisa acariciando su rostro y la cálida arena bajo sus pies. El lugar que Erik había elegido para su luna de miel era tranquilo, tanto que no había ni un sólo alma en la playa, excepto él. Bueno, no es que su nuevo esposo hubiese planeado decentemente ese viaje. Había elegido al azar uno de los hoteles de su propia cadena para poder continuar trabajando como el adicto que era a esa fatídica empresa. Exactamente igual que su padre. 

Charles suspiró con pesadez. No es que le molestase no tener a Erik encima las 24 hs del día, al contrario, era bueno. Especialmente después de haber pasado juntos los tres días de su celo encerrados en la habitación...

Un rubor tiñó sus blancas mejillas al recordar todo lo que habían hecho, y todo lo que había dicho... estúpidas estúpidas hormonas, y estúpido celo!

Ahora la pregunta era... ¿por qué se sentía así de apesadumbrado cuando se suponía que debía estar contento de no tener que lidiar con el egocéntrico alfa? Posiblemente fuesen los vestigios de su revuelo hormonal, ya se le pasaría. 

Continuó caminando hasta que se sintió cansado, estiró una lona sobre la arena y se sentó a observar la inmensidad de mar que tenía por delante. Sin embargo su mente lo llevó a vagar rápidamente por su fogosa noche de bodas y se encontró anhelando la presencia de Erik. Sólo que ese Erik, más dulce y apasionado se había quedado en la habitación de esa mansión. Ahora tenía que lidiar con el frío e insensible hombre de negocios que era siempre.

- ¡Charles! - El omega se estremeció al sentir la autoritaria voz de su reciente esposo, y volteó a verlo. La imágen que se cernía frente a él era inusualmente graciosa. Erik estaba vestido con su acostumbrado traje, pulcro y prolijo, con el pelo ligeramente despeinado por el viento, y peleaba con sus zapatos llenos de arena. Traje y playa era algo que simplemente no pegaba, pero al parecer el alfa no había sido informado de eso.

- Hola, Erik. - Charles ocultó su risa ante las maldiciones que profería su marido y volvió a posar su mirada en el mar.

- Estás hace demasiadas horas aquí, tienes la piel al rojo vivo! - Lo reprendió severamente, mientras le pasaba su remera para que volviera a ponérsela.

- Es lo más divertido que encontré para hacer en este lugar. Rostizarme cual hongo solitario en una playa fuera de temporada me resultó más atrapante que  mirar televisión encerrado en una habitación de hotel.- Intentó disimular el reproche en su tono de voz, pero Erik lo notó al instante.

- Oh, disculpe príncipe Charles. Acaso está usted decepcionado de su tan anhelada luna de miel? Lamento informarte que nuestro casamiento fue un mero acuerdo comercial, como bien dijiste tú. Agradece que al menos me tomé la molestia de hacer que tuvieras una. - Erik escupió las palabras con furia.

- Hacer que YO tuviera una? - Charles se puso de pie, y lo enfrentó enfurecido. - La única razón por la que estamos aquí es porque tenías que resolver asuntos en esta sede. No trabajaré en la empresa, pero sé perfectamente como funciona, y como funcionan sus esclavos también. Oh, disculpa. Dueño, no esclavo. - 

Erik frunció el ceño y se acercó amenazadoramente a su pequeño y molesto esposo. - Te diré algo, Charles. Mi trabajo es lo más importante para mi, y ciertamente más importante que tú y tus estúpidos berrinches. Si lo que quieres es un poco de atención, hay maneras menos infantiles de pedirla. Pero por favor ahórrame estas escenas, soy tu esposo no tu niñera. - 

Charles tuvo que aguantarse las ganas de hundir un puñetazo en su arrogante cara. No valía la pena.

- Ok. Tengo hambre, pagas tú. - Juntó sus cosas bajo la confundida mirada de Erik, y comenzó a caminar en dirección de regreso al hotel. 

Propiedad Privada (CHERIK - AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora