—Va a ser solo un prueba— una voz muy difusa se escuchó, Nicolás trató de abrir los ojos pero no podía ¿Donde se encontraba?
—¿Y si muere como los demás? ¿Y si se pierde en el tiempo como los anteriores?— otra voz... ¿Quiénes eran? ¿Por qué no podía despertar? Se sentía desesperado pero nada de su cuerpo respondía.
—Es un riesgo que estamos dispuesto a tomar—
¿Riesgo? ¿A que se refería? ¿Qué harían con él?
Sintió una sensación de ardor en todo su cuerpo y despertó de pronto. El omega jadeó al ver que se encontraba en la sala donde recientemente dormía, sus orejas y cola se encontraban visibles y se movían completamente nerviosas buscando algo.
Olfateó el aire pero solo reconoció los olores conocidos.
No había nadie más ahí.
Suspiró temblando agarrando con sus manos la manta aún mirando hacia la oscuridad. Había sido solo una pesadilla, una pequeña pesadilla... ¿O recuerdo? Él se había dormido en el hospital, era obvio que ahí de alguna forma lo agarraron y luego lo enviaron al pasado.
¿Quiénes habías sido las personas que hablaban? No se le hacían conocidas.
Pero la segunda voz... esa voz...
Jeremy.
No, imposible. Ese hombre era la dulzura personificada, siempre sonriendo dulce y parecía alguien que realmente se interesaba en ayudar.
¿Cómo alguien como él se involucraría en secuestrar omegas y enviarlos a otros tiempos?
Pero el... solo era su psicólogo ¿Realmente lo conocía? ¿Podía ser que los tres tenían algo en común?
¿Y si tanto él como Angelo y Blake habían pasado por el consultorio de Jeremy Derlei?
Trató de volver a dormirse tratando de dejar de pensar.
¿Qué importaba quien los había enviado ahí? ¿Qué iban a poder hacer?
¿Era muy hipócrita de su parte no querer ayudar a Evan y al mismo tiempo no querer saber quien los había enviado ahí?
Ya habían pasado tres días desde la última vez que habían visto al de lentes pero era obviamente fácil de entender, la última vez que vino estaba a punto de entrar en celo.
Elías no había salido de nuevo con sus amigos pero parecía más animado, habían salido varias veces a la plaza donde el más alto bromeaba diciendo que era un “portal a otro tiempo” aunque ya le había dicho miles de veces que no había aparecido en ese parque.
Angelo estaba más ausente, le hubiera gustado preguntarle más de su pasado pero no quería presionar al niño. Tal vez iba a hablar cuando se sintiera más tranquilo.
Blake a veces daba algunas pequeñas frases que daban a entender que tenía una tía, sin padres o hermanos.
¿Tan poco podían conocerse habiendo compartido ya más de una semana?
Y aún estaba Elías el cual lo mantenía en alerta, ya había descartado que fuera alguien malo con segundas intenciones pero tenía la sensación que les mentía en cierta medida pero sabía que eran temas personales y no pensaba que era necesario intervenir.
Pensando en esas cosas terminó dormido.
Se despertó al escuchar a alguien moviendo algunas ollas en la cocina, gruñó bajito antes de estirar sus brazos bostezando. El sol se filtraba por la ventana pero no demasiado, se pasó la mano por el cabello para asegurar que no tenía sus orejas sonriendo levemente al notar que no.
Se sentó en el colchón destapándose, hoy le había tocado dormir en él junto con un par de mantas, en medio del comedor.
—¡Buenos días! — escuchó la voz del moreno desde la cocina así que se paró para luego empezar a arrastrar el colchón sin responder, aún demasiado dormido como para decir algo más que un murmullo. Entró a la habitación de “invitados” donde Elías dormía y dejó el colchón en el suelo para luego caminar al baño.
Luego de asearse caminó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la habitación donde Blake y Angelo dormían, tocó la puerta con fuerza sonriendo levemente al escuchar el sonido de queja del rubio.
—¡Ya levántense!— alzó la voz entre risitas antes de correr hacia la cocina sabiendo que si Blake abría la puerta y lo veía ahí le iba a tirar con lo que tuviera a mano.
—Es como tener muchos hermanos menores— río bajito el de cabellos castaños y Nicolás lo miró asintiendo.
—Buenos días...— se acercó algo dudoso y besó la mejilla del mayor, recientemente entre todos se estaban saludando con un beso en la mejilla para demostrar que ya tenían más confianza entre ellos.
Caminó hacia la lacena sacando el pan y empezando a cortarlo mientras el moreno aún sonriendo empezaba a hacer el té para los cuatro.
Muy poco tiempo después aparecieron el rubio y el pelirrojo, Nicolás les iba a decir algo pero cerró la boca al ver el estado del menor.
Tenía ojeras y sus ojos estaban rojos, su expresión normalmente sonriente se encontraba decaído al igual que sus orejas y su cola la cual iba colgando como la de un perro regañado. Su aroma estaba menos dulce y se veía más pequeño de lo que era.
Nico tuvo ganas de abrazarlo pero no sabía como Angelo se lo tomaría.
Blake se sentó sin decir nada y no pudo evitar irritarse ¿Había pasado algo? Miró hacia el rubio en busca de alguna respuesta pero él no le dio mirada.
—Buenos días... oh, Angelo ¿Estás bien?— escuchó hablar al más alto, el niño lo miró con sus ojos grises y asintió rápido antes de sentarse en la silla.
—Ey... si pasa algo, puedes decirlo. Estamos todos juntos hasta que podamos volver, podemos confiar entre nosotros...— empezó a decir mientras acercaba la taza al niño quien solo la agarró apoyando sus manos en ella dando un leve suspiro, negó con la cabeza antes de empezar a tomar.
Nico sintió un poco de opresión en el pecho, quería ayudar pero no sabía que había ocurrido.
Miró hacia Elías quien parecía igualmente intranquilo y buscaba la mirada del rubio que era quien había compartido la habitación con el menor de la sala pero Blake solo comía tranquilamente sin prestar atención a nada.
—Yo abro...— el dueño del departamento se apuró a levantarse a abrir al escuchar el sonido conocido.
El de cabellos negros iba a volver a decir algo cuando alguien tocó la puerta, frunció el ceño reconociendo ese aroma enseguida aunque se sorprendió completamente al sentir el aroma más fuerte...
—¿Es de un alfa?— dijo incrédulo mientras se incorporaba viendo como Elías caminaba hacia la puerta. Apenas la puerta se abrió la presencia se hizo palpable, el aroma a alfa era fuerte y no pudo evitar dudar en acercarse, miró de reojo hacia el rubio quien se había adelantado sin ningún temor más curioso que otra cosa, el pelirrojo en cambio solo movía sus orejas nervioso sentado en su silla.
—Buenos días— escuchó la voz conocida, cuando Elías abrió la puerta por completo pudo ver a Evan y atrás de él estaba un chico de la altura de adulto, con cabello negro y ojos azules opacos. Dieciocho años, sin unir.
Sintió sus piernas temblar levemente y se llevó la mano a la nariz para que el aroma no le llegara tanto ¿Por qué el aroma era tan fuerte?
—Hola... ¿Así que encontraste un alfa?— Blake habló burlón pero apenas podía escuchar lo que estaba diciendo, se dio vuelta mirando hacia el niño que no parecía tan perturbado como él.
—Mi nombre es Isaac— habló el desconocido y no pudo evitar sentir de nuevo un tiemble, la sensación de calor en su pecho y el pitido en sus oídos.
¡Pero había pasado el celo hacía menos de dos semanas! ¡Poco antes de llegar al pasado! Miró hacia la puerta de nuevo.
—Yo me llamo Blake...— el rubio le dio la mano al alfa aún con la ceja arqueada, Evan solo se acomodaba los lentes y Elías le devolvía la mirada preocupado, sentía sus mejillas calientes y dio unos pasos hacia atrás pero terminó por tropezarse y caer sentado al suelo dejando escapar un pequeño chillido.
Sintió enseguida el cambio de su propio aroma y se arrodilló en el suelo escuchando las voces algo lejanas preguntándole que le ocurría, dio un nuevo quejido apoyando sus manos en el suelo que estaba frío sintiendo cierto alivio.
—¡Llévalo a la habitación! ¡Maldición, está en celo!— escuchó la voz del que creía era Blake antes de sentir como alguien lo alzaba, se aferró con fuerza al cuello de Elías con sus brazos apoyando su rostro en su hombro temblando. El aroma del alfa se hacía más intenso y no pudo evitar dar de nuevo un quejido que más pareció un gemido.
—Ey, tranquilo, tranquilo— escuchó el susurro del moreno pero no podía pensar, solo quería acercarse a ese aroma pero no tenía fuerzas para pelear. Abrió los ojos de nuevo cuando sintió que lo sentaban en la cama, mirando hacia el mayor con las mejillas sonrojadas antes de apoyar sus manos en las mejillas del beta obligandolo a acercarse y besando sus labios.
Elías abrió los ojos sorprendido y no pudo evitar sentirse nervioso recordando como el rubio se había puesto pero para su sorpresa el beso estaba muy lejos de ser pasional. El omega se alejó de sus labios antes de acurrucarse contra su pecho temblando y dando pequeños quejidos, pero sin hacer nada más.
El mayor acarició con cuidado el cabello del menor acunándolo un poco.
—Duele...— murmuró bajito, sonrió levemente mientras seguía acariciando su cabeza.
—Tranquilo, Nico. Ya pasará...— trató de tranquilizarlo aún rodeándolo con los brazos como a un niño pequeño, tratando de darle protección.
Blake lo observaba con el ceño fruncido desde la entrada sintiendo cierta molestia pero también sorprendido ¿Por qué Nicolás no reaccionaba buscando algo más que un abrazo y caricias leves? ¿Era por que Elías era un beta? ¿Por qué Elías se había dejado besar? Se apoyó en el marco de la puerta para vigilarlos entrecerrando los ojos, sin saber si su fastidio venía por el aroma dulce del celo o por el beso que había presenciado.
—¡Maldita sea, Isaac!— Evan gritó agarrando el brazo del alfa con fuerza, el menor trató de zafarse lográndolo antes de empezar a caminar a la habitación del omega. El adulto no sabía que más hacer, se sentía desesperado, no podía simplemente dejar que el chico fuera hacia allí.
¡Aún necesitaba que se pusieran de su parte, joder!
Corrió hacia él haciéndolo voltear, Isaac estaba preparado para frenar cualquiera de sus golpes pero el omega lo empujó con fuerza y tirando de él haciéndolo caer hacia atrás golpeándose la cabeza contra la mesa antes de caer al suelo desmayado.
Evan suspiró bajito al ver que estaba inconsciente, él había caído con el chico así que ahora se encontraba sobre él. Cerró los ojos acurrucándose un poco de manera instintiva, sin soltar la ropa del alfa, temblando un poco.
Había hecho esto porque era necesario pero sabía que una parte de él se sentía mal por lo ocurrido.
—¿Señor?— la voz del niño lo hizo volver en si y se incorporó rápidamente levántandose de arriba de Isaac sintiendo sus mejillas algo rojas por haber dejado que su instinto lo hiciera tener unos minutos de debilidad. Miró hacia Angelo quien lo miraba con ojos llorosos y no pudo evitar tragar en seco.
—¿Si?— murmuró algo incomodo.
—Vamos a poder volver al futuro ¿Verdad? Si lo ayudamos... ellos nos llevaran de vuelta ¿Cierto?— murmuró agarrando los bordes de su playera, mirando el suelo. Evan lo miró por unos segundos en silencio sintiendo el nudo en la garganta.
¿Cómo respondía a eso?
El niño se veía tan destrozado, cansado, dañado.
—Si, eso es seguro...— susurró en tono bajo antes de acercarse y revolver su cabello sintiéndose la peor persona del mundo, pero trató de hacer de lado a su corazón y le dio una pequeña sonrisa. Esos ojos grises lo miraron expectantes y no pudo evitar sentir un tirón en el estomago.
—¿Lo prometes?— murmuró con voz infantil con una pequeña sonrisa en su joven rostro, mirándolo con esperanza reflejada en sus ojos. Evan asintió forzándose a sonreír.
—Lo prometo—
Y mientras lo decía no pudo evitar pensar que había cruzado una línea que no debía cruzar.
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Perdidos En El Pasado (Omega)
Sonstiges"Pero incluso la idea era tonta y estúpida ¿Cómo habría llegado al pasado? Solo era una ciudad rara... -Oye ¿En que año estamos?- miró hacia el que estaba a su lado, el chico arqueó la ceja pero el omega siguió mirándolo insistente y algo ansioso...