Adiós, Evan.

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—¿Evan? ¿Qué rayos? ¡Sal de ahí!— se acercó a la puerta frunciendo el ceño, sin entender a que venía la actitud del mayor. Apoyó el puño en el vidrio mirando algo enojado y confundido hacia el omega.
—No. Tu sal de aquí, yo ya he acabado...— el de cabellos negros se medio cruzó de brazos como abrazándose a si mismo, sin mirar hacia el menor.
—Joder ¿De que estás hablando? ¿Qué es esa cosa que está contando el tiempo?— Isaac no tenía mucha paciencia en ese momento, su mente le gritaba que golpeara con los puños esa puerta que los separaba y que lo sacara de ahí, pero no estaba tan seguro de que eso fuera tan fácil.
La actitud de Evan lo confundía demasiado ¿Ahora que le pasaba? ¿Por qué de pronto había dejado caer esa máscara de neutral e imperturbable?
—Este lugar tiene autodestrucción, Isaac.— Evan sonrió acercándose a la puerta  —Nada de este lugar quedará en pie.— susurró mientras estiraba los brazos, colocándolos al lado de su cuerpo levantando la mirada. Su rostro estaba serio pero había algo extraño reflejado en sus ojos.
—¿Y te vas a quedar ahí?— se sentía idiota preguntando ¡Pero era una tontería! ¿Por qué quería morirse junto con el laboratorio? ¿Cómo diablos la brillante mente de un chico como Evan podía si quiera pensar en morir?
Era bastante pesado, si.
Manipulador y rompe sentimientos, también.
¡Pero rayos!
—Tu no lo entiendes ¿Verdad? Yo he pasado mi vida entera preparándome para esto. Solo para esto y ya se cumplió.— su voz sonó más grave y trató de mantener la compostura al ver el rostro confundido y asustado del menor.
—¡Deja tu dramatismo! Tu dijiste que había una forma de volver ¿No? Pues en nuestro tiempo podrás hacer una nueva vida.— ¿Qué le pasaba ahora? ¿Por qué justo en ese momento?
—¡Era mentira!— el alfa miró sorprendido al mayor sintiendo como que si algo se rompiera en su interior, Evan bajó la mirada al suelo mientras su hombros temblaban levemente. —Nunca hubo si quiera una posibilidad de volver a nuestro tiempo...— susurró apoyando una mano en le vidrio. —Los engañe. Necesitaba que me ayudaran.— negó suavemente con la cabeza como afirmar lo que había dicho, sintiendo la culpa hacer presión en sus hombros.
Isaac quedó atónito unos segundos pero agitó la cabeza forzándose a hablar.
—Bueno.— tartamudeó un poco tratando de hacer de lado sus sentimientos, se sentía asustado pero no era momento para entrar en pánico. —Lo hiciste para salvar el mundo.— habló recordando lo que el mayor le había dicho sobre sus padres.
Pero Evan no había enviado a personas que jamás regresarían a un tiempo donde no tenían idea de nada, tal vez había manejado todo a su favor y no era el típico héroe al cual no se le podía reprochar nada.
—No, yo no lo hice por eso.— Evan sonrió levemente sintiendo como algunas lágrimas tontas se deslizaban por sus mejillas. —Yo soy 51-B, el niño número ciento uno que envían, el número cincuenta y uno del grupo B.
Proveniente del año 2518.
Yo no soy si quiera de su tiempo...— su voz salió rota sin atreverse a mirar, sintiendo como sus mentiras caían a pedazos.
—¡Por dios, eso ni siquiera importa! Ya sal de ahí. No me iré sin ti.— Isaac no se dio un tiempo para pensar. Solo tenía unos pocos veinte minutos para convencer al chico de salir de ahí.
¿Acaso eso había planeado todo ese tiempo? ¿Morir ahí? ¡Diablos, todos venían de un tiempo que no era ese! ¿Qué importaba si había un siglo de diferencia entre sus tiempos de origen?
—¡Sal de aquí!— apretó los puños con fuerza apretando los labios. —En mi tiempo está permitido que los padres vendan a sus bebés defectuosos a los laboratorios.— susurró de pronto, sin mirarlo —Valí mil quinientos dolares.
Crecí junto con cincuenta niños y ví morir a cada uno de ellos, tu tuviste suerte Isaac. Tu, Angelo, Blake y Nicolás tuvieron suerte ¡Joder! Vi a ese mismo portal a veces devolver a los niños mutilados, en pedazos.
Me criaron para hacer esto, para poder estar aquí y guiarlos a salvar a la humanidad.
¡No me importa la humanidad!
Si no hago algo... si no lo hacía... iban a seguir enviando niños. Y el portal los devolvería muertos ¡Una y otra vez! ¡De nuevo! ¡En pedazos! ¡Seguirían criando niños como ratas de laboratorio, lavandoles el cerebro, enseñándoles que no valen nada porque no son fértiles, porque tienen algún problema en sus sentidos o porque son defectuosos!— su voz sonó quebrada mientras.  —Solo fui enviado para esto y luego de esto ya no hay nada para mi.
Nadie me enseñó a tener opciones solo a seguir un camino.
Y el camino ya se terminó.— cerró los ojos dando un sollozo.
¿Le temía a la muerte? Por supuesto, pero le temía mucho más al futuro que podía venir luego de salir vivo de ahí.
No iba a poder regresarlos al futuro.
Iba a tener que descubrir todas sus mentiras.
—Evan...— Isaac no sabía que decir, sus palabras estaban atoradas en la garganta y solo podía sentir angustia.
—Ustedes no quedaran en la miseria aquí... conseguí papeles para cada uno de ustedes, podrán trabajar, estudiar, harán lo que quieran.
Cada mes recibirán una cuota que vendrá de mi cuenta y cuando alguno de ustedes tenga título, podrá manejar la empresa y evitar así hundirse.
Ustedes... ustedes van a poder ser alguienes.
No puedo devolverles sus familias ni a su tiempo... pero ya puse todo en orden para que tengan una buena vida aquí, para que puedan salir adelante.— murmuró de pronto luego de algunos segundos de silencio en tensión
—Podemos tener todo eso y tu vivo.— el alfa apretó los labios golpeando con fuerza el vidrio pero este a pesar de todo ni siquiera se trizó.
—¿Qué les diré si salgo vivo de aquí? Manipulo pero soy un cobarde para las consecuencias.
¿Cómo les explico todo? ¿Cómo dejaré que la mentira caiga?— Evan negó con la cabeza. —Simplemente no puedo— apretó los puños y miró de nuevo a la cuenta regresiva, no sabía como hacer para que el muchacho se fuera, no quería que muriera por él, ya suficientes culpas tenía como para agregarle más.
—Si encuentran tu cuerpo aquí tu empresa tendrá graves problemas...— isaac insistió sin saber ya con que tratar de convencerlo.
El mayor se veía tan asustado que había dejado su mente en blanco.
El Evan que él conocía era totalmente seguro de si mismo.
—Nadie dirá que el cuerpo de un animal como un zorro puede ser el del dueño de las empresas Vryzas.— dejó escapar una carcajada amarga. —Está es mi decisión, por favor vete. Ya hice todo lo que tenía planeado hacer.
Si me muero, tal vez los demás podrían pensar que la posibilidad existía pero no se dio— miró hacia un costado mordiendo su labio, viendo todo borroso por las lágrimas que aún brillaban en sus ojos.
—¡Ya no estás en ese laboratorio!— golpeó con ambos puños la puerta de vidrio pero en esta no se hizo ninguna marca, de nuevo.
—Son antibalas, no las romperás...— el omega apenas alzó la mirada.
A Isaac le molestaba que se viera tan rendido, tan perdido.
—¡Joder, sal de ahí!— volvió a golpear sintiendo la rabia recorrerle cuando de nuevo el vidrio quedó intacto, contuvo un grito volviendo a golpear aunque los nudillos sangraran.
—¡Es mi decisión y punto!— le dio la espalda tratando de terminar la discusión, mirando alarmado el tiempo que transcurrían hablando ¡E Isaac no se iba!
—¡No eres una rata de laboratorio!— gritó frustrado mientras sentía sus ojos humedecerse más.
No podía ser tan difícil de entender que lo necesitaban vivo.
No sabía porque se aferraba tanto al mayor pero lo hacía y sabía que no podía simplemente irse, le iba a quedar en la culpa durante toda su vida si no hacía algo.
¿Cómo no hacer nada si sabías que alguien que conocías iba a morir?
—Si lo soy y ya cumplí mi función, todo está arreglado. Mi mejor abogado los verá en un par de días para que vean bien hasta cuando recibirán la paga.— su voz sonó monótona de nuevo, como que si de pronto todas las emociones se hubiera esfumado pero ocultaba su rostro de la vista del menor.
No quería que lo viera así.
¿Por qué no podía simplemente irse? ¿Por qué tenía que exponerlo?
—¡No se trata del dinero, Evan!— Nunca se había tratado de eso.
—¡Deja de obsesionarte conmigo! ¿No te das cuenta? Yo te utilice, fui capaz de jugar con tus sentimientos para evitar confrontamientos por Nicolás entre tu y el beta. Me acosté contigo solo porque te necesitaba al cien por ciento hoy.
Nada de lo que hice fue porque se me ocurrió ser bueno contigo.
Cada una de mis acciones tenía una estúpida razón detrás.
¡Fui capaz de engañarlos a todos! ¡De jugar con sus esperanzas!— se arrodilló en el suelo dando un sollozo, bajando la mirada y tapando su rostro con su cabello, sintiendo como la máscara de serenidad se caía a pedazos —Yo...
Soy un monstruo.— murmuró cerrando sus ojos con violencia.
—Los monstruos no reconocen que lo son...— suspiró el alfa con tristeza sintiendo sus ojos humedecerse.
—Solo vete.— susurró negando con la cabeza, la muerte nunca le había parecido tan traumatica pero había tenido que exponerse y eso lo había asustado. Nunca había pensado que habría una vida para él luego de la misión, ya que lo habían criado para eso. Se lo habían repetido por diez años en su vida... le habían echado en cara cada muerte de uno de sus “hermanos”, sus verdaderos padres lo habían vendido, había nacido casi ciego, defectuoso en el tiempo de celo e infertil.
Había matado a sus padres adoptivos.
¿Qué clase de persona era?
Era como una cucaracha que debía ser aplastada.
Levantó la mirada y sonrió levemente al ver que ya no estaba, se quitó los lentes y no retuvo ninguno de los gritos cuando la transformación empezó, sus huesos le dolieron como nunca y sintió su piel desgarrándose, como se achicaba cada parte de su cuerpo hasta tomar la forma de un zorro adulto. Se acostó moviendo suavemente su cola, cerrando los ojos con fuerza escuchando los pequeños pitidos del temporizador.
Lo único que lo aliviaba era que a pesar de todo podrían vivir bien, tendrían una cuota todos los meses y podrían aumentarla cuando alguno se hiciera cargo de la empresa.
Todas las personas que seguían dormidas morirían aplastadas por los escombros, el edificio quedaría en pie pero nada del laboratorio lo haría.
Con él se llevaría muchas vidas.
Arruinaría familias, pero ¿Cuantas familias iban a matar?
Para un bien mayor, a veces se necesitaban grandes sacrificios.
Pocos minutos después sintió que todo empezó a temblar, sintió un nudo en la garganta y solo se hizo un pequeño bollito en una esquina.
El laboratorio sería destruido.
Todos los científicos que sabían como recrearlo morirían, la vida de millones de personas se salvarían.
Debía sentirse contento y tranquilo pero solo se sentía angustiado.
¿El dinero garantizaba acaso que los chicos del futuro lograran ajustarse a ese tiempo? ¿Qué le garantizaba que no terminarían en psicólogo en psicólogo,  medicados o con secuelas para toda la vida?
No lo sabía pero pedía que si había alguien allá arriba que los cuidara.
No podía hacer más por ellos.
Habían salvado millones de familias pero nunca más podrían ver la propia.
El mundo siempre era tan injusto con todas las situaciones.
Escuchó los crujidos y movió sus orejas aunque volvió a bajarlas ocultando su rostro en sus patas cuando el vidrio de la puerta se rompió, podía escuchar como la estructura estaba colapsando.
Trató de no entrar en pánico, buscando la manera de calmarse con desesperación. Se paró a pesar de que todo temblaba y podía escuchar un sonido e una alarma a lo lejos, todo estaba borroso.
Cuando dio un paso sintió un fuerte fogonazo en su pata, apenas la movió pudo notar que uno de los vidrios se había encajado en ella.
Se dejó caer en el suelo empezando a lamerla pensando que eso era irónico.
Lo único que haría era lamer una herida hasta que una parte más grande de la estructura lo alcanzara y lo aplastara.
Ahora que lo pensaba, era una pésima forma de morir. 
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Perdidos En El Pasado (Omega) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora