Especial de navidad

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Navidad 2011

Elías miraba hacia la ventana mientras esperaba que la cena terminara de prepararse, su madre tenía la costumbre de echar a todos de la cocina antes de que terminen de hacer la cena así sería una sorpresa. Ese año había cumplido quince y traía el cabello corto con flequillo, no le agradaba mucho el flequillo pero había perdido una apuesta con Violeta y debía llevarlo por tres meses más.
-Hermano ¡Vamos a dejar el regalo bajo el árbol!- susurró el niño mientras le sonreía mostrando sus dientes, el mayor dejó escapar una risa y ambos hermanos se escabulleron hacia su habitación, evitando que su madre y su padre los vieran.
La casa era grande, la sala era amplia y tenía un árbol de navidad el cual tenía muchas luces que lo hacían brillar. La mesa tenía un mantel rojo que en los bordes tenía dibujos de muérdagos, además de individuales con un simpático trineo con los renos dibujado. También había pequeñas bandejas con turrones y garrapiñadas, además de las copas para brindar.
Ambos chicos compartían su habitación, el menor tenía la cama de arriba y el mayor la de abajo, era todo bastante ordenado. Tenían un armario y una mesa grande con computadora para que pudieran estudiar ambos en ella.
Elías abrió la puerta del armario para luego rebuscar entre las ropas dobladas del fondo.
-Mmm... ¿Seguro que los dejaste aquí?- murmuró metiendo su cabeza mientras empezaba a quitar la ropa doblada en busca de los dos paquetes, era la primera navidad donde ellos mismos con sus ahorros les regalarían algo a sus padres.
-¡Si, si! Por supuesto.- reclamó el menor ante la duda aunque no estaba tan seguro, habían cambiado tanto los regalos de lugar que jurar -Vamos, sigue buscando- el moreno dejó escapar una pequeña risa ante lo apurado que se encontraba su hermano menor.
-Tranquilo, lo encontraré.-se sentó en el suelo y sacó las últimas prendas, sonriendo al ver las dos cajas envueltas en papel rojo con un moño de color azul. Las sacó les escondite poniéndolas en el suelo donde el menor las agarró con rapidez.
-¡Ven, ven! ¡Vamos a ponerlos bajo el árbol sin que se enteren!- Erick caminó hacia afuera con algo de lentitud mientras sonreía bastante divertido, Elías negó con la cabeza y paso al frente revisando que ninguno de sus padres estuvieran a la vista.
Ambos chicos llegaron al pie del árbol y dejaron ahí sus regalos, escondiéndolos tras este para que no se vieran hasta que llegara hora de abrirlos.
Se miraron entusiasmados y caminaron de nuevo hacia el sillón sentándose.
A Elías tal vez las fiestas ya no lo emocionaban tanto pero a su hermano de trece años si lo hacía a pesar de ya estar grande. Erick siempre había sido muy dado en alegrarse por todo y siempre decía que se volvería comediante de grande aunque aún nadie tomaba en serio que fuera a seguir eso.
Al mayor no le agradaba planear su futuro ni que carrera elegiría en tres años cuando terminara la secundaria. Erick amaba de hablar del futuro que se imaginaba.
Ambos se levantaron de un salto al escuchar sus nombres y corrieron a la mesa sonriendo mirando asombrados lo que había hecho su madre en los platos, si no los dejaba ver hasta que estuviera la cena en la mesa era exactamente por ello.
-¡Esta hermoso, mamá!- sonrió el más pequeño abrazando a la mujer que estaba a su lado, parada, viendo que todo en la mesa estuviera perfecto. La dama dejó escapar una risa y acarició el cabello de su hijo.
-Mamá siempre sabe lo que hace.- sonrió orgullosa.
-¿Y papá?- Elías alzó la mirada al ver que no había rastros del hombre, la mujer sonrió algo divertida.
-Se está cambiando.-
-Ya somos grandes como para que se disfrace de papá Noel.- Elías no pudo evitar sonar divertido recordando como hacía un par de navidades su padre se había vestido así con una barba y cabello blanco falso.
-¡Eh! No siempre que uno tarda en cambiarse es que se está vistiendo de ese señor.- el hombre de la casa sonrió entrando, estaba vestido con un traje normal y su cabello recortado, apenas tenía un poco de barba en su rostro. Se sentó en una esquina cercana a los jóvenes en la mesa y la mujer se sentó a su lado. Una pequeña risa salió de los de menor edad y se miraron entre ambos antes volver a mirar a sus padres.
Iba a ser una muy buena navidad. Tanto que era imposible pensar que cuatro años después Elías se quedaría encerrado en su departamento sin querer salir, repitiendo que no era veinticinco de diciembre porque su celular decía que era otra fecha y que Erick llegaría en cualquier momento para comer, mientras sus padres trataban de razonar con él através de la puerta.

Perdidos En El Pasado (Omega) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora